Noé Lima

Cría cuervos y otros textos

 

 

 

EL BARBERO, ROMMEL

 

A Rommel Martínez

 

No deja de tiznar el fiero evangelio de la noche

la sutura que se guarda en el gesto

de los espejos

 

La niebla del pájaro que al final del día

se convierte en lágrima

en anémico muro donde se estampa la voz seminal del tráfico

 

Rommel

El barbero

moja el grito de los pobres con sus cuchillas

donde se afeita

la muerte

la limpia miseria de las rockolas

el viejo poema que le escribió a su perro muerto

(y que guarda en su bolsillo)

 

Decide robarle tiempo a la usura de la luna

reseca de tanto convertirse en un trapo de arena

en frontera mineral de los disparos al salir de Paradiso

en  la mutilada lámpara del relámpago que agita la lluvia

 

Rommel

El barbero

ya sabe que el silencio es una bala vacía

un cuerpo de hollín degollado por la luz

 

Lo sabe

y tiene una flor carnívora que deletrea

el poema de la muerte que acaricia las piedras en Tegucigalpa.

 

 

 

 

INSTRUCCIONES PARA ARMAR UN COLIBRÍ DE PAPEL

 

A Marco Antonio Lima

 

I

Tumbe el sol cuando haga escarchas en el tintero

como una lupa que abre la luz del insomnio

el vientre antiquísimo de la palabra derramada en el sueño

 

déjelo deslizarse

como pluma celeste en la vocal más sonora

 

hágale quiebres al papel

como un remolino de vidrio que envejece al lado suyo

con una línea ecuatorial desde el pico

en el torvo canto

el líquido plumaje

cuando abra las alas como un arpa

en el momento que esconda en ellas el pulso de los mares

o las desoladas catedrales de la espuma

 

Dedíquele siempre poemas

que hablen del pellejo de Lou Reed

que es parecido al suyo cuando escribe

y que parece una mina dorada

cuando se deja seducir por su silencio

ese caligráfico vaivén de la noche

en cada luna de agua cuando vuela

y se acerca

a la estantería mineral de cada invierno

 

Recuerde que siempre vuelan haciendo círculos

para robarle el tiempo a las estrellas

a los colmillos dilatados de la lluvia

cuando la luna termina descalza

en un lago congelado

 

recuérdelo

 

vuelan haciendo telarañas

cuando un poema naufraga cada día en su ombligo

 

Hágale creer que en sus ojos caben todas las constelaciones

y que necesitará muchas veredas para guardarle en su memoria

 

el camino para llegar a su boca de aguardiente

de ron

de polvo marino

y de tabaco crucificado entre sus dedos por el humo

-rara vez se pierde en alguna fotografía en blanco y negro-

 

ese camino de muñones brillantes en el techo

de paisajes acuchillados

por esa tinta nerviosa

que termina hiriendo el papel

en los cuatro puntos cardinales.

 

 

II

 

El colibrí

puede ser el muro intocable del aire

 

la diáfana caricia del rocío

apuñalado por el ruido de las ciudades

siempre que se arma en un poema

 

No siempre puede encontrarse su ala

la más preciosa de las páginas

el leve parpadeo de las tormentas agitadas en la tinta

el suave lúpulo de la cerveza

cuando él

descansa en la espuma

que siempre remata el pulso

de la encendida primavera de la línea

cuando se describe su asombro por el fuego

en la barra de los bares

 

Siempre busco armarlos

cuando las copas son palacios mudos

en las manos

rudas axilas de la lluvia

pedazos de mar que picotea el sueño

cuando tengo monólogos

con él y su menudo vestido

que hiere mis párpados

 

lo armo con los aromas

que cuelgo en el desvelo

con mis arrugas pequeñas

los epígrafes de los lirios

de las azucenas

de las estaciones guardadas en el polvo

de mis viejos poemas

los que vuelan al buscarlo

en las alturas del insomnio.

