La casa del llanto y otros textos
LA CASA DEL LLANTO
a Ricardo Yáñez
Pulso la armónica para entonar
la historia del hombre que llora.
Llora al quitarse los zapatos
y cuando se ducha
mezcla la sal de sus lágrimas
con agua verdadera.
Llora si cae la patria
y porque con sobras no se hace otro país.
Le llora la corbata y los zapatos
le llora el pie derecho del corazón enfermo.
El traje entero es un humor acuoso.
Y yo que soy un témpano de hielo
le pido que una tarde, una noche en la playa
llore un poco por mí.
MONÓLOGO DE LA BICICLETA
Por la mañana, antes que brote el sol, despierto a mi bicicleta
(no es bueno para el país las bicicletas duerman tanto).
Todos envidian mi bicicleta
roja como una partitura escrita por el sol.
Toma sus alimentos
(las bicicletas comen una vez al día;
no es bueno para el país las bicicletas coman tanto).
Paseamos por la playa. Los bares, las muchachas,
el silencio amargo de la cerveza.
El mar arroja su líquido linaje
las altas olas su collar de espuma;
Un día tomará el camino más largo
y volverá con una o dos bicis pequeñas.
Seré como un abuelo, un vendedor de biblias
o un ciclista en su taller de baicas descompuestas.
LA CARAVANA
Vienen en procesión del otro lado del cielo.
Yo camino en sentido contrario
mientras ellos avanzan con su casa a la espalda.
La madera cruje.
El viento abre puertas y ventanas.
Adentro las abuelas tejen el destino
y la carretera se extiende.
La madre ve al norte. Los hijos al sur.
“¿Qué hacer si los puntos cardinales
dibujan flechas encontradas?”,
piensa el padre
y pone a secar ladrillos frescos
para cubrir los huecos de la casa.
¿Por qué viajas vacío?,
dice un hombre con cabeza de barco.
-Mi casa es el poema –digo
mientras un verso rebelde
se une a la caravana.
El hombre del barco en la cabeza
ve un oasis en el desierto
y llama a los otros para que suban a la barca.
Pero los otros tienen miedo
de que el oasis se convierta en mar.
Yo sigo por las hojas del poema.
La caravana es cada vez más grande.
Noviembre 4 de 2018
ELOGIO DE LA RISA
Por allá va tu risa, me parece
un poco triste sin mí.
La gente quiere prenderle fuego
ahogarla en la piscina
romperle de un mordisco la alegría.
Alguien traiga una red, una pistola
estábamos bien hasta que se filtró
a las ventanas de los dientes.
Los enfermos no paran de reír
y al gobierno parece preocuparle
el estallido.
A la ley no le gusta la risa ande de más
y le ata una piedra
y la arroja al fondo de los lagos mentales
un laboratorio la hace píldora
y los vecinos: apaguen esa música
y mi antigua risa ahora sólo tuya.
En el último pleito la risa perdió un diente
anda un poco alterada del risueño
y música alterada hace mal sol.
Un país se mide
por el Producto Interno Bruto de su risa.
LOS CEREZOS DEL SANTUARIO DE YASUKUNI
Dibujo con palabras
los cerezos del santuario de Yasukuni.
Con aguarrás o thiner
mi pincel se ablanda
como pelo de nutria
y pierde el gesto de piedra
olvidado desde la última guerra.
Cerezos caídos en
- La revolución sin sangre
- La llegada de los barcos negros
- La guerra del año del Dragón
- La batalla del Mar Amarillo
- La invasión a Manchuria
- La gran guerra de Asia
Pero si los cerezos caídos en combate
son millones
¿por qué sólo 600 de ellos
danzan en el Festival de las Flores?
Noviembre 9 de 2018
AHORA TENGO UN ELEFANTE (Elephas maximus rubridens)
Un día tuve un perro, un ejército de gatos
y una serpiente pequeña que calcinó el sol.
Tuve ocho tortugas de tierra, un caballo
dos cangrejos, un gallo tuerto y algunos peces.
Ahora tengo un elefante.
Se extinguieron hace siglos
no sé cómo viajó de Beigin a mi país.
Pude tener un buda de barriga redonda
un camello, un pez diablo o un tiburón anguila.
Pero tengo un elefante.
