La tristeza se comprende en los parques
LA TRISTEZA SE COMPRENDE EN LOS PARQUES
I
La línea del tiempo es una cicatriz en la cara
En ella se impregna toda la tristeza por las tardes
¿Hoy es lunes o domingo?
Es el día de la tristeza en los parques
No
Hoy es el día que la amargura se queda atada a las bancas
El día en que los huesos se vuelven más cansados
El día que mis ojos se tragan el mundo
No
La tristeza no está en los parques
Son los años sedientos de la nada
Sedientos del sinsabor de los días
II
El parque es un ataúd a las cinco de la tarde
Veamos a todos sus muertos contemplar la agonía del día.
¿Cuántos años tiene usted Don Rubén?
Tengo 75 golpes en la cara
El sueño de la palabra en mi lengua
Tengo, jovencito, las manos abiertas para el poema
Para que encuentre en ellas el ritmo del agobio
Porque no es fácil, niño
No es fácil ser el cemento
O la carne postrada para el paisaje.
Yo tuve la fuerza del verso en mis puños
Lo amargo del verbo vivir
Sí lo tuve
Lo tuve como se tiene una esperanza
Ahora véame
Vea mi aliento al filo de un café
Vea mi cara cortada por las agujas del reloj
Tengo 75 golpes en la cara
Tengo la edad del tedio y las ganas de morirme ya.
DESIERTO
Para los niños migrantes
LA OSAMENTA ES UNA PROLONGACIÓN DEL DESIERTO
la cruz de hueso que se pierde en el exilio
En el desierto se muere con el nombre tatuado de todos los hijos que quedan atrás
con la embarazada agonía de descubrirse incierto
con la lengua seca abrazando la saliva
En el desierto los muertos son una arena esparcida
duelen como una espina deslizándose en la carne
duelen como la tumba en la que nadie se persigna
Es que no es fácil ver la arena como un veneno suave
cuando el sol se vuelve una ruina sobre la espalda
cuando la garganta es un pájaro apagado
no es fácil con la esperanza de toda una familia
En el desierto se muere a los de pies del nopal con el corazón putrefacto
los cráneos ruedan como tren perdido
las piernas son rieles mudos que no encuentran el camino
las vísceras son una cadena de flores de sangre
flores de muerto mostrando sus dientes
la lengua como un tajo de carne podrida se hace pesada
pesado también el andar ecuestre de todas las fronteras
de todas las carnes desgarradas en Tecún, Chiapas, Coahuila
En el desierto los muertos son un muro de huesos que se quiebra
Un río de sangre que se seca en cada manotada
Una bandera tejida con todos los dedos de Centroamérica
En el desierto
sólo en la piedra el cerebro destila lo amargo de los sueños
sólo la piedra se apiada de la carne
sólo la piedra es el epitafio de todos los migrantes
BALA PERDIDA
La niña juega a medir la soledad del aire
Busca la respuesta a los besos que su abuela le dio en la frente
Ella sabe que es lindo sentir un escupitajo de vieja en la frente
La niña juega a medir la soledad del aire
Juega a las muñecas con la humeante mueca de un árbol
Ella sólo necesita un momento para extender su sonrisa llena de caries
La niña juega a descifrar figuras en las nubes
Siente un beso acalorado en su vientre
Su desangrado nombre se desliza sobre el suelo
La niña llora
juega a medir la pólvora en el aire
UMIT
I [se]
Todo comienza amando la madrugada
Amando el canto de los gallos que buscan un nombre de luna
Todo comienza en la ternura de las flores y sus pétalos de sangre
Todo absolutamente comienza amando la saliva
Porque de la saliva y el barro somos
Somos la jícara y el destino de la tierra
Todo absolutamente comienza con la tibieza del día
Con la sonrisa caliente de todos los astros: el nacimiento del padre y el fuego.
Yo
Que soy saliva y barro, planta y ternura
Comprendo que somos bebidos por la luz y el día
Pero también, mi hermano, somos de la noche
De la oscuridad y la luna: la madre.
Todo comienza en la sonrisa de la jícara y de la raíz
En la plegaria de sangre que cantamos
Todo comienza en la tierra y el sudor
En la semilla que nace en la palma de la mano
Todo comienza en la nocturna sonrisa del delirio
No, no callamos la locura ni la muerte
Ni el disparo que quebró los huesos de la tierra
Y de los huesos que nacieron como piedras
Todo comienza pues, con la ternura entre las manos y con el odio entre los dientes
Todo comienza, mis hermanos, en el sueño de los pájaros y su grito de sangre
III [yey]
Yo soy el padre del que habla
Y hoy me arrancan de la tierra con las uñas sangradas en la nada
Yo soy el padre
El vejestorio de huesos que guarda un delirio de sangre
Yo
me niego a morirme cruzando los brazos de tristeza
Yo soy el puño y el grito
Porque lucho desde los rincones de la piedra
Tengo las fuerzas en la sangre que me bulle como un caballo perdido
Respiro
Y encuentro en mis manos los huesos de mis abuelos
Respiro
Y voy amagando con la amargura de mis años
Porque habitan en mí, todas las ansias de la primer cosecha
De la saliva del padre de mi padre
Y de la madre de mi madre
Porque me habitan todos como una cadena de huesos que me detienen para que no caiga
Por eso
Me adhiero a tu aroma agreste sorprendido por la lluvia
Me adhiero a la extraña suerte que nos invita el delirio
No me rindo
No me caigo
Me sostienen tus huesos
Y empuño en mis manos el ombligo de mi familia
La trenzada ternura de todos mis hijos
No me lo arrancan
Ni con el golpe, ni con la mentira
Ni con mil papeles que hayan firmado todos los tiranos
No se pueden llevar la tierra
No se pueden llevar mi casa
Porque mi casa no es sólo mi casa
Porque está habitada de todos los nombres que las sangre nos cosecha
Y al perderla, pierdo todo lazo que me ata a los años
Pierdo las caricias dibujadas de mis hijos
Pierdo los consejos de mi padre.
La tierra no se puede perder
Porque se perdería el sustento y la saliva
Perdería mi lengua y la voz
Es más, perdería el grito de la sangre
¿Y entonces, qué sentido tendría resistir?
Me quedaría mudo como la piedra
Me quedaría habitado por todos los vacíos
Nadie me vería zanjando los nombres de la sangre
Por eso, yo me resisto con el golpe
Yo me resisto agitado por el polvo y los astros
Y desde ahora, no encuentro el sosiego
Yo soy el padre del que habla
Y no me pueden quitar la tierra
Porque la tengo metida en cada herida de la cara
Porque han sido las manos de polvo que me sostienen
Y eso, señores, sólo se quita con la muerte
Yo soy el padre del que habla
Y no me pueden quitar la tierra
Porque la tierra es la carne
Porque la tierra es el hueso
Porque la tierra es el puño
Porque la tierra es la sangre
Porque yo soy la tierra