La torre de los alucinados
Cailloma 714
La rabia se inocula
Como el grito suspendido de una cobra
Lima de noche con mis manos en su espalda
Y un extraño rumor de vidrios
destrozados contra el ojo
Contra mi frente de cíclope extraviado entre los autos Su inconsistencia
Para sostener el incendio de otras cicatrices
En los muros donde gárgolas invaden
El cementerio de mis pájaros
O la hacinada cueva donde habita
el roedor de la nostalgia
Su trompa de metal
Que se abre como la puerta del metropolitano
Cuando cruza Lampa
Voltea por Emancipación
Y la ciudad se eriza
Y la ciudad se levanta
Y Lima tartamudea un himno que la proyecta
Sobre un muro de quejas
Y la rabia crece
Y nadie tiene el poder
Para difuminar la espuma de mi boca
Su antídoto de historia
La frente sin laureles de las estatuas posmodernas
Sé que hay una ventana
Un vitral en el que otros ojos se inyectan
Contra el cielo de otra tribu
De otra civilización que nada tiene que ver
Con las marcas putrefactas de estos muertos
Otra lengua
Otro código que interpreta las flechas de mis manos
Sus líneas como quipus
O la rabia
Su nieve en la cresta de mis puños
Los pilares del tren
La bestia que cruza sus entrañas
Los corredores viales que unifican su tragedia
El color seco de su sangre
Mis brazos clavados como huesos
Agitándose como una bandera
Que nada tiene que ver con la historia de su patria
La voz despedazándose
Y el cráneo sembrado sobre un poste
A la merced de un cóndor
Que sabe que solo habitan tinieblas en mis ojos
Lima es una hiedra
Su trompa se abre como el insomnio de un loco
Que intercede por sus fantasmas
Y no hay lugar
No hay casa
No hay espacio inhabitado
Solo la lluvia
Quebrándome
Luciferina
Vertical
Solitaria.
Malecón Harris
Detengo los ojos al filo de la niebla
La noche cruza sus animales
Con el estertor del tráfico
Lima tiene esa oscura virtud
Que induce a mis bestias a fracturar el precipicio
La sangre de licanos
Poseídos por la maldición del nosferatu
Yo me quedo quieto en el malecón
Apunto mis flechas hacia La Colmena
Silencio la frase que se clava contra el vidrio
Y la noche cruza sus animales
Sobre el cuerpo de un orate
Lima viene contigo
Sus pájaros advierten la épica del desastre
A veces pienso que la hierba
Se detiene sobre mis manos
Para penetrar en tus poemas
Observo la calle El lagarto que trepa la ciudad
Y el tráfico anuncia la soledad de tus entrañas
Esa nostalgia acróbata que burla
La oquedad de mi estrabismo
Yo supe de ti por ellos
Conocí las marcas de tu sombra
Con la lengua de un pelícano
Que frotaba las bocas de los ahogados
Observo los cordeles de las azoteas
Lima cuelga de ellos
Como una camisa que se agita con violencia
Y no es Lima Soy yo
El cuervo que se rompe los párpados
La voz Su lengua clandestina.
