Max Ritvo

Poema a Mi Camada y otros textos

 

 

 

(Traducción al español de Alejo Morales*)

 

 

 

Poema a Mi Camada

 

Mis genes están en los ratones, y no de la forma banal

en que los viejos genes del Hombre están en las Bestias.

 

Mis médicos dividieron mis tumores y los esparcieron

en los huesos de doce ratones. Damos

 

a los ratones venenos que, en el futuro, podría desear

para mí. Nos adentramos en cada ratón como en una bola de cristal.

 

Desearía que fuera perfecto, pero a veces la muerte que vemos

no se produce cuando lo intentamos de nuevo en mi cuerpo.

 

Mis tumores son viejos, más viejos que los ratones.

Crecieron por primera vez en mi costado, hace una década.

 

Luego fueron a mis pulmones, bajaron por mis fémures

y a las ronchas de mi garganta que incuban glóbulos blancos.

 

Los ratones solo tienen un tumor en la pata, cada uno.

Sus tumores nunca han crecido. Desarraigados

 

y trasladados. Han aprendido a dormir en cualquier cama,

que el vasto cuerpo rechace. Antes de que los tumores se puedan diseminar,

 

revientan las patas de los ratones. Que se desangran hasta morir.

La próxima vez, los médicos planean cortar las patas

 

en el último momento para que los tumores se diseminen.

Por mi parte, todavía tengo ambas piernas. Aunque para complicar más las cosas,

 

los cuerpos de los ratones luchan contra mis tumores. Tenemos que darles sida a

los ratones para que alberguen mis genes.

 

Quiero que mis ratones sean como yo. No tengo hijos.

Los llamé a todos Max. Primero fueron Max 1, Max 2,

 

pero ahora todos son solo Max. No tengo favoritos.

No saben que se llaman, por supuesto.

 

Son como niños a los que has traumatizado

y torturado para que no te dejen visitarlos.

 

Espero, Maxes, algo bueno en ti de mi parte.

A veces, incluso mi sufrimiento es bueno.

Claro que me hincho

 

de rabia, miedo— lo que te hace ver tu cola

como una barra en la jaula.

Pero luego los sentimientos pasan.

 

Y como no hago absolutamente nada (mi orgullo, como mi piel,

se desvanece) porque no me sucede nada. Y si

 

no te pasa nada, Maxes, eso es paz.

Que es lo que queremos. Confía en mí.

 

 

 

 

Acechando a mi ex novia en un potrero

 

Al principio, los Vientos del Mundo

nos repartieron pieles de igual grosor.

 

Entonces, un día, la vagina brillante de mi ex habló.

El aliento provenía del interior—

una campana de oro fundido con un peldaño en el útero

no alimentado por los Vientos:

 

Eres un carrito al que puedo enseñar a ser dos bicicletas.

 

Mojé mis manos en ella

y sus cejas y sonrisa hicieron un circuito en su rostro;

describió un orgasmo

tan imaginativamente que deseé convertirme en ella.

 

Ella me instruyó para desprender la mente y el cuerpo

para que la mente pudiera hablar

mientras el cuerpo venía,

pero me separé mal. Solo mi mente se dividió—

en una serie de sirenas con

melodías de espectáculo reproducidas entre ellas.

 

O tal vez solo fue mi cuerpo

y por eso estoy desnudo y ensangrentado.

 

Quiero vestirme con glamur —

llevar un esmoquin azul marino

con un crisantemo blanco en la solapa.

 

Entonces podré acercarme a ella,

someter su cuerpo a las operaciones

de los dioses, exponer su

campana a los Vientos

y recuperar la piel que ella tomó

 

para ser la sábana

de mi eterno lecho de enfermo.

 

*

 

Rechazo la tintura gaseosa del doctor

porque cada burbuja soy yo

hasta que revienta en mi lengua

y entonces me vuelvo tú.

 

 

 

 

Hola, Melissa

Te he hablado del cielo—

Simplemente quise decir que los ojos son soles que ven.

Ver son los rostros de un delicioso Señor con ansiedad.

Escucharte me desnuda.

Cuando beso tu tobillo estoy silenciando un oráculo.

El oráculo habla desde la colina de tu tobillo.

 

 

 

 

Nombra mi tiempo de muerte y mira lo que te hago

 

Se acabó el tiempo. Se acabó el descanso. Entonces volví a poner

a los médicos en el suelo

y les pedí un diagnóstico.

 

He estado poniendo a los médicos en fila

en una pequeña viga de equilibrio—

 

Cada vez que llegan al final, los tomo

por el cuello.

 

Hay un poco de sádico en mí—oh los niños

serán niños. Creo que me cansé

 

de las malas noticias, y cada vez

menos aire entra en mis pulmones.

 

Con el tiempo, he corrompido su manera de andar.

Es hora de su terapia de suelo. Ordeno a los médicos que me rodeen

 

y con cucharas de pronóstico tapen los agujeros

donde solían mostrarme mi cuerpo.

 

Pero sus piernas solo pueden andar hacia adelante, engarzadas

y locamente dobladas como las mías.

 

Abajo se estrellan contra el suelo,

gritando como un bebé al darse cuenta de que es un mono.

 

El diagnóstico es decepcionante:

no podemos decir si vas a vivir

 

o si la imagen de fondo

se parece mucho a ti.

 

Mi leche se está volviendo marrón, pero lo que llaman

células en ella son más como plumas de cerca.

 

Creo que hay algo en mí

más horrible de lo que están detectando—

 

creo que mataría por seguir vivo,

al menos a mí mismo,

 

y si no puedes aceptar eso

no conoces el ángel en mi sangre.

 

¿Y si me quedo sin un cuerpo para darte?

¿Qué me dejarías tomar de ti?

 

Una estrella, una balsa, una tela ensangrentada, una nube ensangrentada,

mi cuerpo, mi cuerpo, corro solo por ti,

y mi miedo es lo más hermoso que he visto.

 

 

 

 

Conejita de peluche

 

Mi pobre y pequeño futuro,

prácticamente podrías caber en una caja de zapatos

como en la que guardé a mi conejita especial

cuando decidí que era demasiado mayor para acostarme con ella.

Cada noche ponía una tapa en la caja.

Sabía que no podía respirar— estaba rellena,

pero pensé que le gustaría la oscuridad, la calma.

Tenía ojos, podía verlos.

Eran dos puntadas. Mi futuro tiene ojos,

por un tiempo. Luego mi futuro tiene puntos,

como los de “conejita especial”. Luego algodón fresco, como sus tripas.

Claro que hay otro mundo. Pero no está en otra parte.

El ojo lo atrapa para que veas sombras en el lugar

donde debería estar el cielo. Empiezas a apestar.

Ese eres tú siguiendo adelante.

 

 

 

__________________

 

*Alejo Morales (Bogotá, 1993). Estudiante de Historia. Publicó la antología Labios que están por abrirse con la Universidad Externado (Bogotá, 2021). Ganador del Concurso Universitario Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia con el poemario Abandonados en la puerta de la historia y en 2021 del Premio Distrital de Poesía Ciudad de Bogotá con Voces del Bajo Cauca, publicado por Abisinia Editorial en 2022. Sus poemas han aparecido en diferentes antologías, así como en publicaciones impresas y digitales. Además, es traductor de poetas norteamericanos en @lengua_dos y ocasionalmente en Abisinia Review.

 

Max Ritvo (L.A, 1990-2016). Fue el autor de la colección de poesía Four Reincarnations publicada por Milkweed Editions poco después de su ... LEER MÁS DEL AUTOR