Mihail Eminescu

Deja tu mundo

 

 

(Versión al español de María Teresa León y Rafael Alberti)

 

 

 

CON MAÑANA AUMENTARÁS EL NÚMERO DE TUS DÍAS

 

Con mañana aumentarás

el número de tus días;

con ayer la vida acortas,

pero siempre guardas hoy.

 

Un día pasa, otro viene

a sucederle en el mundo,

como cuando el sol se pone

se levanta en otra parte.

 

Parecen otras las olas

aunque abran igual camino

y otro parece el otoño

perdiendo las mismas hojas.

 

Camina ante nuestra noche

la reina dulce del alba;

la muerte es solo ilusión

y el tesoro de las vidas.

 

De cada instante que huye

yo he sacado esta verdad

que mueve nuestro universo

desde su eterno principio.

 

Por eso si este año vuela,

hundiéndose en el pasado,

guardas entero el tesoro

que tuvo siempre tu alma.

 

Con mañana aumentarás

el número de tus días;

con ayer la vida acortas,

pero siempre guardas hoy.

 

Los paisajes deslumbrantes

que en veloces filas pasan,

están quietos, inmutables,

bajo el pensamiento eterno.

 

 

 

 

SOBRE LAS CIMAS

 

La luna pasa las cimas,

el bosque agita sus hojas,

entre las ramas del aliso

resuena un cuerno de caza.

 

Más lejos, siempre más lejos,

más dulce siempre más dulce,

a mi alma inconsolable

calma sus ansias de muerte.

 

¿Por qué te calles ahora,

cuando hacia ti vuelvo el alma?

Dulce cuerno, ¿sonarás

pero nunca para mí?

 

 

 

 

ADORMECIDOS PAJARILLOS…

 

A medio dormir los pájaros,

se juntan cerca del nido,

se esconden entre las ramas.

¡Buenas noches!

 

Sólo las aguas murmuran,

mientras el bosque se calla;

las flores también se duermen.

¡Duerme en paz!

 

El cisne cruza las aguas,

yendo a dormir a los juncos;

que el ángel guardián te vele.

¡Buen reposo!

 

Sobre el encanto nocturno,

sube brillante la luna.

Todo es sueño y armonía.

¡Buenas noches!

 

 

 

 

DEJA TU MUNDO

 

Deja tu mundo al olvido,

entrégate toda entera,

si tu vida me la das,

no tienen por qué enterarse.

 

Vente tú conmigo, piérdete

en los senderos tortuosos,

donde en la noche despierta

la voz de los viejos bosques.

 

A través de los ramajes,

los astros por los senderos

llenos de encanto, y nosotros

solos en medio del mundo.

 

Tus cabellos destrenzados

te sientan a maravilla,

no digas no, si te abrazo,

nadie en el mundo nos ve.

 

El cuerno se queja, lejos;

lo escuchamos con amor,

mientras que la luna sale

de un bosquecillo de hayas.

 

El verde bosque responde,

mágicamente doliéndose,

languideciendo mi alma

cerca de tu hermoso rostro.

 

Te desprendes dulcemente,

te rehúsas consintiendo,

rebosan piedad tus ojos,

¡oh tierno rostro de ángel!

 

Aquí está el lago.  La luna

puliéndolo lo penetra;

él, inflamado de luz,

siente más su soledad.

 

Temblorosas, sus espumas

se rompen contra los juncos

y un mundo lleva en su sueño

que no acierta a adormecer.

 

Con tu faz compenetrado,

en su espejo se refleja,

¿Qué te miras, sonriendo?

Ya sabemos que eres bella.

 

Las altas cimas azules

se deslizan por las cuestas,

descubriendo a nuestros ojos

las estrellas en las ondas.

 

Flota un perfume de tilo,

dulce es la sombra del mimbre,

¡tan solos, solos estamos

y tanta dicha sentimos!

 

La luna entre la neblina

vierte su luz sobre el agua

y te descubre en mis brazos,

mi hermoso y dulce amor rubio.

 

 

 

 

SÓLO TENGO UN DESEO

 

Sólo tengo un deseo:

que en la paz de la tarde

me permitáis morir

a la orilla del mar,

me sea dulce el sueño

y el bosque esté cercano,

que en la extensión del agua

reine un cielo sereno.

Oriflamas no quiero,

ni un lujoso ataúd,

hacedme sólo un lecho

con las jóvenes ramas.

 

Y nadie junto a mí

llore en mi cabecera,

nada más que el otoño

hable en las hojas secas.

Mientras corren las fuentes

cayendo rumorosas,

se deslice la luna

sobre los altos pinos.

Que las esquilas suenen

al viento de la tarde,

que sobre mí el sagrado

tilo vuelque sus ramas.

 

Como ya no andaré

nunca más errabundo,

tiernamente mi tumba

cubrirán los recuerdos.

Los astros, que se elevan

de la enramada en sombra,

serán para mí amigos,

sonriendo de nuevo.

Gemirá apasionado

el canto del mar áspero…

y me volveré tierra

en mi honda soledad.

Mihail Eminescu o Mihail Eminovici (Botoșani, 15 de enero de 1850-Bucarest, 15 de junio de 1889). Fue un poeta del romántico tardío, además de prosista, ... LEER MÁS DEL AUTOR