Veronica Golos

Una campana profundamente enterrada

 

 

(Traducción al español por Khédija Gadhoum)

 

 

 

Mujer con todo su esmero: profecía
(RougedWoman: Prophesy)

 

Lo que sé es más que espina

y cardo, resonando a través

del bosque de robles, grandes como graneros.

 

Lo que sé es Lobo,

y eso no se puede tener en cuenta;

porque he estado dentro

 

de Él, a través de Sus ojos dorados he visto

y olfateado el mundo.

 

*

 

Había que elegir: entre llevarme entera

como estaba entonces; o,

devorarme

poquito a poco—

 

¿Por quién? Acaso se preguntan.

 

Por todos ustedes, queridos míos.

 

*

 

¿Con qué soñaba?

 

Al anochecer, recorría senderos comunes. Olían amargas las estrellas.

Hablaba únicamente como los humanos—resistiendo el llanto

infinito de dios.

 

*

 

Cada Lobo tiene una niña dentro—-

 

*

 

¿Çómo era?

 

Sus ojos, Su olor, pelaje, dientes—una caverna—Su lento trote.

 

*

 

A veces

Crecimos demasiado

y fuimos liberadas

para convertirnos

en una bailarina en pointe, con zapatos rojos;

o una coctelera, torta o equilibrista de Charleston—siempre al acecho

del momento

cuando nos levantaban en un salto

Estábamos deshechas—

 

*

 

Me enceraba con olores:

amapola, trigo, tallos de

campos alambrados. Nada. Me embadurnaba

con menudencias

de la manada. Pero no Lo pude

traer de vuelta.

 

*

 

¿Aquella leyenda que ustedes han leído?

Les puedo asegurar esto:

 

Yo era esa niña. Eso es cierto. No inocente,

pero virgen. Demasiada importancia le damos a la inocencia.

 

muchas veces caminaba por ese bosque, murmurando,

hablando conmigo misma. Cantando bajito. Llamando,

ahora me doy cuenta.

 

*

 

¿Y todos esos años afuera¿

 

Contemplaba la lejanía,

Sintiendo la humedad entre mis muslos.

 

No había mucho que yo pudiera hacer: la aguja

corta, una aventura larga, una curda en privado.

Golpeaba contra el mundo intentando volver a entrar.

 

Ya ven, ellos pensaron que me habían salvado. Me envolvieron

en una túnica blanca; me dieron

un consomé claro.

 

*

 

Estoy cansada, pero he aquí el secreto de una veterana:

 

Piensen en matar el Lobo—

Atraigan su temor para que los atraviese

como una saeta apuntando su corazón. Yo sé

lo que sé:

 

El mundo arderá sombrío.

Las nieves de las montañas caerán de bruces

Encima de las ciudades.

Y el orador de dos piernas, y un pulgar

Le dará de comer a la tierra, y se llevará el viento.

Y el mundo se quedará en silencio por un eón.

 

Entonces el Lobo

Reivindicará una palabra,

Y esa palabra será Niña

Y todas estaremos

Dentro de Él, otra vez,

Enteras.

 

(De la obra, GIRL, 2019)

 

 

 

 

Picando el hielo: Blancanieves & La reina
(Calving Ice: Snow White & The Queen)

 

Blancanieves:

Llevaba un corsé de cristal;

mi cintura una caja de yesca,

diminutos pasos peinados

entre alfombras. Silvestre

hasta la última huella.

 

Luego ella vino: meneando cabello enrulado,

alhajas intrépidas/ resueltas, tatuajes trenzando

sus brazos. Reina de otra

tierra. En su secreto

 

y solitario cuarto, vio

en el agua

ondas de su rostro

en el mío.

 

La Reina:

Al principio, la niña no podía disfrutar lo poco atractiva que era.

Cómo fue ignorada por completo, resguardada en paz

en un espacio abandonado por su falta de belleza.

 

Cada mujer, me dijo, es una reina desmontada;

remontada.

 

Pero yo, criada como reina y esposa

en el tablero de ajedrez de los reyes,

entendía bien el espejo—

El espejo conversa (ya ves) y

según la perspectiva o la claridad

es abominable o amable.

Pero la niña ahora carga con su propia desdicha—

más hermosa a medida que pasan las horas—

sin  él.

 

 

Yo no quería su espejo.

 

Vi en el rostro humano

el hambre

que la belleza fecunda:

 

Primero la pupila se dilata—

Hacia ti, tal una mano, la mirada se estira

 

ansiosa de tocarte— y en cuanto

te toque—quiere—

 

tu corazón, tu pulmón, tu hígado.

 

 

Mi sino:

La belleza

igual que el hielo— destinada

a desaparecer.

 

 

Esto es lo que aprendí como La Niña:

Para la belleza estás tallada como un diamante

hendida, sostenida

por un disco giratorio,

catalogada y soldada con cera,

registrada por algún desperfecto,

envuelta en laca

frotada y enjuagada

con la pasta de pulir del joyero

hasta que estén lustradas todas las facetas —

 

aunque más tarde

te quebrarás.

 

No tenemos ni pluma, ni papel

para escribir nuestra historia.

