Dios es el pez en mi boca
(Versión al español de María Del Castillo Sucerquia*)
DIOS ES EL PEZ EN MI BOCA
deja que tu sol caliente mi garganta
ilumíname desde adentro
qué se derrama de los picos de los cuervos
sino baratijas y semillas
un arete, una mosca seca, el hilo de seda
deslizándose por las bocas acuosas
¿me alejo con el corazón
tan arrugado como una nuez o me acerco?
ambas opciones señalan la misma dirección
se arremolinan las golondrinas y sube el húmedo cormorán
con un arco iris en la boca
QUERIDA MARÍA, MADRE DE JUAN
querida María, madre de Juan, si los milagros son el pan del alma, tú fuiste ese pan cuando Juan agonizaba. Debería ser yo, pensabas, mientras llorabas callada y pacientemente. Todo lo que rezaste, para que sobreviviera a la infantería de la guerra del Golfo, sólo para enterrarlo ahora. Miro mi fotografía durante la caminata en la nieve, teatral, como si invitara a un elenco imaginario con los brazos extendidos. ¿Cómo podrías haber sabido que su cuerpo se deterioraba, en una cama de hospicio, y que sus clavículas, pronunciadas por el hambre, se convertían en sagrados cálices para beber? No hay protocolos para morir. No hay guía. No hay refugio para quienes estuvimos presentes. Indefensos, nos golpeábamos como payasos de feria, desesperados por administrarle cinco analgésicos, por lavarle la bata y las mantas del hospital, después de que los tubos, con sus goteras, las ensuciaban; por ponerle frías compresas en la febril cabeza y que, finalmente, pudiera dormir. Tu hijo murió sin quejarse, y la fuerza la obtuvo de ti, María.
Cuando se fue, te tranquilizó su descanso. Ahora, me pregunto cuántas primicias recuerdas: su primer aliento, su primer viaje de pesca con su padre, los primeros perros que entrenó, su primer retrato vestido de azul. Ese niño que llevaste en tu vientre, y alimentaste con pequeñas cucharas de plástico hasta que, un día, con insistencia, dijo puedo hacerlo yo solo.
ZOOM CON LA MÉDIUM
quiero despedirla, pero mi corazón es como helio
aullando por qué pasaría si
la médium espiritual podría ser franca
ansío que la esperanza disipe el desprecio
creer que es una farsa
no maliciosa, sino un bebedora de Kool-Aid
mientras deliro por mi difunto marido
pero ella describe la fotografía en que
él acaricia a la cierva que se le acercaba a diario
incapaz de discernir lo que tenía en su mano izquierda
la pintura en aerosol con que escribió no matar
en el costado de la cierva
mientras ella permanecía inmóvil
quiero despedir a la médium
temo que me tome por tonta
pero me desconcierta
dice que ve una medalla de valentía y un hombre
que se ríe de mi obsesión por saber si está bien
mi visión se torna borrosa, como golpeada por gas pimienta
saca ‘Los Amantes y El dos de Copas’
y adivina que somos almas gemelas (algo que siempre dudé)
lloro contra el papel higiénico
zumbo como frenéticas abejas
cuando me indica que rocíe todas las ventanas y
las puertas de nuestra casa
para extinguir los pábilos fantasmas
que suavizan los despiadados bordes
con la luz
PRIMERA NAVIDAD SIN TI
le paso las uvas y el pan a nadie
pongo la tetera entre las dos tazas
arranco un codo de tu pan fermentado
lo sumerjo en tu aceite casero y luminoso
en el dorado y verde charco
en el plato blanco
una levadura de dolor se me hincha en la garganta
rompen el silencio los villancicos
mi suéter rojo
tus parpadeantes luces
el eco de los colores en la curva de un cristal
nunca antes entendí lo que mucho
que te necesitaba para sostenerme
debajo de la manta yacimos moribundos
pero en aquel momento
creí que sólo eras tú
EL VOLUMEN DE SU AUSENCIA
querida Lindsey, ahora comienza la soledad, ese túnel debajo del corazón. Un canario enjaulado para que tu dolor siga su canto. Fósiles en forma de hojas de un antiguo abandono llegó antes que él para cristalizar los barrotes, marcar tus rocas.
Desde que partió, has intentado llenar el vacío con melodiosos cuencos y proverbios. Cualquier cosa que ablande el látigo de la pérdida. Pasas los días con desgano, empiezas el circuito de entrenamiento deprimida, te aplasta el volumen de su ausencia. Suenas como el desgarrador grito de la Naturaleza, como la montaña justo delante de mí -benefactora de las flores silvestres y de los hogos que cazo y vendo a mis amigos cocineros-. Ya no pendes, has sido arrojada al futuro. Herida y asustada, no sales del establo. Virtud, determinación, humildad para orar o suplicar… ¿Qué importa todo eso cuando lo que era de dos ahora es de a uno y el silencio inunda la nada como un enemigo y un amigo a la vez?
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*(Poeta, editora, agente literario y traductora)
Barranquilla, Colombia – 31 de enero del 2022
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