Es de piedra este fondo oscuro
FRONTERIZOS (1)
Néstor Mendoza
El repudio no es contra la imagen, sino contra la fosilización de los hábitos de la imagen. Así como no hay palabras comunes, sino frases comunes, así concebimos el acto de escritura poética. Tal es el caso, por ejemplo, de la imagen que se sostiene por el atinado uso del adjetivo, atendiendo a la muy conocida recomendación de Huidobro. Al menos eso es lo que he venido notando en varios poemas del poeta colombiano Nelson Romero Guzmán (Tolima, 1962), en especial, su libro Obras de mampostería (2007). Digamos que un adjetivo logra renovar la frase, y de esa forma sostener el verso (hacerlo «nuevo»). Hay frases consagradas por el uso en poesía: legitimadas, digamos, en épocas del auge de los movimientos europeos que afianzaron un canon en el siglo XIX. Esas frases, que se suponen «poéticas» de antemano, persisten y gozan de inmerecido prestigio. Regreso a estos poemas de Nelson Romero Guzmán y a pesar de ser una propuesta arquitectónica no pretende momificarse en viejos moldes y usos legitimados. Y lo más interesante de todo esto es que sus poemas no se alejan del conocido ejercicio del verso libre y la formación de imágenes (al menos, desde luego, en Obras de mampostería). Como ya dije, esto no tiene previsto abolirse (insisto: la imagen en poesía). Es que hay tanta repetición, carencia de riesgo, a veces, en ciertas lecturas y autores (incluso en nuestra propia escritura). Cosa que rehúye o se esfuerza en rehuir el poeta tolimense. Me parece que con ese esfuerzo de sencillez, tan elegante, y también inconforme, logramos ver una piedra que nos inquieta en la pared.
1
Es de piedra este fondo oscuro.
Las azucenas dan a luz más azucenas,
como niñas violadas en las puertas del templo.
No veo el alba
veo un caballo blanco
aquí, donde grandes mariposas con cuernos,
húmedas
velludas
depositan el huevo del día.
Allí,
mientras la cumbre florece,
acá la piedra alza sus mamposterías
para que en sus cuartos
veamos la historia
que atraviesa los pasillos
con su vela encendida dentro de una calavera.
2
Impenetrable es la luz
cuando
por primera vez llega a conquistar el jardín
y por olvido deja
una puntilla clavada en una flor.
Eso es deseo:
más un misterio
que no contrasta muy bien con la deslucida pared
de la que fuera la primera construcción.
Precisamente de esa flor cuelga el Hijo imprudente.
La luz sobre aquel muro rojo
aún sin blanquear.
10
El agua se musicaliza
en mitad de su tránsito refleja un cono de luz
y por extraña visión -o por la perpendicular
hoja de parra que el aire mueve en el barranco-
vemos el rostro de una virgen
de esa forma surge lo sagrado
pero nunca vendrán a ella los adoradores
la virgen, entonces, se traslada al techo:
en sus manos inventadas
sostiene un ramo de flores
Si un hombre pasa frente a ella, no la mira:
lleva en el corazón su dios abolido
confundida con Proserpina seductora
se baña en el resplandor de los alcohólicos,
los atrapa con sus pechos de avellaneda.
Después será tragada por el olvido.
La historia no dejó puñal ni brillo sobre su cuerpo,
ni nadie reclamará sus delicados velos
quemándose sin pudor sobre esas piedras.
23
Puntuales frutas
llegadas de lo fantasmagórico
guayabas
vinieron en una caja bien apuntillada,
amarrada con cables acerados
para que en el viaje no se volvieran irreales
las toco húmedas
algunas traen la huella violenta
del hambriento mordisco del otro lado.
24
El brujo hizo con humo este planeta.
El aire es una pared caída -dijo.
La muerte es otro orden dentro del orden -sentenció.
La creación del hombre es una maniobra del humo -dijo.
Dichas esas palabras
el brujo se hundió en la oscuridad
lanzó llamas para apagar la creación
pero ya era tarde.