Donde habita la memoria y otros textos
(Versiones al español de Albert Lázaro-Tinaut, revisadas por el autor)
Abajo fluye China
En el cuarto de baño del undécimo
piso del hotel Anne Black
me lavo junto a la ventana.
El agua fluye sonora
cuerpo abajo.
El cuerpo fluye
sonoro hacia abajo.
Por un instante de mi vida
soy Laozi
en el río de los hombres
que fluye abajo
por la calle
sabedor de su rumbo
en el agua sonora
del tiempo.
Donde habita la memoria
El papel es tan solo aire con bordes
que se empapa de todas las palabras
no es mucho más seguro ni más frágil
que una vieja pizarra o una pantalla
saturada de nervios electrónicos.
El viento abrió de un soplo la ventana.
¿De quién era la mano ingrávida que acarició
los cabellos de un niño que dormía?
¿De qué estremecidas frondas
de qué gotitas de niebla
de qué clamor de hierba fue compuesto
el cantar de los cantares?
Tras un muro levantado con papel
con falsos nervios y pizarra
(¿te atreves?) habita la memoria
(¿has empezado a planear tu huida
tal vez tu retorno?) Guarda
los olvidos y de paso perdónate
las incertidumbres que has tenido hoy.
No tiene sentido querer encerrarte
de nuevo en la jaula de mi imaginación
aunque te espere indefinidamente durante
semanas y noches no llegas a la única
entrada de la guarida Te acercas a mí
por la espalda como una tempestad
desde las montañas sin previo aviso
Me empujas contra la pared y me besas
con insistencia en los labios una y otra vez
Dejas que caiga sobre mi piel la lluvia fresca
de tus cabellos ¿Dónde has estado durante
tanto tiempo? me preguntas Y luego
yaces a mi lado inmóvil y tranquila
como si no te hubiera esperado
durante siglos De pronto con un salto
te pones en pie: ahora voy a ducharme
Te lavas te desprendes del polvo
del viaje y del de otros tiempos. Sonríes:
¿acaso hay algo extraño en mí?
El ojo entreabierto y la luz –verde, verde
desde la distancia– verde desde la sombra
de tus pestañas, combinado con otros
colores (dijiste que te habías sonrojado,
y es lo que imaginé). En aquel momento
los sentidos no podían engañar. Todavía estoy
en camino. No me importa que me guíes en las
tinieblas donde ni siquiera los pies desnudos
reconocen el sendero. Aprendo a fiarme de
tu luz –a distancia, a mucha distancia–, será
el único modo, oh dios-madre, de amarte.
Zeus
A un juez justiciero
busca en vano Josef K.
La Unión Europea admite
que un 10 % de engaño
en los negocios representa
la justa la medida del progreso.
Pongamos por ejemplo
el caso de Zeus quien
carga sobre sus anchas espaldas
a Europa: solo en un diez
por ciento de ocasiones
mantuvo intacta su fidelidad
matrimonial a Hera,
su esposa.