Miguel Inzunza

Faros de niebla

 

 

 

 

 

 

FAROS DE NIEBLA

(Matacahui, Ahome, Octubre 2022)

 

Hay un corto circuito en los faros de niebla

la luz intermitente

retrata como un flash en mis pupilas

fragmentos del paisaje

Afuera está zumbando la noche sinaloense

la noche que desnuda su perfume

mujer recién bañada

Alguien está quemando la hojarasca

a la distancia justa

para que pinte apenas en el aire

su nota de carbón

 

Piso el freno de prisa

– ¿Estoy despierto?

– Sí lo estoy

y le clavo

los ojos al cristal

los puños al volante

la nariz a los campos de cultivo

 

Hay también en la mezcla

un concierto de mango humedecido

que se expande

como un rumor de pueblo

 

Mi olfato se parece a la luz de estos faros

que atraviesan lo incierto del camino

a bordo de una máquina

gruñona y soñolienta

 

ha

yun

cort

circui

nlos far

de nieb

 

un martillo en los párpados que hunde

el sueño como estaca

 

Yo me muerdo la lengua y no funciona

vuelvo a pisar el freno y pego un salto

me doy dos bofetadas

 

Las luces del jeep viejo

en que atravieso la humedad nocturna

son párpados también durmientes que secuestran

la breve claridad en la que avanzo

 

El vértigo se enciende

cuando la luz se apaga en medio del trayecto

pero también con ello

los ojos de la noche

se clavan en mis ojos

y estalla tras mis cuencas

un viaje campesino de carretas

Me duermo en un segundo y al otro me despierto

el yo que está dormido y

escribe este poema

el yo que va al volante lo destruye

se da otra bofetada

 

Entonces me convierto en el camino

por dónde anda la noche

vertiendo su perfume.

 

Hay un corto circuito en los faros de niebla

y es como un picadillo de presente

la vida en breves dosis

de luz y de ceguera.

 

 

 

 

BAJO EL AGUA SE ESCONDE

 

Bajo el agua se esconde

la casa de mi abuelo.

El mar se fue internando entre las calles,

golpeó y clavó sus dientes de sal entre los muros,

pero a pesar del agua y

la digestión del tiempo,

no logró triturar la infancia de mi madre.

En el lenguaje oculto de las olas

sigue cantando alegre aquella niña.

Mi madre hunde los dedos de los pies,

en la arena cobriza,

dispara su mirada como flecha

hiriendo al horizonte.

Cien metros mar adentro, la casa bajo el agua,

enciende por las noches su luz de candelero.

Mi abuelo, que está vivo, prende leña,

sazona con las manos ese pargo,

los niños miran todo con asombro,

y esperan que el aceite se caliente.

 

Yo observo lo que pasa desde afuera,

en medio de una noche de otro tiempo,

pero hasta acá fulguran

las luces y las risas

en torno a su fogata

y en el nocturno oleaje se lee aún la tinta

con que la luna escribe

su historia luminosa.

Dentro del mar se esconde aquella casa

mis ojos se sumergen

en las ruinas.

 

 

 

 

SURFISTA

 

Qué ibas a sospechar tú Katherine

que irías aquella tarde,

a la boda del agua y de la luz.

Pusiste sobre el mar tus pechos tiernos,

braceando en esa tabla.

Nadie antes conoció tal sensación

de unir el mar y el cielo con las manos.

Cuánto tiempo anduviste caminando

en la cresta de espuma,

antes de que lanzaran de una nube

la soga luminosa,

por la que treparía en un segundo

tu alma de delfín, que se levanta,

y danza con la muerte la canción

brevísima del rayo,

reventando el silencio océano adentro.

Acuática viajera de las olas

te eligió en matrimonio el habitante

que reina en esta bóveda nublada,

los peces te miraron alejarte,

subir por la escalera del relámpago.

La nota en el periódico decía;

fallece una surfista por un rayo.

 

 

 

 

PARA LEER A SOLAS

 

El mar estaba manso aquel invierno

tus ojos también mansos

de venada que se asoma

me miraron curiosos esa noche

 

Estábamos dispuestos al peligro

y aunque crecimos juntos nunca vimos

este fruto escondido en el follaje

del árbol de la infancia

paciente y silencioso

 

A veces el deseo

es una fiera herida

que se deja curar

y bebe agua en las manos de un viajero

 

Jugábamos de niños en la huerta

sin sospechar que un día

la sed pondría un oasis en los labios

Eras un carnaval que canta y baila

eras casi mi prima, eras prohibida

eras mi tía segunda y en el pueblo

nos vigilaron siempre hasta los árboles

 

Nos perdimos en medio de esa noche

sin decirnos siquiera una calandria

bien supieron leerse nuestros muslos

en la tibia guarida del invierno

 

Devoramos con prisa

la pulpa de la sombra

con la velocidad vertiginosa

de los acantilados

 

Y caímos al agua

sin rompernos un hueso

y morimos ahogados lentamente

sin que nadie advirtiera nuestro escape

 

Para leer a solas

es que estoy escribiendo

 

 

 

 

LENGUA MARTILLADA

 

Ando por aquí masticando martillos

para partirme la lengua

para escupir poemas rojos

para estallar en mil perdigones

estruendo de escopeta

y escaparme de la cárcel de mis ojos

reventar como parvada

cuando dispara mi cuello la bala de tu nombre

Quiero de mí pulverizarme para abrazar en silencio árboles diversos

Versos de ramas largas

Quiero alargarme, largarme de aquí irme en el estallido

abordar esta comparsa de metales sin herrumbre que atraviesan mi ventana

Y vuelvo a martillar mi lengua para partir en pedazos lo que digo pero fluyen

apenas un par de gotas

de poema en mi saliva

en vano escupo mis manos

Me inyecto la lengua con viejos recuerdos pero nada funciona

La belleza

esa puta cortesana

que elige como víbora su presa.

 

Yo vendo unos ojos secos 

Quién me los quiere comprar

Los uso de cenicero

porque no saben llorar        

 

 

 

 

TODO ESPERA

 

Todo espera paciente

a que ceda la euforia de lo diurno,

la lámpara, el balcón,

el silencio con su faro de niebla.

 

La noche está en la lumbre

y apunto de cocción,

ya huele a tinta.

 

La noche va paciente,

desnudando los versos que en el día

se esconden del bullicio,

penetran lentamente por los párpados

a tientas, indecisos.

 

A estas horas se ven

mejor esas luciérnagas del tiempo

que emergen de la página.

 

La vida es esa oculta pirotecnia.

 

 

 

 

ABRIGOS DE INVIERNO

 

Irse yendo de a poco,

como un viejo perfume

en abrigos de invierno,

hasta desdibujarse la humedad en los ojos.

 

Irse yendo de a poco como el rastro del agua

que al estero en la tarde le dibuja su nombre.

 

Y esperar el olvido

como carta lejana

de un heraldo de guerra.

Degollar aquel sobre y dejar que se escape

de una vez el silencio.

 

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miguel insunza portada

 

 

Miguel Inzunza Poeta y músico mexicano, nacido en Ahome Sinaloa en 1978. Realiza estudios de música, periodismo y comunicación, posteriormente diplom ... LEER MÁS DEL AUTOR