Paola Escobar

Las minucias del tiempo

 

 

 

 

31/12

 

siempre tan ventosa esta vereda

dice una señora a otra

en la puerta del caserón

cuelgan luces de colores

titilan

se aferran unas a otras

como un amuleto

se funden

 

en un abrazo eléctrico con la casa

que un poco trémula

contiene a sus humanos

en la calle vacía

sólo quedamos

los árboles danzarines y yo

los vientos crujientes

me dicen

todo va a estar de maravillas

 

 

 

 

Las minucias del tiempo

 

no importa

si llueve como torrentes

si el cielo tira para abajo

mucha agua junta

 

no importa

si hay de esos soles

que abren sin pruritos ni tapujos

la tierra en dos o más partes

 

en estas veredas

los árboles tienen una cualidad

que los hace permanecer

iguales a sí mismos

 

un talante

que trasciende

las minucias del tiempo

 

 

 

 

La hora dorada

 

ésta es la hora dorada

me decías

bordeábamos las vías a pie

de la mano

junto a las tipas y los eucaliptos

ésta es la hora dorada

cuando el atardecer se desmaya

un manto tejido

con puntitos brillantes

arropa los follajes

ésta es la hora dorada

durante unos momentos

me dejo consumir

amorosamente

 

 

 

 

Ovejas

 

¿por qué no viniste a mi vagón?

no

no nos han presentado formalmente

ni de elegante sport

no hemos estrechado manos

ni hemos compartido lecho

¿y qué?

camino al tren

pronto a zarpar de Retiro

dejé miguitas de pan

espanté a las palomas

—siempre tengo un gato en mi bolsillo—

hoy no llevo perfume

quise facilitarte las cosas

te esperé en el tercer vagón

conté ovejas ruludas que saltan cercos

los relojes me ponen nerviosa

vos no viniste

¿qué hago con tantas ovejas

apiñadas entre los pasajeros?

 

 

 

 

Epifanía

 

escucho un tema de Peter Frampton

sentada en el subte

pienso en mi hermano

digo lo tengo que perdonar

porque él no sabía

lo que me estaba haciendo

y todo eso se me ocurre

mirando un peine azul

sucio

tirado en el piso del vagón

 

 

 

 

Algo de estoico tienen los árboles

 

pierden sus hojas sin quererlo

las renuevan sin desearlo

viven indefinidamente

una tortura

por cierto

con un poco de suerte

se dejan trepar

por una niña que advierte

cuán estoicos

son los árboles

 

 

 

 

Moléculas

 

excusas para verte otra vez:

devolvernos las cosas prestadas

excepto los intangibles

como un roce voluntario e intencional

con el propósito de que pongas

los ojos en blanco

o el caminito de moléculas

que vas dejando atrás

después de cebar un mate

 

 

 

 

Cuando hierve el agua para el té

 

algunas palabras que salen de la boca

son monstruos marinos

fagocitan bichos invisibles

algas minúsculas

botellas olvidadas con mensajes adentro

degluten llaves y candados

diarios y zapatos viejos caídos a las olas

algunas palabras que salen de la boca

pegotean el aire que nos permite respirar

la distancia necesaria entre nosotros

algunas palabras que salen de la boca

se evaporan

con el pitido de la pava

cuando hierve el agua para el té

 

 

 

 

Amor

 

dejo que acaricies mis libros

las tapas resbaladizas

y las tapas rugosas

dejo que leas la primera página

que escrutes la foto del autor

y el prefacio

observo el movimiento de las yemas

cómo arqueás los dedos

para reconocer el terreno sacro

de las palabras en trance

cómo recorrés los párrafos

esos corralitos

donde las palabras

se quedan quietas

mientras nosotros

preparamos el café

con el rabillo del ojo

me detengo en el rincón

donde posás el índice derecho

el aroma que salta del papel

con el correr de las hojas

nos salpica sin querer

 

Paola Escobar (Buenos Aires, 1971). Es Antropóloga social. Publicó "Piso trece" (Barnacle, 2023), "Las cosas tal y como son" (Barnacle, 2022) e integra ... LEER MÁS DEL AUTOR