Tallamos nuestras huellas

detrás de tus espejos

entre el plomo y el vidrio.

 

(De la obra, GIRL, 2019)

 

 

 

 

Una campana profundamente enterrada
(A Bell Buried Deep)

 

Ante festines de regustos,

me rindo primero,

me levanto, me pongo de pie al lado de la ventana—

mi lívida piel enrojecida bajo la luz de Carolina del Norte.

Los viejos tablones de madera gimen,

la colcha blanca ondea tal una nieve recién caída,

nuestras sábanas blancas son de color blanco bajo el blanco—

y tú, tu piel morena contra las sábanas,

de color almíbar nuestro matrimonio.

 

Levanto mis ojos y me siento afligida

por la ira del desamor que este mundo puede provocar.

Las copas de los árboles son de verde fresco —

y qué es el color verde sino todos los colores limpios,

incluso el pequeño cementerio de piedra azul

donde yace mi hijo …

no resucita ni siquiera después de sus once años.

Es azul dentro de la tierra, celestes sus huesos,

el gorro de medianoche de su cabello, su esencia infantil—

una campana profundamente enterrada, en mí donde él estaba,

sonando, sonando.

 

Dios mío,

haciendo el amor

puede reparar

pero no puede liberar

el dolor! No se me olvida

 

mi hijo endeble, mi baya azul, mi demonio—

todos sus nombres en un mundo palpitando nombres,

bautizos silvestres en el aire—

como los latidos de la vena verde-azulada de mi muñeca,

la memoria de nuestro hijo, de sus huesos pálidos,

me lleva de vuelta a nuestra cama

para acariciarte, su padre moreno,

con mi dolor colmado de lenguas,

colmadas de su nombre.

 

(De la obra, A Bell Buried Deep, 2004)

 

 

 

 

Camino de tierra, Noviembre de 1803
(De la obra, El cuaderno perdido, de Mary Day Brown)

(Overland Trail, November 1803
From the Lost Notebook of Mary Day Brown)

 

¿Acaso avanza Dios por tiernos pastizales,

partiéndose, Él mismo, en polvo y viento?

Camino junto mi misma,

como si fuera dos—

Una tambaleándose, cabizbaja, un paso, luego otro.

La Otra preguntando:

¿De quién es esta tierra? ¿Quién soy yo

aquí? Hoy hablé con dos hombres Sioux.

¿Pardos? Reclamaron. Sí. Somos

los Pardos. Contesté. Cabalgaremos con ustedes.

Dijeron.. Dije. Gracias.

Hay algo aquí.

Necesito saberlo.

 

¿Acaso no hay remedio para la transgresión?

 

(De la obra, Rootwork, 2015)

 

 

 

 

Pietà
(Pietà)

 

¿Qué hay de la madre granjera, su hijo soldado, abatido?

Esconde su temblor dentro del armario, roza la zamarra

y las botas que él nunca más llevará —su cuerpo desmembrado.

 

Antes, cuando de niño dormía, de par en par abría las piernas, a veces

ella no podía siquiera advertir lo hermoso que era, aunque no tenía entonces,

y ahora sí tiene, la palabra—

 

Tal una lanza arrojada—

a ese olor en su cuarto

su ojo izquierdo ciego,

tres miembros mutilados

sus heces ensuciando

las sábanas blancas—

 

las sábanas de Wal-Mart que ella no cesa de comprar…

 

Ya ve usted, él había sido

tan confiado, tan esmerado, tan formal en su uniforme,

como si lo hubieran planchado de alguna manera

dentro y

 

ella con su excepcional talento en el planchado,

de tanto planchar a sí misma,

lo hubiera reconocido al verlo, como usted sabe,

y lo hubiera encontrado hermoso, sin duda,

en los pliegues acerados, era limpio y pulcro, aquel trabajo

manual y

el mensaje que dicho trabajo llevaba,

de alguien que se había esmerado él.

 

Cuatro veces al día, ella le da vuelta y retira,

las sábanas de su cama, cada día, con ternura sus dedos acarician

su camiseta blanca (aleteando sus diminutos brazos, no hay nada que sostener)

en busca de algún músculo ahí en su espalda aún robusta,

y detrás de su cabeza aquella pequeña cicatriz

 

del día en que se cayó del tractor, cuando ella pensó que sí yo sería capaz de matar

yo podría matar a su padre, sí por esto, oh—

 

Tan aguda es su memoria.

 

dónde dónde están sus brazos y su pierna

 

Ella quiere levantarlo, quiere colmarlo de amor, quiere palpar todos los ángulos

de sus heridas, lo quiere de vuelta, quiere que muera. Todas sus palabras, las

que podría expresar en algún día de primavera      ha salido el sol      ha crecido el centeno

 

atascadas

en algún lugar bajo su plexo solar

aquellas palabras hermosas      sol     pasto     lluvia      caballo      tierra

ya extintas—

 

sólo permanecen sus restos.

 

(De la obra, Vocabulary Of Silence, 2011)

 

Veronica Golos Es co-editora y fundadora del Taos Journal of International Poetry & Art, ex-editora del Journal of Feminist Studies in Rel ... LEER MÁS DEL AUTOR