Viajó de una aldea de Hunay a orillas del río Milou
donde la gente toca gongs y tambores para que los peces
dejen en paz al poeta de los Reinos Combatientes*
que yace en el fondo recitando poemas.
Monto mi elefante en las calles angostas de Babel.
El mundo es un lugar extraño.
Octubre 2018
*Qu Yuan屈原 (340 – 278 aC.). Se ató una piedra a la espalda y se arrojó al río Miluo. Desde entonces, durante el festival del Bote del Dragón la gente se congrega en barcas y arroja zongzi (pastel de arroz) al agua para distraer a los peces y que estos no toquen el cuerpo del poeta.
LA GACELA OJOS RASGADO Y LA ANTIGUA RUTA DE LA SEDA
No soy un cazador de gusanos de seda, pero recorrería las millas náuticas y los kilómetros necesarios, porque acariciar sus cabellos es como rozar la nada con los dedos. Viajaré siempre recto, hasta el fin del mundo; en mi caballo de bambú cruzaré dos mil kilómetros de estepa rusa y los montes Urales. De Siberia, en 40 días llegaré al lago Baikal y descenderé a la frontera China por el río Amur. Pasaré lentamente mi mano por sus cabellos semejantes a un animal precioso y adormecido, porque en su pelo la vida transcurre en voz baja y las palabras se ocultan de la luz en una madriguera. A cambio de que me deje robarle un beso en idiomas diferentes le regalaré diez jaulas de pájaros, no avecillas comunes, pájaros refinados y bellísimos. El cielo se convertirá en un estallido, pájaros en vuelo vertical flechas aladas, música en viaje permanente, cantos despreocupados y alegres.
No le obsequiaré joyas, las joyas no vuelan ni cantan.
Me verán a la orilla del lago tocando para ella un instrumento de bambú que reproduce el canto de todos los pájaros. Y si una noche se esfuma con el aliento del mar, no quedará nada hermoso en el mundo.
Leo sus mensajes, los ideogramas semejan un libro ilustrado por las huellas de un mirlo de Kissan, signos trazados con la complicidad de la locura sobre papel de arroz.
Si un día nos despedimos no diremos adiós. Ah, porque el adiós es una conversación seria y la seriedad está reñida con nuestra forma de ser. Nos perderemos en el Monte Amarillo antes de que el reclamo inoportuno de la vida llegue a su fin.
EL CAZADOR DE METÁFORAS
De puntitas, desnudo de la palabra a los pies
tensa el arco
enmudece la flecha,
pero el blanco se mueve
cambia de forma, de música, de nombre.
Vuelve a tensar el arco:
ahora apunta al cielo.
Nada se inmuta.
El mundo gira igual,
mas llueven pájaros.
Abril 23 de 2015
EL TOUR DE LOS MENDIGOS
El vagón que los lleva,
muñecos hacinados a medio hacer
vestidos con desperdicios de estaciones
y saldos de la patria
da vuelta en círculos sobre las vías del tren.
La ciudad no es tal sin la mirada
de la legión de espantapájaros
que ocupa las banquetas como un performance mudo
del que son protagonistas, pero ellos no lo saben.
También hay artistas de reparto
y escenarios naturales
casi siempre aparadores de joyas y zapatos.
Pordioseros, mendigos, desechables
-o el título de honor que corresponda-
no alcanzan estadística alguna:
una mano invisible los borra de la historia.
Por la mañana
antes que el sol despliegue sus banderas
de júbilo y progreso
sombras lentas parece que destapan
la cañería del mundo. Antes del alba
la ciudad hace suyo ese olor
entre aceite quemado y animal que se pudre.
Por esos días la patria era una fiesta:
cumplía años, la visitaba un Papa
y lucía más pura que un jardín encantado.
Esto pasó hace siglos. Ya nos acostumbramos
al rumor de ese tren
y a la peste que da vueltas y vueltas.
ESTACIÓN 43
Días en que la palabra desaparece
y la buscan sus padres, amigos llaman, pájaros preguntan
así sea otra su manera de hablar.
Le arrancan la raíz, el mito, la inocencia
y en medio de esperanza, vuelvo mañana o madre
un tronco, otra palabra, otro tronco
y las palabras gasolina y fuego
y la noche se hace lumbre
y la palabra país envejece de pena
y aparecen otras como tiro de gracia
y azul sin cementerio.
Noviembre 17 de 2014