Suave sopla el viento
Suave sopla el viento
1
Desconoce la mirada que fue observando
su intacta claridad.
Todo lo desconoce en la retina
de los días opacos,
en los días donde al temblar
respiras.
Al encenderse el fuego de la tarde
se quemó y nunca supo
hacia dónde se nace
cuando se está rendido
en el fondo del sueño.
2
Tu asombro ya sin luz es la palabra
que no tiene destino,
el diccionario de la noche
enroscada en ocasos.
Cintura de misterios ateridos.
Tu boca en el brocal de la mañana
no es retorno; es la huida,
es la palabra que descansa
sobre los brazos de una música helada
por las eternas notas
de un sonido sin música.
3
Eras rumor y al escucharte siento
la voz que no se olvida.
El poema me ha hablado de ese gozo
en el fulgor de su encendido fruto.
En el pecho del mundo los días más oscuros
ya se alejan.
La oscuridad elige la manera
de ensombrecernos siempre.
En el pecho del mundo echan raíces los últimos silencios.
4
Si acaso buscas en el hueco de una rama
el anidar de un pájaro,
verás pasar la noche en el quejido de sus hojas,
en un resquebrajarse impune
que nunca brilla más allá
de la presencia que emana
del perfume de su vuelo.
Después verás la vida cuando crece
y su nacer se va fundiendo lento
en el terreno limpio de quien ama.
Habremos comprendido
que es efímero siempre lo que nace
y que todo merece ser amado.
5
Abrir las puertas y que el viento
elija su paso
por el vértigo inocente de las cosas.
Abrir en el lenguaje la desnudez,
el limpio afán de lo más transparente.
Y caminar por el dominio último
de lo que nunca nombras.