Los huesos del silencio
(Traducción al español de Željka Lovrenčić)
Alambre
(Žica)
Trato de contar cuántos propósitos tiene el alambre.
En Auschwitz lo he visto puesto en cercados demoníacos y largos.
Un coffee to go, oigo la madre cuya voz está colgada
del alambre con la llave de la puerta de la casa.
Ella sabe que hay que tener las cosas bajo control
y no está bien cuando se dispersan.
Miré a mi padre como corta la hierba.
Se movía lentamente y de vez en cuando bebía
el café que mi madre le ha traído del centro comercial.
Le tuve envidia a la hierba por su independencia.
Desde su origen se negó a ser socia del alambre.
Las familias son diferentes.
Todas ellas compran alambre.
Mientras entran con él a los patios cercados,
sin notarlo lo siguen y creen en él.
Pero, a veces pienso que las mujeres que cultivan el huerto
en realidad, no ven las hortalizas.
Me parece que extienden el alambre para la esperanza
como sí esta fuera una planta trepadora.
Y no arveja.
El alambre me baja hasta los senos,
en verdad, fino y plateado y la gacela que cuelga de él, soñé,
se multiplica.
Y todo su rebaño en la noche salta la literatura mundial,
asimétricamente dispersa por la alcoba.
Durante el día pienso, qué actitud tiene Dios hacia el alambre.
¿Lo usa Él también
mientras en su mano de mecánico
sostiene una comunidad o un paisaje desajustado?
La vida de las letras
(Život slova)
El poeta denuncia a las letras y su carácter triple.
El carácter de los animales, mientras los domestican todavía es salvaje.
El carácter de la planta cuando se trasplanta al papel y ella deja en él tenues raíces
con las que hasta hace poco agarraba el cielo, las montañas,
hierbas, el olor a curry, el sabor a pimienta, el eco.
Algunas letras echan raíces en las mandíbulas de la historia,
como la muela.
Si ya no ajustan cuentas, contaría
cuántos dientes en general tiene la historia.
Las letras crecen en el papel,
a veces bastante calmadas, de vez en cuando salvajes y de rostro colérico,
agarran el globo terrestre.
Si no hacen un movimiento erróneo,
rastreando entran al hombre y
rastreando salen de él
como un pensamiento del que él se apropia.
Así que a él le pertenece su carácter.
Empiezan a mover las cosas hacia la metáfora
en vez de piezas,
hablar sobre las rebeliones alegóricas de los pájaros,
de la suavidad de la nieve.
De la flexibilidad del río que dobla la columna y vuelve
su cauce, siguiendo fielmente la personificación.
El poeta quien demostró que las letras se parecen a los seres vivos,
ya no las puede observar bien porque lo han ocupado totalmente.
Hablan desde él:
En el jardín crecido de hierba han dejado las escaleras que llevan al cielo.
Cuando me escondo detrás de los setos y espero lo suficiente,
veo como por ellas salen Todos los santos
a un supermercado abandonado con frutas, insectos y pájaros.
Las ramas de los árboles reemplazan los estantes.
Subo a las escaleras y observo el monótono cielo azul.
Me interesa si Dios
hará que en los picos de los pájaros
las letras se hagan sonoras.
Los huesos del silencio
(Kosti tišine)
El silencio también tiene huesos.
Me interesa ¿qué sonido tienen?
y ¿cuánto reuma pueden acumular?
Cuando encuentro una fosa común
en el campo,
alabo la bondad de los pájaros
que con su canto
revisten los huesos encontrados
como un nuevo tejido.
El buen verdugo
(Dobri dželat)
Soy el servicio de la casa de la melancolía.
Me preocupo de que coma, de que tenga la ropa de cama planchada,
las mantas lavadas.
Refresco y limpio su espacio,
hasta le canto.
Me alivia cuando alguna película o pradera me atraen
y alejan la melancolía,
mi amante promiscua.
O cuando me seduce la somnolencia y su anestesia.
La mañana soleada que del Este trae las caravanas.
Cuando la abundante luz cae por el patio como polvo,
la realidad ya no es aguda.
La mañana es un buen verdugo.
Mutila la melancolía,
pero ella revive como super héroe.
La melancolía es la emulsión con que está envuelto el día.
La manta que bajaron los demonios drogados.
La mañana soleada es la caja de primeros auxilios.
Quiere quitarle a la melancolía los botones del ascensor
tirarlos del subterráneo, del subcutáneo.
Pero, no sé cuál de ellos me
ha escondido las flores de algodón en la almohada.
Por un momento observo la mañana soleada.
Y luego la melancolía.
Hela aquí, va a pie.
