Yolanda Pantin

No disfruto con el baile

 

 

 

 

ESCRIBIR

No hay ninguna
pretensión
en este intento,
si antes era así,
ahora

viene y queda
el gesto

igual a

cuando niña
dibujaba

por placer
y no dormía
hasta pintar

lo que pensaba

y era un mundo
que se hizo
con los años

garabato,
torcedura.

 

 

 

SÓLO VEÍA UNA CARRETERA POLVORIENTA

como el calor me sofocaba dije basta
y me senté de cara a la ventana
para refrescar mi cabeza que tiritaba
al igual que una onza de gelatina
Con el hilo del sudor
hice un collar
para apretarme el cuello
además
las noches eran tristes
y rojas
tanto
que me dediqué a soñar con lo ojos abiertos
Sólo veía una carretera polvorienta
Eran noches nostálgicas
Te dije ahógame
y como no había cuerda
y el hilo en el cuello era invisible
juraste amor eterno
me hiciste una escena de celos

Luego lloramos en voz baja
para no despertar a los niños

 

 

 

NO DISFRUTO CON EL BAILE

Qué escogencia la mía tan difícil

Si un perro es la barcina de mi casa
la misada que decía, gata
cuando todo era claro a mi entender qué terca
vivir en el pasado

En aquellos que he amado
están atrás mis padres
recordándome que no, que no son ellos

Y yo vuelvo y los abrazo a mis soñados
fantasmas: son mis dueños
Si veo llover es la lluvia de Turmero
No puedo evitarlo está en el aire
todo el pueblo

No es un goce ir a una fiesta
no disfruto con el baile
Es muy triste ya lo sé es una pena
el cuarto los recuerdos

Cuando afuera está la luz para cegarnos
yo no veo yo no siento
otra cosa que no sea lo sentido
en otro tiempo

pero es duro morir, cerrar las puertas

 

 

 

YO SOY OTRA

He aceptado la invitación a viajar.
En el auto,
el paisaje pasa demasiado rápido.
Raspa al oído
la música sorda que el interior repele.
Atravesamos el país sin detenernos,
apenas para orinar o para beber un trago de agua
en las gasolineras.
El verano castiga gris y estático,
como el cielo.
Conversaciones banales distraen
el asedio de las horas muertas.
Levantamos las tiendas
a la orilla de un río ancho y cenegoso.
Las aves chillan al alzar el vuelo.
Me acerco al río
como Narciso al estanque.
Las aguas turbias no reflejan mi rostro.
Yo he soñado con esto.

(la herida ha sanado sobre la carne muerta)

 

 

 

TRADUCIÉNDONOS A NOSOTROS MISMOS

Hay algo extraordinario

en el lugar del No Entendimiento
y el deseo de entender

semejante a la tarea de escribir un poema
o de traducir un fragmento

de un idioma desconocido

Algo cierto
como un hachazo

en la infantil necesidad
de articular un pensamiento

o dibujar algo

que haga señales
en el claro del bosque

para el niño autista

Pequeños sucesos
de la comunicación humana

—¿Qué dice?
—¿Qué quiere decir?

Mínimos gestos y mínimas palabras
que en algo calman

la creciente ansiedad
:Voy entendiendo sólo

lo que proyecto sobre ti

lo que tu lengua
desencadena

desde su música extraña
cuando

desde algún lugar

desencajado
emergen

como faros, también, inesperadas
alusiones a osos, a leopardos

O la palabra “lobo”

traída por el deseo
más allá de las cultas referencias

a la fundación de Roma
y pasando por alto

lo que podría ser
en el diálogo y no en el monólogo

poético

si pudiésemos hablar
en el mismo idioma

un intercambio de eruditas lecturas
y salas de museos

la palabra “lobo”
enaltecida

sustanciada

Porque

lo que al final se entiende
desde la callada

orfandad
de frases imposibles

y oídos
sordos

vacilaciones
intentos de avanzar

en el claro del bosque

—¿Qué dices?
—¿Qué me quieres decir?

cuando una palabra surge
y uno cree entender

lo que no era
y Es

en la certeza también
y en el fracaso del poema

 

Yolanda Pantin (Caracas, Venezuela, 1954)Estudió Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. Poeta, ensayista, editora, autora d ... LEER MÁS DEL AUTOR