El camino de vuelta y otros textos
(De Cuarteto Elemental, 2018)
EL CAMINO DE VUELTA
Las ondas que dibuja la piedra
al caer en el agua
regresan desde las orillas
al corazón del hombre.
Todo lo que va y viene
es música nadando
a contracorriente.
El cuerpo no cambia
al agitar su reflejo en el río
ni la sombra se deshace
tras reposar en la noche.
La piedra del fondo sentencia
que todas las aguas viajeras
tienen un camino de vuelta.
NO ES EL HAMBRE IMPLACABLE
devorando al jaguar
ni el cuerpo insistiendo en bañarse
una vez más en el mismo río.
No sucede el círculo de los siglos:
el hombre escribe la noche
y el aire la atraviesa sin hacer ruido.
ATRAPAR UN PUÑADO DE AIRE
alienta más a escribir a la mano frustrada
que cerrarle los párpados a un cadáver.
Cambiarse de nombre es extravagancia
y escribir poemas una disculpa
para arribar tarde a la cita con la muerte.
Volar no es lo que hace libre al águila,
sino el hecho de que el testigo
no encuentre su rastro en el horizonte.
PALOMINO
Los planetas
son peces del cielo.
Esta noche vinieron todos
porque sienten curiosidad
de mirar un mar en reposo.
Las olas siguen trabajando
y su música es luz en la costa.
Hace calor,
la ceiba reposa
y sus hojas están tan calladas
que oímos el pulso azul de los planetas
y los secretos que la orilla
guarda del agua.
HOJAS EN LA CORRIENTE
Hay planetas flotando en el río,
hay un río hablando de prisa
como si estuviéramos muriendo
y un hombre soñando la corriente
de su reflejo en el cielo.
Hay hojas en la corriente del río.
Hay también un hombre
un río
y planetas en la corriente del hombre.
Hay un río soñando que es hombre
y un hombre flotando en la corriente.
(De Los viajes de la Luz, 2015)
KARMA
Es bastante probable que todas las noches
de todos los días
cualquier hombre haya sentido como yo
en los campos sudorosos,
en las tenaces luces de la ciudad
asomándose al trayecto del avión
y en cada espacio que no se puede precisar
esta potente tristeza,
esta vasta certidumbre
de que caminamos hacia ningún lugar,
escúchame
vengo de ver llorar a los padres
la muerte de sus hijos
con falible anticipación,
vengo de ver al hermano
esconderle un pedazo de pan a su hermano
en el nombre del odio y del amor,
vengo muerto de la risa de la tumba
que guardaba tu epitafio
con dos fechas estúpidas a cada lado de un guión,
escúchame Señor Amor
vengo de ti mismo a revelarte
que hoy todo tiene el aliento de tu voz.
EL OTRO
Si yo fuera el Otro, el que me habita,
si en verdad fuera quien escribe esto,
al terminar el blanco
me montaría en la barca de la muerte y sonreiría,
si al otro día fuera, al volver a nacer,
un ojo sin cuerpo o el silencio,
navegaría por el alma de las almas
sobre un río sin principio ni final.
NUEVE MESES
Nueve meses bajo la tierra
persiguiendo el silencio de los esqueletos
durmiendo con los ojos abiertos
tic-tac
como si no fuese un vagabundo
y la vez flotando sobre el suelo
nueve meses envidiado por el hombre
lejos de mí mismo
sin otro rumbo que no sea el de las nubes
como la cometa de la infancia.