Una cama no es una cama
LA MUJER CASADA
(Bodegón)
La mujer casada se levanta
todos los días a la misma hora,
del mismo lado de la cama.
Sin hacer ruido
espanta a los pájaros del sueño
—su sed de cielo su hambre
de entrañas—,
y atados los pasos a la tierra
atraviesa el umbral
del cuadro que la espera.
Sobre la mesa de la cocina
el sol ilumina la fuente de frutas
la barra de pan el queso impávido.
La mujer casada no ve la belleza de bodegón.
Viene y va sin pensamiento de las ollas al horno
hierve los huevos cuela el café.
Antes de que entren a la escena los niños
Y el ojo del marido eche a andar el reloj,
habrá puesto el mantel tenedores y platos
y en los labios mordidos por el vacío
la mejor sonrisa
LA MUJER CASADA
(Muchacha enamorada)
Después de la cena,
de dormir a los niños y dejar cabeceando
al marido en su sillón mullido
frente al televisor,
la mujer casada lava los platos
y en el agua de jabón
en la espuma del cansancio
la muchacha enamorada que fue
regresa del olvido al inicio del camino:
entre la loza muda la risa
la cabellera al aire que no es el aire
sino la ventada del deseo
la alegría de correr con los brazos abiertos
a los brazos que la esperan
a los brazos del hombre que dice querer vivir
solo para quererla
mirar por sus ojos oír tocar lo que ella
hacerla feliz
música del cielo la declaración de amor
postal romántica los dos embelesados
en el banco del parque
(mirándose algo que no conocen
entreabre las puertas a la inmensidad)
él le entrega como sacramento el anillo de compromiso
ella dice que sí al arrebato de seguirlo sin cláusulas
sin preguntar hacia dónde hasta cuándo
¿hasta que la muerte nos separe?
Al fondo los árboles insaciables de pájaros
y amores núbiles,
testigos tantas veces de la ficción.
POR LA TIERRA
Me besas
y en el momento que tu boca y mi boca
se encuentran bajo el cielo del amor,
en la Amazonía los incendios
barren con saña el grano de la vida
en el Pantanal acorralan
la manada dorada de jaguares,
las llamas del fuego
destrozan con sus dientes rojos
el flanco de los árboles en la Araucanía
en Australia calcinan los bosques
entre los eucaliptos los koalas despiertan
de su abrazo al espanto.
Te beso.
Que del cielo del amor caiga la lluvia
para la tierra herida por el hombre
quemada por el fuego.
BARBIE
Las dudas no han oscurecido su mirada.
No tiene venas indiscretas en las piernas
ni líneas en el rostro que señalen
la frecuencia de un gesto
o de una desesperanza.
Su perfección es implacable
te recuerda tu verdad de mujer que envejece:
la curva cada vez más notoria del vientre
la aflicción de los pechos
el temor puntual cada mañana
de que aparezcan alrededor de los ojos
las primeras arrugas
la primera hebra blanca
en el pelo que llevas más corto
para suavizar el paso de los años.
Es como chocar contra un muro
que no habías visto
pero que estaba a mitad del camino
para esta caída
de la que te levantarás otra
menos hirviente
quizás menos apetecible
para estos ejercicios lacerantes
en los que pusiste la vida
amando hasta no ser
dejándote llevar por desiertos de muerte.
Lo que perece con el tiempo
no es sólo el músculo o la piel.
Lo que has ganado
no son sólo estas heridas
que destilan piedad.
Ahora estás a salvo y son las cinco.
Tu hija celebra el cumpleaños de su
muñeca.
Las niñas comienzan a llegar.
CLASE DE COCINA
Arrancarle la piel a la cebolla.
Desafiante
sobre la tabla de cocina
como en el poema
la palabra.
Atravesar sus capas tiernas,
su rojiza esfera;
llegar a su rotundo henchido corazón
a su poso de cristal
a su médula.
Pero no con el cuchillo
–por el filo el corte–
no con el ajeno utensilio y la pericia.
Con las manos tendré que desgajarla
con las uñas escarbar su carnadura,
y lloraré incontenibles lágrimas
y su sabor será mi sabor
y su olor agrio mi marca.
CLASE DE RELIGIÓN
Dicen que Dios está en todas partes
que todo lo ve.
¿En todas partes, Dios
todas las guerras el hambre viva los estómagos
embalsamados
el ojo inmenso
de cíclope insomne de Dios, lo ve?
La sangre en la cisura brutal del estupro
el puñal del asesino la ferocidad del mal
¿y no se espanta Dios no llora no toma partido
la eternidad imperturbable?
Lo nimio también lo ve Dios.
La araña tejiendo el hilo de seda para la presa
la hormiga en busca del alimento
¿también a mí me mira cuando me miro desnuda
frente al espejo
cuando me peino fumo a escondidas quiero matar
y me avergüenzo?
Perdí la virginidad bajo la mirada de Dios.
El gran voyeur.
SIN TI
Sin ti es inútil vivir
Como inútil será el quererte olvidar.
Bolero de Pepe Guizar
El hombre que espero me romperá el corazón.
Así insista con su azul el ensueño
siembre entrelazados su nombre y el mío
los riegue la memoria del deseo para que retoñen
florezcan igual que el desierto el día que nos conocimos,
siempre hay un final
un punto sangrante entre dos tiempos
una estación de trenes sin vuelta
donde los que parten no miran atrás.
Tan breve el encantamiento
–la mirada arrebatada la apoteosis del sueño–
tan inútil abrir el pecho entregar el corazón.
Lo demás es el desenlace:
el bar el bolero de fondo
repetir mientras espero el conjuro
“que no termine que no se vaya que no se vaya”.
En vano. No hay final feliz.
UNA CAMA NO ES UNA CAMA
Una cama no es sólo el colchón, las sábanas,
las almohadas.
No sólo está hecha de hierro o de madera
no sólo es para una o para dos.
La cama tuya y mía es tornadiza
como los días de verano:
playa de arenas blancas, lisa y calma
cuando nos tendemos para mirarnos
sin recelos sin horizonte
pensamiento adentro el uno al otro,
en lasitud de luna el paso reflexivo,
nubes destilando humedades,
apetencias que nos bañan;
y entonces ya no estamos en la playa
sino en un mar de aguas huracanadas,
y la cama es una ola en su rompiente,
un torbellino de espuma abierta
en el que se arremolinan los pulpos del deseo
junto a las algas anguilas quemantes,
y en la deriva de pliegues y fragmentos
tu voz es una balsa y tu cuerpo el remolque
que me lleva a la orilla original;
y la cama ya no es playa ni mar
sino isla
donde una niña duerme
acunada en el regazo de la tierra.