Deja tu mundo
(Versión al español de María Teresa León y Rafael Alberti)
CON MAÑANA AUMENTARÁS EL NÚMERO DE TUS DÍAS
Con mañana aumentarás
el número de tus días;
con ayer la vida acortas,
pero siempre guardas hoy.
Un día pasa, otro viene
a sucederle en el mundo,
como cuando el sol se pone
se levanta en otra parte.
Parecen otras las olas
aunque abran igual camino
y otro parece el otoño
perdiendo las mismas hojas.
Camina ante nuestra noche
la reina dulce del alba;
la muerte es solo ilusión
y el tesoro de las vidas.
De cada instante que huye
yo he sacado esta verdad
que mueve nuestro universo
desde su eterno principio.
Por eso si este año vuela,
hundiéndose en el pasado,
guardas entero el tesoro
que tuvo siempre tu alma.
Con mañana aumentarás
el número de tus días;
con ayer la vida acortas,
pero siempre guardas hoy.
Los paisajes deslumbrantes
que en veloces filas pasan,
están quietos, inmutables,
bajo el pensamiento eterno.
SOBRE LAS CIMAS
La luna pasa las cimas,
el bosque agita sus hojas,
entre las ramas del aliso
resuena un cuerno de caza.
Más lejos, siempre más lejos,
más dulce siempre más dulce,
a mi alma inconsolable
calma sus ansias de muerte.
¿Por qué te calles ahora,
cuando hacia ti vuelvo el alma?
Dulce cuerno, ¿sonarás
pero nunca para mí?
ADORMECIDOS PAJARILLOS…
A medio dormir los pájaros,
se juntan cerca del nido,
se esconden entre las ramas.
¡Buenas noches!
Sólo las aguas murmuran,
mientras el bosque se calla;
las flores también se duermen.
¡Duerme en paz!
El cisne cruza las aguas,
yendo a dormir a los juncos;
que el ángel guardián te vele.
¡Buen reposo!
Sobre el encanto nocturno,
sube brillante la luna.
Todo es sueño y armonía.
¡Buenas noches!
DEJA TU MUNDO
Deja tu mundo al olvido,
entrégate toda entera,
si tu vida me la das,
no tienen por qué enterarse.
Vente tú conmigo, piérdete
en los senderos tortuosos,
donde en la noche despierta
la voz de los viejos bosques.
A través de los ramajes,
los astros por los senderos
llenos de encanto, y nosotros
solos en medio del mundo.
Tus cabellos destrenzados
te sientan a maravilla,
no digas no, si te abrazo,
nadie en el mundo nos ve.
El cuerno se queja, lejos;
lo escuchamos con amor,
mientras que la luna sale
de un bosquecillo de hayas.
El verde bosque responde,
mágicamente doliéndose,
languideciendo mi alma
cerca de tu hermoso rostro.
Te desprendes dulcemente,
te rehúsas consintiendo,
rebosan piedad tus ojos,
¡oh tierno rostro de ángel!
Aquí está el lago. La luna
puliéndolo lo penetra;
él, inflamado de luz,
siente más su soledad.
Temblorosas, sus espumas
se rompen contra los juncos
y un mundo lleva en su sueño
que no acierta a adormecer.
Con tu faz compenetrado,
en su espejo se refleja,
¿Qué te miras, sonriendo?
Ya sabemos que eres bella.
Las altas cimas azules
se deslizan por las cuestas,
descubriendo a nuestros ojos
las estrellas en las ondas.
Flota un perfume de tilo,
dulce es la sombra del mimbre,
¡tan solos, solos estamos
y tanta dicha sentimos!
La luna entre la neblina
vierte su luz sobre el agua
y te descubre en mis brazos,
mi hermoso y dulce amor rubio.
SÓLO TENGO UN DESEO
Sólo tengo un deseo:
que en la paz de la tarde
me permitáis morir
a la orilla del mar,
me sea dulce el sueño
y el bosque esté cercano,
que en la extensión del agua
reine un cielo sereno.
Oriflamas no quiero,
ni un lujoso ataúd,
hacedme sólo un lecho
con las jóvenes ramas.
Y nadie junto a mí
llore en mi cabecera,
nada más que el otoño
hable en las hojas secas.
Mientras corren las fuentes
cayendo rumorosas,
se deslice la luna
sobre los altos pinos.
Que las esquilas suenen
al viento de la tarde,
que sobre mí el sagrado
tilo vuelque sus ramas.
Como ya no andaré
nunca más errabundo,
tiernamente mi tumba
cubrirán los recuerdos.
Los astros, que se elevan
de la enramada en sombra,
serán para mí amigos,
sonriendo de nuevo.
Gemirá apasionado
el canto del mar áspero…
y me volveré tierra
en mi honda soledad.