Iluminación del Yo
Prólogo a Defensa de ídolo de Omar Cáceres
Por Vicente Huidobro
Estamos en presencia de un verdadero poeta, es decir, no del cantor para los oídos de carne, sino del cantor para los oídos del espíritu.
Estamos en presencia de un descubiertos, un descubridor del mundo y de su mundo interno. Un hombre que vive oyendo su alma y oyendo el alma del mundo. Esto significa un hombre que oye en profundidad, no en superficie.
El hombre asaltado de visiones.
El hombre cuyas células tienen una pre-ciencia y un recuerdo milenario.
No olvidéis que un verso representa una larga una larga suma de experiencias humanas. Y aquí radica su importancia y su trascendentalidad, en esa voz reveladora de lo íntimo del Todo y que por eso parece a los profanos, incomprensible. Los trascendental no es grandeza hacia afuera, sino grandeza hacia dentro. La poesía no es inconciencia, es estado de conciencia cósmica. La poesía es clarificadora de los fenómenos del mundo, por eso es trascendental (…).
Oíd a este poeta, oíd la voz de Omar Cáceres, que exclama: “Mi soledad flor desesperada” y comprenderéis por qué afirmo que estamos en presencia de un verdadero poeta. Todo el libro Defensa del Ídolo está lleno de esta lleno de estas revelaciones, lleno de síntesis luminosas, de experiencias humanas. De ahí la intensidad de este poeta que parece estar siempre auscultando más allá.
Omar Cáceres sabe que la poesía es la valorización de la vida interior y que en la creación poética el poeta presenta el caso de una necesidad de vivir otros mundos.
La poesía es defensa del Ídolo y creación del Mito. La poesía existe como Ídolo en mí y como Mito fuera de mí. Existe con su propia vida, con su destino, con su fatalidad y ella aplastará todo lo que pretenda obstruirle el camino y su marcha imperativa, por ella es necesidad orgánica y necesidad cósmica. Las reglas fijas, los consejos, las críticas, etc., será gusanillos bajo sus pies de mármol.
La alta poesía no la hacen las leyes de la retórica, sino el equilibrio entre el movimiento interno y el movimiento externo o sea la expresión humana.
Nada hallaréis en este libro de retórico, o de aprendido, de cantor fácil y elegante. Su autor no es el artífice mañoso y lisonjero, es el hombre que tiene el poder de romper las ligaduras del mundo aparente y que logra ver las realidades recónditas.
La poesía está en todas partes (como decían antes de Dios). La poesía es. La poesía forma parte del ser universal, es su esencia misma y por eso sólo los poetas conocen los hilos invisibles que unen todas las cosas.
Las fuentes de la poesía son las mismas fuentes de la energía universal.
El poder creador, el podes transformador. Su historia es el más perfecto historial de la naturaleza y el hombre. (Pero ¡cuán pocos son los verdaderos poetas y cuántos los falsos poetas!)
Cuando después del advenimiento de un mundo mejor, es decir, después del triunfo de la revolución social, los hombres se hayan superados y vivan todos en una mayor cultura, cuando la lucha por la vida, al estilo perro, haya desaparecido y el espíritu reine como el sol, entonces los hombres profundos estudiarán el desarrollo y la evolución humana no en los historiadores sino en ciertos poemas, porque la poesía de los grandes poeta señala mejor que nada las corrientes internas de una época y porque las preocupaciones de sus más altos espíritus sólo pueden adivinarse a través de ella.
Aquí tenéis ahora “eslabones herméticos hablándose al oído” y hablándoos al oído “en un solo éxtasis de aire”.
Detrás de tus ventanas la poesía cruza el universo como un relámpago.
Dos poemas de Omar Cáceres
ILUMINACIÓN DEL YO
Chorreando sus bruñidas densidades
alrededor de las tardes iguales, simultáneas,
he aquí que el magro, difícil día se presenta,
fiel a su ritmo adusto, puro, sojuzgado.
Sus infinitas hojas, que señalan intensamente el límite,
desde donde emerge reverdecido de lados profundos,
giran sobre mi joven voluntad, amorosa y viril,
así como cantando lo decía esta mañana.
Porque ahí estoy, oh monumento de luz,
siempre hacia ti inclinado, extranjero de mí mismo,
presto a tu súbita irradiación de espadas
fijo a tu altiva significación de espectro,
oh luz de soledades derechas,
de inflexibles alturas y ecuatoriales sucesos.
Y bien,
echa a rodar esta perfección en tu llanura,
puedo ahora decirlo todo, recogerlo todo:
irrumpe, surge, de esta lámpara, a pedazos,
nocturno poema que yo he escrito con letras imprecisas,
noche de azulada tormenta, oh rectitud incomparable.
Yo soy el que domina esta extensión gozosa,
el que vela el sueño de los amigos,
el que estuvo siempre pronto,
el que dobla esa fatiga que adelgaza todos los espejos.
Ahora sorprendo mi rostro
en el agua de esas profundas despedidas,
en las mamparas de esos últimos sollozos,
porque estoy detrás de cada cosa
llorando lo que se llevaron de mí mismo.
Y amo el dolor de esta carne dolorosa que me ampara,
la sombra sensual de esta tristeza desnuda que robé a los ángeles
el anillo de mi respiración, recién labrado…
Es todo cuanto queda, oh ansiedad.
Descuelga, pues, en mis sollozos,
tus profundos plomos de sosiego,
acelera esas llamas, esas altas disciplinas,
ese orden que sonríe en mis rodillas,
mórbida luz de todas las campanas.
Ni un solo pensamiento, oh poetas;
los poemas EXISTEN,
nos aguardan!
AZUL DESHABITADO
Y, ahora, recordando mi antiguo ser, los lugares que yo he habitado,
Y que aún ostentan mis sagrados pensamientos,
Comprendo que el sentido, el ruego con que toda soledad extraña nos sorprende
No es más que la evidencia que de la tristeza humana queda.
O, también la luz de aquel que rompe su seguridad, su consecutiva atmósfera
Para sentir cómo al retornar, todo su ser estalla dentro de un gran número,
Y saber que “aún” existe que “aún” alienta y empobrece pasos en la tierra
Pero que está ahí absorto, igual sin dirección,
Solitario como una montaña diciendo la palabra entonces:
De modo que ningún hombre puede consolar al que así sufre:
Lo que él busca, aquellos por quienes él llora ahora,
Lo que ama, se ha ido también lejos, alcanzándose!