Lindsey Royce

Dios es el pez en mi boca

 

 

(Versión al español de María Del Castillo Sucerquia*)

 

 

DIOS ES EL PEZ EN MI BOCA

 

deja que tu sol caliente mi garganta

ilumíname desde adentro

 

qué se derrama de los picos de los cuervos

sino baratijas y semillas

 

un arete, una mosca seca, el hilo de seda

deslizándose por las bocas acuosas

 

¿me alejo con el corazón

tan arrugado como una nuez o me acerco?

 

ambas opciones señalan la misma dirección

 

se arremolinan las golondrinas y sube el húmedo cormorán

con un arco iris en la boca

 

 

 

QUERIDA MARÍA, MADRE DE JUAN

querida María, madre de Juan, si los milagros son el pan del alma, tú fuiste ese pan cuando Juan agonizaba. Debería ser yo, pensabas, mientras llorabas callada y pacientemente. Todo lo que rezaste, para que sobreviviera a la infantería de la guerra del Golfo, sólo para enterrarlo ahora. Miro mi fotografía durante la caminata en la nieve, teatral, como si invitara a un elenco imaginario con los brazos extendidos. ¿Cómo podrías haber sabido que su cuerpo se deterioraba, en una cama de hospicio, y que sus clavículas, pronunciadas por el hambre, se convertían en sagrados cálices para beber? No hay protocolos para morir. No hay guía. No hay refugio para quienes estuvimos presentes. Indefensos, nos golpeábamos como payasos de feria, desesperados por administrarle cinco analgésicos, por lavarle la bata y las mantas del hospital, después de que los tubos, con sus goteras, las ensuciaban; por ponerle frías compresas en la febril cabeza y que, finalmente, pudiera dormir. Tu hijo murió sin quejarse, y la fuerza la obtuvo de ti, María.
Cuando se fue, te tranquilizó su descanso. Ahora, me pregunto cuántas primicias recuerdas: su primer aliento, su primer viaje de pesca con su padre, los primeros perros que entrenó, su primer retrato vestido de azul. Ese niño que llevaste en tu vientre, y alimentaste con pequeñas cucharas de plástico hasta que, un día, con insistencia, dijo puedo hacerlo yo solo.

 

 

 

ZOOM CON LA MÉDIUM

 

quiero despedirla, pero mi corazón es como helio

aullando por qué pasaría si

la médium espiritual podría ser franca

ansío que la esperanza disipe el desprecio

creer que es una farsa

no maliciosa, sino un bebedora de Kool-Aid

mientras deliro por mi difunto marido

pero ella describe la fotografía en que

él acaricia a la cierva que se le acercaba a diario

incapaz de discernir lo que tenía en su mano izquierda

la pintura en aerosol con que escribió no matar

en el costado de la cierva

mientras ella permanecía inmóvil

quiero despedir a la médium

temo que me tome por tonta

pero me desconcierta

dice que ve una medalla de valentía y un hombre

que se ríe de mi obsesión por saber si está bien

mi visión se torna borrosa, como golpeada por gas pimienta

saca ‘Los Amantes y El dos de Copas’

y adivina que somos almas gemelas (algo que siempre dudé)

lloro contra el papel higiénico

zumbo como frenéticas abejas

cuando me indica que rocíe todas las ventanas y

las puertas de nuestra casa

para extinguir los pábilos fantasmas

que suavizan los despiadados bordes

con la luz

 

 

 

PRIMERA NAVIDAD SIN TI

 

le paso las uvas y el pan a nadie

pongo la tetera entre las dos tazas

 

arranco un codo de tu pan fermentado

lo sumerjo en tu aceite casero y luminoso

en el dorado y verde charco

en el plato blanco

 

una levadura de dolor se me hincha en la garganta

 

rompen el silencio los villancicos

mi suéter rojo

tus parpadeantes luces

el eco de los colores en la curva de un cristal

 

nunca antes entendí lo que mucho

que te necesitaba para sostenerme

 

debajo de la manta yacimos moribundos

pero en aquel momento

creí que sólo eras tú

 

 

 

EL VOLUMEN DE SU AUSENCIA

querida Lindsey, ahora comienza la soledad, ese túnel debajo del corazón. Un canario enjaulado para que tu dolor siga su canto. Fósiles en forma de hojas de un antiguo abandono llegó antes que él para cristalizar los barrotes, marcar tus rocas.
Desde que partió, has intentado llenar el vacío con melodiosos cuencos y proverbios. Cualquier cosa que ablande el látigo de la pérdida. Pasas los días con desgano, empiezas el circuito de entrenamiento deprimida, te aplasta el volumen de su ausencia. Suenas como el desgarrador grito de la Naturaleza, como la montaña justo delante de mí -benefactora de las flores silvestres y de los hogos que cazo y vendo a mis amigos cocineros-. Ya no pendes, has sido arrojada al futuro. Herida y asustada, no sales del establo. Virtud, determinación, humildad para orar o suplicar… ¿Qué importa todo eso cuando lo que era de dos ahora es de a uno y el silencio inunda la nada como un enemigo y un amigo a la vez?

 

 

 

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*(Poeta, editora, agente literario y traductora)
Barranquilla, Colombia – 31 de enero del 2022
lacabramontes@outlook.com

Lindsey Royce (Estados Unidos). Es una poeta. Tiene una maestría en literatura inglesa y estadounidense de la Universidad de Nueva York, y un doctorado e ... LEER MÁS DEL AUTOR