Para leer este libro y otros textos
Para leer este libro
Aunque crea que lo lee,
el hijo de puta no puede leer este libro.
Este libro le dice lo que es:
un hijo de puta que no se cansa de serlo,
infalible y perenne, clonador de otros igualitos que él.
Si ustedes quieren saber quiénes son,
evalúen la vergüenza que se dan a sí mismos.
Yo, que soy del montón,
tengo notas muy bajas en el autofocal
que me hago continuo y no mejoro
por escribir estridencias.
Para subir a Gitmo se necesita
una garrocha grande y jorobadita.
Este libro no es para pendejos.
“Guantánamo y Occidente”
En un tren llamado “Guantánamo y Occidente”
llegaban los marines a la ciudad.
Medio siglo bebiendo y fornicando
sin ninguna consecuencia.
Excepto las molestas ITS,
un pueblo de abortos
y unos niños bastardos más rubios
que los niños promedio de la ciudad.
Los oficiales tenían su propio club
y algunos se casaron con jóvenes burguesas.
(Exportación sin ganancia de un material
genético de calidad que nunca ha sido repuesto).
Los bastardos de aquí y los mimados de allá,
aunque muy separados, tienen el mismo
origen marcial. “Guantánamo y Occidente”,
aunque enlazados, son destinos divergentes.
Para subir al cielo
¿Y nosotros, a quién fuimos vendidos,
en qué Afganistán nos atraparon,
a qué señor de la guerra le debemos la vida,
cuál es nuestra Yihad, grande o pequeña?
¿Quién se viste de naranja por nosotros,
simula un submarino y se amarra
a las rejas de la Casa, qué abogados tenemos,
qué sitio en Internet, qué libro de poemas?
Mientras ustedes vienen y algún día se irán,
aunque sea para abajo de la tierra,
nosotros continuamos aquí, cultivando la aspereza.
Les prestamos el nombre, pero no se lo cojan.
La forma de la bahía
Ancha y profunda, como una vagina usada miles de veces.
En la parte de arriba, pescadores artesanales, peces infectos.
En la parte inferior, barcos de guerra, atún del bueno.
Fluidez que no puede fijarse, ni obedece tratados.
Indiscreto vaivén de las aguas que buscan el orgasmo perenne.
Hasta que suba el mar y cubra el valle, será una vagina disputada.
Lo que el mar permitió, el mar volverá imposible.
La frontera es el mar, no la cerca con minas de un arrendamiento.
Textual
Cuidado con lo que escribes, terrorista consentido:
un paso en falso que des y te vas por el abismo.
Y el menos importante será el fracaso creativo.
Todo lo que digas será equivocado.
Ni cristianos, ni judíos,
ni musulmanes, ni ateos,
ni poetas te soportan.
Quieres ser tan neutral que no eres nada.
Pero así construyes tu comedia
e imaginas finales imposibles.
Por ejemplo: ofender tanto al Imperio,
que te manden de Guantánamo al Guantánamo contraído.
Otros ofendidos no se dan por enterados:
Guantánamo les parece suficiente castigo.
El nacimiento de una prisión
Y al quedarme sin recuerdos infantiles,
que eran flojos y escasos,
los presos musulmanes impusieron su agenda,
y no tuve más chance,
si quería mantener activa la escritura,
que seguirles como un joturo la corriente
en el tiempo irreal de la prisión,
colonizado también por su captura,
preso de los presos por un número infinito de años,
al extremo que Gitmo se convirtió en prioridad absoluta:
hasta que el último de ellos no se vaya o se muera,
no hay pretexto para escribir otra cosa.
Los poemas se forman coagulando
la obsesión de cualquier diferencia.
Aquello que activa la escritura
termina por hacerla imposible.
Aquello que la hace imposible
te pretexta para no echar tu suerte con ella.
Los recuerdos, famélicos, no ceden:
siempre hay un prisionero que abolir.
Tectónica de placas
Oriente y Occidente se comprimen
como dos placas tectónicas en continua confrontación.
Dónde está la falla principal, no lo sabemos.
Tal vez en la redondez del planeta.
Si el planeta fuera realmente plano
no hubiera Levante ni Poniente.
Nosotros, musulmanes prisioneros,
somos metralla de un seísmo sin acomodo.
Occidente es ahora la placa de encima:
si la placa de abajo se mueve, salimos disparados.
Esta mínima cuadrícula imperfecta no impedirá la erupción.
Brotaremos como esquirlas del fuego de la arena.