A través del cielo
deja la larga sombra de sus pies.
La copa del árbol
(Krošnja)
El cielo es una copa de árbol gigante que cuelga sobre nuestras cabezas.
Parece que todas las estaciones climáticas en ella tienen
la misma raíz, sólo que está vuelta al revés,
igual que el azul que aquí sirve en vez del verde.
Por el momento la sostiene el antiguo Dios eslavo Perún,
por el momento Mitra, el Dios del Sol persa
y con ella tan revuelta
como si fuera un ramo de pensamientos,
despreocupadamente está parada la antigua diosa greca de la lluvia Diona.
Si los Dioses son como los gigantes,
pueden sostenerlo con una mano,
apoyado en la cadera.
Pero, a diferencia de la decoración floral,
desde el vasto ramo azul se precipitan los pájaros.
Cuando alguno vuela, parece un broche
que se descuelga.
El cielo de diciembre
de vez en cuando cubre las novias
que roban la blancura a la nieve.
Una de ellas justo ahora sale de la casa
y entra al horizonte; desaparece,
falsificando la nieve en su vestido.
El crecimiento del paisaje
(Odrastanje krajobraza)
Las cuencas pueden servir como un fiel reemplazo
del ojo de aguja cuando las lluvias pasan entre ellas,
el río como hilo.
Cuando lo hacen por primera vez, pensaría
que han hecho una invención. ¡Un hilo efervescente!
Pero, no es así; todavía no existía el hilo corriente,
sólo sí se toma en cuenta el hilo del cuento,
el hilo de la existencia.
El antiguo paisaje es ejemplo obvio del engaño.
En la edad de un recién nacido, a causa de un fuerte chubasco,
parecía canoso.
Mientras el vapor de la cocina de vez en cuando
se añade a la evaporación invisible en la naturaleza,
a la evaporación invisible del río que prudentemente sale
del raro y largo ojo de aguja
mi madre se queja de que duerme cada segunda noche.
No sabe por qué.
Mientras ella habla, menciona los días pares e impares,
el vapor caliente toma el papel de la madre
y en vez de ella invita a la cena.
El doctor enero
(Dr. Enero)
Medvednica* nos enseña lógica.
Me duermo en su cuesta vestida
de árboles.
En otra premisa la montaña como vestido tiene
también la oscuridad del quincuagésimo minuto
después de la medianoche
concluyo que lleva pijama,
al menos su parte superior es negra.
Despierto en la nieve.
La ventana se parece a la bolita de cristal de Año Nuevo
en la que estoy presa, lo creía.
La mañana ha lavado la oscuridad, toda certeza,
del número total de bajadas de ángeles.
No se ve exactamente por donde pasa la nieve
al blanco y enjuagado cielo de Sljeme*,
¿son ángeles los que también esta mañana están en los esquíes?,
recetados por orden del doctor Enero
y enviados a la pista de esquí
ya con la más pequeña dosis de copos de nieve.
Mientras el día se hace más claro,
ellos más rápido desaparecen por el valle
y los reemplazan otros esquiadores.
Pero algunos con alas siempre se quedan.
El martes sueño:
Ya hace dos días la nieve hace orgías en Medvednica.
El camarero en vez de las tazas con el té
trajo la nieve y con ella tapó los cuerpos de los invitados.
Se hicieron blancos sobre las sillas y observan
como se va con el plato vacío.
* Medvednica – montaña en Croacia Central, en el lado norte de Zagreb (N. de la T.).
*Sljeme – la cima más alta de Medvednica (1033 metros) – (N. de la T.).
Páginas
(Stranice)
Soy abeja cuando mi lengua excreta la miel
y acaricia el prado soleado.
Con este sedimento sobre el habla
pego en el álbum dominguero
las mujeres de Drškovci* que de sus canastas
bajan a los bancos la fiebre y los paisajes
en vez de nueces y queso fresco.
La más joven de ellas con su mirada escribe:
Me gustaría quedarme sobre la hierba largo rato
para poder hojear el cielo como a las páginas
– una nublada, otra clara,
una turbia…
Y humedecerme mientras espero que el valle de nuevo
fije su dioptría.
Las mujeres de Drškovci con gusto reconocen
que la niebla es el aliento del cielo y que esta mañana
sólo se acostó
por corto tiempo.
Mientras parece que el cielo no respira,
el lunes en el partido de baloncesto de la tarde
lentamente pone en él las nubes.
Sólo de vez en cuando se alegra de veras
tantas pelotas con las que fue transferido
a la película lenta.
* Drškovci – la población que pertenece a la ciudad de Požega (N. de la T.).