Leopoldo Lugones. La perfecta

 

Presentamos tres textos claves del imprescindible poeta modernista argentino.

 

 

 

Leopoldo Lugones

 

 

La perfecta

Moriré sin verlo, dijo
la moribunda a su amiga.
Bien sé ya que no me quiere,
pues que mi mal no adivina.

—En tanta crueldad no creo,
vendrá al fin, la otra réplica.
Él, de no haberme querido,
ninguna culpa tenía.

Dulce es que su amor me mate,
y basta para mi dicha
morir besando la flor
que me dio por cortesía.

 

 

 

Lied de la boca florida

Al ofrecerte una rosa
el jardinero prolijo,
orgulloso de ella dijo:
no existe otra más hermosa.

A pesar de su color,
su belleza y su fragancia,
respondí con arrogancia:
yo conozco una mejor.

Sonreíste tú a mi fiero
remoque de paladín…
y regresó a su jardín
cabizbajo el jardinero.

 

 

 

Fatalidad

Rogué al amor, por no verte,
que me cegara como él.
Perdí la vista y tu imagen
flotó en mi sombra más fiel.

Cansado de tus desdenes,
ensordecer le pedí.
Todo calló; mas tu acento,
seguía cantando en mí.

Al exceso de sus penas,
perdí olfato y paladar.
Mas tu aroma y mi amargura
nunca las pude borrar.

Que insensible me tornara,
fuera fácil petición,
pues mi dolor y mi vida
ya una misma cosa son.

Sólo me resta pedirle,
para alcanzar la quietud,
que me dé muerte y olvido
en anónimo ataúd.

Pero una duda me asalta
bajo esta pena fatal:
¿Y si es el alma la herida?…
¿Y si el alma es inmortal?…