 

 

 

 

KAMASUTRA

 

A Sinclair Lewis

 

La única posición

asumida seriamente

por un poeta

debe de ser

la del silencio

 

la muerte deshojada

con sus vértebras de ocio

en el trapecio del tiempo

hundido en el libro escrito

con los olores de la noche

al pie de una botella

ante el párpado cerrado

por el hollín nocturno de las aves

 

La única

debe de ser

la distancia cuerda entre los versos

y la sordera provocada por el insomnio

después de desclavar estrellas marinas

de la pared

que todavía bosteza

la última balacera.

 

 

 

 

CRÍA CUERVOS

 

Artaud

sigue gritando

 

Su camisa de fuerza

aun nos enseña su lengua azul

en cada poema

en el muro

con escaleras dibujadas

en el techo

ese dado cargado con estrellas

a fuerza de golpes de martillo

 

grita

y cría cuervos en el filo de sus uñas

 

y los helechos de las paredes

son burdas agujas

dormidos galeotes

amaestrando el viril leopardo

de las madrugadas sobre su aorta

 

las nubes son solamente manchas

afiladas donde escalan sueños

las mujeres

y los ancianos rotos

con su risa de enjambre en los asilos

 

Van Gogh fue asesinado por la sociedad

se dice Artaud

el de los párpados desollados

mientras su estatua favorita orina los geranios

en ese jardín

donde apenas el sol lanza su atarraya

para congregar los gemidos de los locos

 

ahora me asesinan a mí

se dice

mientras sus dedos buscan alacranes

en la nieve gentil

colgando del rostro de las enfermeras

 

el opio

el opio

apenas recuerdo una fumada

y se apresuran a asesinarme

se dice

sobre el pleamar bovino de mi cama

se dice

y el opio es una sombra de pájaro

en la ventana de saliva

exiliada

que grita

constantemente

con la luminosa danza del invierno

sobre los vidrios

empañando el infinito

 

Artaud

sigue gritando

y quién soy yo

sin el aguardiente para gritar con él.

 

 

 

 

LOS CHICOS DUROS

 

Los chicos duros se dejan la barba como Tom Hardy

mascan tabaco importado

usan colonia francesa

babean sus trajes rojos contra el alba aplastada ante unas piernas de agua

 

Ellos clavan sus uñas de alfiler contra sacos de arena

tienen la vigilia de los gatos con la corola de sus retinas

para no perder el hilo de su saliva también dura

 

Los chicos duros tienen casi siempre cuarenta y ocho años

tienen tatuados los huevos con la cáscara del llanto de la mujer que nunca tuvieron

los hijos que terminaron ahogados en el retrete

la tibia lupa que podía medir la temperatura de sus huesos

la deslumbrada yema de la luna en cada latido

y la grieta que bucea entre los ojos cuando una lágrima se asoma

 

Los chicos duros se drogan hasta cagarse

nadan en el degollado cabello de los mares

coleccionan monedas

se practican la vasectomía

para morder cuanto astro pise la nieve de su semen muerto

sus ojos azotados por la quemadura de las rosas

 

Los chicos duros usan camisas de Charlie Brown

de bandas de rock también duras

tienen un hormiguero en la lengua cuando vociferan

ante las mujeres sobre el tamaño de su verga

o de suicidas antiguos con sus labios de cieno

sus dientes rotos por la lluvia cuando el grito es un relámpago

 

Los chicos duros se dejan crecer el pelo

como un helecho húmedo que aspira a convertirse en océano

en dentadura  de niebla  que al envejecer  hable por sí misma

de las camas que visitaron

de las sábanas que aspiraron a llenar de preguntas

y que nunca fueron respondidas

 

Los chicos duros se desnudan como un biombo marino.

Noé Lima (Ahuachapán, El Salvador, 1971). Poeta y artista plástico. Fue miembro fundador del grupo literario Tecpán, de la Universidad Dr. José M ... LEER MÁS DEL AUTOR