Shirley Villalba

Cenizas y flores

 

 

 

 

Claror

 

La negación de la niebla. No me niega. Me alumbra.

 

 

 

Sordera

 

Fundamentalmente, esa voz que no me oye, es la mía.

 

 

 

Dación

 

De tanto dar, se quedó con las manos llenas.

 

 

 

Corazonada

 

Estoy aquí, mirando como el espejo me mira

y yo amontono en su mirada, todos mis rostros.

 

 

 

Buscando

 

Para alcanzarnos sólo falta levantar las manos.

Para encontrarnos sólo falta no seguir perdidos.

 

 

 

Cinismo

 

Cosa rara, el hombre hablando del hombre.

El hombre hablando de algo que ya no conoce.

 

 

 

Cimentación

 

Me abajo para arribarme. -Si quiero llegar a esa altura…

¡Tendré que cavar más hondo!

 

 

 

Apartamiento

 

Ayer soñé que te amé y soñé que me amaste.

Nada más distante. Nos amamos en tiempos distintos.

 

 

 

Pan sin mesa

 

una vez hecho el infinito pensamiento

-sin pensamiento alguno-

la mesa no existe

la casa no existe

ya nada existe

ninguno, nadie

entonces la nada me hace su pan

y me come en silencio

 

 

 

Coincidencia

 

la llave giró y la puerta dijo no

la llave giró y la puerta no se abrió

la llave no giró y la puerta por fin se abrió

la puerta era alguien

la llave también

 

 

 

Oasis                                                                                                                         

 

Las arenas suben al desierto, como el agua en vano al viento.

Y es cierto. La sed es un oasis para quien busca estar sediento.

 

 

 

Ajenitud

 

Me aprendo a gesto vivo, a gesto muerto. – Estos gestos no son míos.

Observo. Alguien tercamente me piensa, me llama, me gesticula, me habla.

Recapacito. Pienso, dudo.

-No me pertenezco.

 

 

 

Fondismo

 

Una luz que busca a su sombra,

se esconde en los ojos de mi espejo.

 

 

 

Revelación

 

Cuando te vi,

aquí adentro…

Se hizo de día.

 

 

 

Soplido

 

Soplé una vela

y se encendió la oscuridad.

 

 

 

Catarsis

 

Desaguo el agua de mi sombra

y me diseco en lluvia.

 

 

 

Vigilia

 

Cuando la noche se harte de mí,

habré amanecido.

 

 

 

Una vez una rambla

 

aquí estoy

viviendo en el encuentro de tus ojos

intentando ya no besarte

en el regazo de este gozo

lamiéndote las manos

las comisuras de tus dedos

hasta los codos

yo sé que el mar es un sentimiento de arena

y que el amor está inflado de viento

pero si te digo que me sabe a poco este tiempo

y que el mar es un alma que vive en ti

no, no miento

por eso apriétame de nuevo

contra tu noche

y mójame de bocas

y abandóname en la sal de tu sexo

y abandónate a esto

es el amor encerrándonos en su huella

¿qué son esas rocas mirando nuestro vuelo, sino gaviotas?

¿sabes? no es sólo el mar él que has dejado en mí

ni eres sólo una marea

en la que esta noche me aviento

¿sientes?

nos han pasado tantas olas

pero nos ha pasado una sola

ahora

anda

despierta

que nada es sueño

que soñar después de ti es poca cosa

 

 

 

Bofetada 

 

en este espacio acabado, de ego derrumbado

en este espacio inútil, de inútil noche

en este espacio detestable

detesto extrañarte

 

 

 

Dibujo pequeñito

 

la muerte es un lugar

seguramente horrible

algo así, como no poder decirte

tantas pequeñitas cosas

 

 

 

Cenizas y flores

En memoria de Rainer María Rilke

 

No tiene madre, este sentimiento de lento vacío

y es mi pecho un hijo de pezón hambriento.

No tiene padre, este corazón de solitario estruendo

y es mi frente un niño de envejecida alegría.

No tiene edad, este transcurrir sin tiempo

y está trasnochado de nostalgias mi cuerpo.

Y apenas soy un libro de cenizas y flores

escribiendo un rostro sobre mí nombre.

 

 

 

Quejidos

 

la noche ladra mi nombre como un perro que extraña a su dueño

como un perro que aúlla su hambre

como un perro sin casa

así, me ladra la noche

 

 

 

La codicia

A las víctimas de la masacre de Curuguaty

 

la médula, las tripas, la carne

las agudezas de la sangre

todo, todo

se lo comió el hombre

pero el hambre, lo siguió devorando

 

 

 

Entreacto de la miseria

 

las calles salen a pasear en sus cenizas

y las casas se entran a dormir al borde de su abismo

y los hombres, se arrastran por las calles

entre-sueños

 

 

 

Pende de un hilo la muerte

 

casi siempre estamos a punto

de volver a la vida

 

 

 

Nacimiento

 

desperté adentro y estaba oscuro

 

 

 

Camaleón en dos actos

 

el animal de la sombra que me alumbra

salió a buscarme esa noche

y me halló en los ojos de una luciérnaga

y permaneció ahí

hasta agusanar de mariposas el sol

Shirley Villalba (Coronel Oviedo, Paraguay, 1974). Su primer poemario, Penumbra hembra (2005); al que seguirán la plaquette Transparencias LEER MÁS DEL AUTOR