Marisa Russo

El idioma de los parques

 

 

 

 

NAHUI OLLIN

El bosque de Chapultepec sabe que Nahui quiere ser, por una noche, otra vez Carmen. Esta mexicana ha abordado un barco hacia Lisboa y no ha vuelto. Carmen anhela entrar a una cantina, conocer a un hombre, beber un tequila, acompañarlo a su hotel, desnudarse.

Nahui, sin embargo, carga gatos, abrazos nocturnos, ojos de extrañas miradas. No le alcanzan los óleos para sostener una copa, para desabrocharse el corpiño.

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WASHINGTON SQUARE

La primera gota de lluvia del saxofón de Dusty Rhodes es para Rachel Green. Hoy camina vestida de novia, pero no huye, va tranquila hacia el centro de sí misma arrastrando un televisor encendido como un grillete. Esta tarde, más que nunca, le pesan sus treinta años.

Siento un adiós, Georgie, en todo el cuerpo.

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SARITA MONTIEL

 a Daniel Espinosa, in memoriam

Lado A: Turrialba

No fumabas, pero era «genial, sensual» verte convertido en la Saritísima, solo por los minutos del recreo. Tu sombra desgarbada vestida de uniforme se transformaba. Con tu «ven, ven y ven» nos conjurabas en el jardín del colegio. Entre risas coreábamos desafinadas:

«Nena: que mi vida llenas de ilusión».

Tu voz nos hacía olvidar que los cuplés no estaban de moda.

Lado B: Nueva York

Dani, hoy tu recuerdo nos ha traído a Greenwich Village. En Christopher Street te atrapan las chicas altas y te sientes de nuevo Sarita Montiel.

Te veo ahora con un pañuelo blanco en la cabeza, un chal rojo y un canasto, ofreciendo violetas por la pasarela del Lips.

Desde la última mesa, admiro tu salero al ritmo de “La violetera”.

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GLORIA GUIDA

Gloria no sabe dónde tirar la colilla de su cigarro en Bryan Park. Johnny se ha quedado en el hotel cuidando los detalles del concierto de esta noche. La pista de hielo congelada la desliza por su leyenda. Un enjambre de colegialas pasa como fragmentos de películas en su memoria. Sin embargo, hay una escena que no ha pasado por el celuloide. Ella clama hacer el amor con el músico, en la sala de manuscritos bíblicos de la Biblioteca Pública de Nueva York.

Desea cantar desnuda sobre los leones “Nel blu dipinto di blu”.

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SYLVIA KRISTEL

Sylvia alimenta palomas en el Vondelpark. Le han propuesto la séptima película de su exitosa Emmanuelle. Habrá gira por Filipinas, euros fáciles y un guión lleno de monosílabos.

Lo piensa, el papel ya no es el de la muchacha frente a los espejos, sino el de la madame.

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LA COCA SARLI           

El trueno entre las hojas de la Plaza 9 de julio rememora en Coca las palabras de Armando: “No seas tonta, yo puedo ser tu hijo, tu hombre y hasta tu padre”. La diosa impura exhibe sus hombros desnudos por primera vez al set de grabación. Fuego, Carne y Fiebre le censuran el caminar más bello de Buenos Aires. La satisfacción de ser la otra y de haber tenido a Armando entre los brazos el día de su muerte, la elevan al reino de señora.

Regresa a casa en coche y se consuela con el mentón y la voz de Armando entre sus pechos: “No necesitás nada más, sonsa”. En ese instante, La Coca comprende que ella es el amor y las películas los hijos.

En el jardín, los perros aguardan su llegada.

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MARLENE DIETRICH

“No puedo evitar dejar besarme fácilmente”, escribe en sus diarios de juventud.

Lola Lola atraviesa Tiergarten como un cometa de piernas esbeltas. Cruza el estudio de la Universum Film con zapatos blancos, boina y cigarro. Deja caer las cenizas sin disimular infidelidades. Marlene las junta y se empolva el rostro.

Entretelones es bien sabido que se acuesta con todos, menos con Adolph. Se fuma a los que dicen que ella es la culpable de la Segunda Guerra Mundial.

 

Marisa Russo (Buenos Aires, Argentina). Poeta, editora, gestora cultural y profesora adjunta de Hunter College, City University of New York. Estudió el ... LEER MÁS DEL AUTOR