Margarita Drago

Un cuerpo que aún palpita 

 

 

 

 

Un cuerpo que aún palpita 

Un cuerpo rígido
una boca desdentada que
se abre y englute el alimento
que le ofrece la mano del amante
una mirada fija perdida
en una realidad extraña
unas frases inconexas
un pensamiento
una palabra
una ligera sonrisa
enlace
fugaz acople
con una historia
lejana compartida
un cuerpo que reclama unos brazos
que lo alcen
un cuerpo que se resiste a ser tierra
un cuerpo que  añora sus pasos
por caminos polvorientos
por espacios urbanos
unas manos que dibujan
redes laberínticas
jeroglíficos con mensajes
de otros tiempos
un cuerpo que se negó al castigo
que renunció a memorias que laceran
un cuerpo que aún palpita
que aún se para
que aún se apega a una cama
a unas sábanas
a un cuarto reducido
celda cárcel carceleras
un cuerpo que se rehúsa a
compartir la mesa con
otros cuerpos que
aún tienen memoria.

 

 

Otra vez,  palabra enamorada

Se me ha enquistado en el pecho
el miedo a perderte a perdernos
y me aferro como el trapecista
a tus pies a tus cabellos y a tus manos
y me adhiero a la concavidad que

me entrega tu cuerpo
y me hundo atada a vos
en la región del delirio
geografía sin límites
donde volvemos a nacer y a nacernos
otra  vez perro en la rueda  del samsara
fiel a tus pasos
celosa guardiana  de tu cuerpo
seremos otra vez risa y canto
otra vez palabra enamorada
sin tiempo.

 

 

Soy

Soy la desnudez del árbol
la esencia de su savia macerada

en la profundidad de la tierra
la tibieza del nido albergado en su rama
el canto del pájaro que lo habita.

 

 

Sueño de  tardes amarillas

Yo sé de tardes amarillas concebidas
tras las ventanitas de un sótano.
Saben a amantes que  regalan
besos al camino,
saben a café, a pan caliente,
al aroma del jazmín horadando
las habitaciones de la infancia,
saben a miel,  a libro viejo
en las manos de una anciana
que desgrana plegarias en silencio,
saben a risa y cantos infantiles,
a columpios rompiendo el aire
de la placita del barrio.
Yo sé de esas tardes amarillas
las tracé finamente,  noche a noche,
sobre la página en blanco de mis días,
con  caligrafía apretadita  y  diminuta
corriendo loca tras mis  desbocados sueños,
las diseñé en una celda fría
junto a otras que también delineaban,
sobre la página limpia de sus días,
tardes y mañanas amarillas,
cargadas, como ellas,  de un futuro
intensamente amarillo.

 

 

Último vuelo

Desnúdate Margarita frente a tu propio espejo
estás sola en la habitación vacía de
cuadros muebles y recuerdos
ya todos se han marchado
son huellas desafiando el tiempo
los pájaros migraron a la estación del sur
el sol languidece da paso a las sombras y al silencio
la que fuera tu patria es inmensidad de agua y cielo
tus ídolos de barro son polvo bajo el fuego
tus dioses inventados son nubes diluyéndose a lo lejos
escuelas y doctrinas palabras al viento.

Desnúdate Margarita emprende el vuelo
no hay mano que te guíe ni voces de aliento
ni ángeles ni jueces ni condena ni premios
estás frente a tu Yo que adoptó la forma de tus huesos.

Desnúdate mujer
sé pájaro
sé vuelo.

Margarita Drago (Rosario, Argentina).  Doctora, catedrática de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, po ... LEER MÁS DEL AUTOR