Leocádia Regalo

Mi oasis

 

 

(Traducción al español de Stefania di Leo)

 

 

 

SOLO UN LAGO

 

Solo un lago

de reflejos vagos

en el silencio de la noche

preñado de intuiciones secretas.

La superficie clara

fugitiva persiste acuática

implica el asombro del lenguaje.

 

Solo un lago

contornos difusos

ondulaciones volubles

con la brisa episódica

vientos inciertos.

 

Me concentro en el

reflejado en el líquido del portaobjetos.

Flota el paisaje vegetal

rodeado de palabras

esperando la revelación,

librándoles del sentido común

de la convivencia diaria.

 

El sol puede brillar.

Lluvia, cosecha fértil.

Escape, tal vez azul.

O nada de esto.

Cualquier alianza entre palabras

es una mera coincidencia en la gestación.

 

En el centro del lago

nada se refleja.

Las imágenes que lo habitan

permanecen dentro de los límites

de su curvatura cerrada.

 

La brisa inesperada

deformando la figuración

reflejada.

Las palabras quedaron atónitas.

La alegría se convirtió en alegoría.

La inacción se convirtió en hambre.

Íntimo disipado en los más pequeños.

Y la hechicería sembró florilegio.

 

Tienes que esperar

deja pasar la brisa.

Esperar agua turbia del lago

volver a tu claridad inicial.

 

Miro de nuevo desde las aguas

imágenes fijas estáticas.

Reconozco la imagen que tengo de mí misma.

Alrededor

el paisaje vegetal

se ve más brillante.

 

Las palabras vuelven a apaciguarse.

No sé cómo nombrarles.

La brisa se los llevó

inscrita en el cuerpo.

Algo

dentro de mi

volátil

esperando el aliento de vida que

los devolverá al espacio abierto

donde se comunican.

 

Solo un lago.

de destellos y reflejos.

Y la transparencia del fondo

inscripción esencial

en la metamorfosis de la imagen

con la que me revelo.

 

 

 

 

MI OASIS

 

Ahora estoy escribiendo en otra dimensión.

Cansada de cruzar la inmensidad

de repente los ojos en el espejismo.

El mar de arena se acurruca a mis pies.

Sorprendidos, alados, están en camino

para cultivar el palmeral en el paisaje.

Me acerco a ti, mi oasis, y me embarco

a través de las venas de su cuerpo vegetal.

Me detengo al borde de los arroyos,

donde la sed de espera se sacia de ternura.

Empiezo a apaciguarme de la larga caminata

penetrando los diseños sibilinos

de las suaves sombras protectoras

que abrazan mi lasitud con misterio.

En ti encuentro refresco

de las palabras pronunciadas al unísono

fuente de afinidades donde mana

tu verbo claro y liquido

diluido en la linfa palpitante

de los nombres que me revelan por sorpresa.

Ahora estoy escribiendo en otra dimensión

más amplia en la distancia de conocerte

mi oasis de descanso y descanso

donde alimente mi corazón para el viaje

en este desierto al sur de mi arte.

 

 

 

 

ABRAZO

 

Nunca el sol poniente

me dejó marcas de melancolía

o impresiones de pérdida y vacío.

Por eso estoy extasiado

ante los paisajes del sur

poseído por la estrella ardiente

que poco a poco desciende sobre ellos

tocándolos con fuerza

de este complejo

suave y envolvente

inundándolos con el resplandor cálido

con el que los cubre se desmayó de repente.

 

Entonces la sombra cae

apacigua el día

y los contornos indistintos se difuminan

del horizonte pacífico.

 

Si pudiera estar en la vida

como los paisajes poseídos

por la estrella en llamas …

 

 

 

 

COMPRENSIÓN

 

Cuando me entregaste

la paleta de colores y dijiste

ahora pinta la alegría del abrazo

el sabor del encuentro

el colapso de la entrega

Coloreé las curvas del paisaje con fuego

Tomé el resplandor adamantino del sol

con que rocé tu cuerpo nacarado.

 

Cuando me ofreciste el laúd

membrete y sugeriste

ahora canta la canción del viento

el tono claro que duerme la fuente

y quita tu voz

donde la calma te espera por la noche

Compuse escapes en la clave correcta

atravesando los tonos de exótica armonía

con el que se exaltan las deidades paganas.

 

Cuando me diste de beber

el néctar de las estrellas y preguntaste

ahora prueba la dulce frescura de las mañanas

donde evoluciona el olor de la tierra

de las montañas en pie

como budas durmientes

Finalmente me emborraché de comprensión

Me quedé dormida en tu flanco desnudo

sin dudar de la quietud de las nubes.

 

 

 

 

SEÑALES

 

Había señales a lo largo del camino

y no los vi en mi prisa

comprometida en el ingenioso escape

Escapé rápidamente sola, sola.

Maravillas pasadas

alcanzó el vértigo

descendió a la montaña más alta del mar.

Resortes para correr

en todas las venas

destino surcado

sin descifrarlo.

Compuso poemas

en el corazón de la vida

bálsamos rociadores

sobre la inquietud.

Creó climas

desiertos poblados

lleno de silencios

e inquietante.

Había señales a lo largo del camino

marcas de agua puras

rumor indistinto

rastros de alas

de ángeles caídos

de las catedrales góticas

en su esplendor.

Había señales a lo largo del camino

pero no los vi en mi prisa.

Ahora siento las meras señales

inscritas en la piel que no es solo mía.

 

 

 

 

FRENTE AL MAR

 

Tu rumor a veces se duerme

mi latente y vaga inquietud.

Te escucho en la distancia y sin embargo parece

que tu voz toca mi alma.

Enormes pelágicos bañando la playa

de barcos volcados en la arena,

no hay ola tuya que no me atraiga

para una inmersión vertical profunda.

Déjame bajar a las profundidades

el núcleo transparente del medio acuoso,

donde todo es líquido y silencioso.

Y luego vuelve a la tristeza

como algas flotando en un mar ventoso

arrastrado por diseños que no me atrevo

 

ADIVINAR

FRENTE AL MAR

 

 

 

COMPONIENDO FURIAS

 

En la silueta de tu cuerpo vidrioso

escribo ancla.

Aparecen diáfanos

las furias

que estalló en el aire

apaciguado.

Los aprisiono en el nombre

que les doy

(Me complace nombrarlos).

Pronunciar

relámpago

meteorito

avalancha

deshielo

 

Pienso en el contorno difuso

donde los anclo

y escribe

amanecer frío

rojo escaso

piel mojada

espejo opaco.

 

 

 

 

ANODINA LA CIUDAD

 

Ni siquiera la Lacrimosa de Verdi

ni el sol rojo en el horizonte

me dio el escalofrío

del tiempo de miradas penetrantes

atravesado de sorpresa y leve frío.

En las sombras de la ciudad no hay margen

a vagar por los gestos indiferentes

al ajetreo y bullicio de la hora de la tarde.

Caras difusas intrascendentes

poblar las calles abarrotadas en soledad

de expresiones aburridas y sonámbulas

acanaladas por las marcas de la rutina.

¿En qué país cada vez más al sur?

son las personas tocadas por la gracia

de las horas blancas y diáfanas

que suspenden la novedad del suelo?

Cómo recolectar en estos rincones

el repentino aliento de una sonrisa

que en este brumoso anochecer

rasga la mirada vidriada en ese asombro

especular de ansiedad?

Anodina la ciudad.

Leocádia Regalo Nació en las Azores (1950), en la isla de São Jorge, y vive en Coimbra desde los diecinueve años. Es licenciada en Filología Románica p ... LEER MÁS DEL AUTOR