Carretera a Manchay
Te imagino en los riscos
Abajo la carretera contrasta con el ojo de un cíclope
Y nada te detiene
Ni siquiera él y la lentitud de sus gestos
O la tarde que cae por el despeñadero
Como el tronco de un pino derrotado por la niebla
El duelo es contigo
El paisaje sangriento de aquel valle
Sobre el pájaro que inventas
La oscuridad de la bestia que galopa con saña
Y huye del cuerpo que te espera
Permaneces intacta
Capturas el aire de la cordillera
Observas el perfil de un Apu
Que roza la espalda singular de este poema
Y continúas allí
Estática en los riscos
Arriba el cielo se abre y anochece
Escucha
Ese rumor es la lengua de otra civilización
De otra tribu que ahora nos acecha
Te imagino con el cuervo de tu cabellera
Absorta como un demonio
Como un fantasma que pena en los escombros
Sobre los vestigios de esta ciudad
Sobre sus ruinas
Y tus ojos no se conmueven
Tus manos aún presionan
La boca con la que capturas el desastre
El humo de los edificios
La Javier Prado preñada de accidentes
El malecón Cisneros desprendiéndose
Como una maqueta de cartón sobre el Pacífico
Mientras el Rímac inunda La Colmena
Y yo te proyecto de pie
sobre los riscos
Poseída por el hambre de una visión
Inquieta con las flechas que cruzan
la sábana siniestra
Mira cómo se abren tus manos
Mira cómo un halcón anida en tu cabeza
Y regreso a mi trágica leyenda
A los húmeros que recojo como quien dice basta
Y regresa puntual a su osamenta
La torre de los alucinados
Este poema pretende desollar un cuerpo
Alejarse del ruido que se clava en sus letras
Como una espada de sangre
Como una lanza oxidada
Clavada en un corazón petrificado
En una arteria
idéntica a una calle inhabitada
Este poema tiene el sabor
De los picos de los cuervos
(Admiro la soledad
de los cuervos)
Sus plumas intensas
El resplandor de sus alas
Como el pelo
De una mujer imaginaria
Las piruetas que en el horizonte
Escriben la tragedia
de estas insólitas regiones)
Intento refugiarme
con el dolor de las cordilleras
Con este frío semejante a una bofetada
Que se instala con remordimiento
Te observo
No encuentro siquiera
Un vestigio que me permita
mantenerte intacta
A esas secuencias que desfilan en la memoria
Como si mis ojos
Fuesen el público
De un cine antiguo
Este poema se sienta
Sobre una de las butacas
Y trata de capturar
Una escena memorable
Un algo
Voltea a su derecha
Y le contesta otra butaca
Que nada se encuentra en los cines
Que somos las marionetas que levantan el pulgar
Para no escapar a la estadística
Ya no busco tu aliento
Atrás de las persianas
Dejémoslo aquí
Este poema
Huye como un cuervo hacia tu lengua
Malecón Cisneros
Salir para detenerte frente al mismo acantilado
Lima a tus espaldas
Su niebla carcomiéndote los ojos
El gesto que de pronto se convierte
En el gesto que espera tu asesino
Esa mirada que sabes deberías guardar para la noche
No para esta noche sino para esa noche
En la que alguien
Al fin
Ha dejado de esperarte
Me pregunto
Qué pueden expresar
Aquellos que no conviven
Con la locura de alimentar sus propios monstruos
Sus propias demoliciones
El mínimo absurdo de sacar el rostro
Para escupirle a la arrogancia
De unos versos
A ese animal que pese al frío
Todavía te calienta con el pellejo de sus alas
O ingresar por la misma puerta
Para otra vez
Reflejarte en el espejo
Reconocer tus manos
Y en las palmas
Los ojos que dejaron de observarte
La ciudad del espanto
Su tragedia
Como única excusa
Para proclamar que tienes sangre
Que aún regresan a casa
Los mismos pájaros
La misma acera
Detenida como un cuchillo clavado en la memoria
Lima
La física de tus manos contradice mis leyes naturales
La devoción por conservar el aliento
En una gruta donde nadie
Ejecuta oraciones como cábalas
Versos como ráfagas que atentan contra mis hábitos
Animales de azufre
Demonios que salen a la caza de un orate
Que se oculta noche a noche en los hostales de Lima
En sus intestinos de asfalto que esperan impacientes
El último estertor
Mi atípica presencia de fantasma
Y tú
Dulce animal
Escala de grises sobre la orfandad de mi cuaderno
Brillas como el anillo del sol
En esta época de catástrofes apocalípticas
Tú mi violenta partitura
Mi fiera urbana de certeros zarpazos
Mi bestia incólume con quien apelo al adjetivo
A su virtud de ventana desde donde grito este poema
Con la ilusión de un cadáver
Que intuye que su muerte no es definitiva
Que intuye que tu muerte no es definitiva
Que se arranca el cráneo
Y lo cuelga en los cordeles del horizonte
Con la misma prepotencia de un sismo
Que sepulta los puentes y las casas
Tú
Ternura hereje entre mis manos
Miedo que me asalta durante la mañana
Te enfrentas a la física
Y apareces en mi fortaleza imaginaria
Te detienes al centro con la precisión de una pantera
Y yo me quedo quieto
Sé que la luna es insuficiente cuando leo tus palabras
La noche también es insuficiente
La noche y su gran ojo
Que da vueltas con la velocidad de un paso
Que en vano pretende conquistarte
Cuando apenas ha sonado el silbato
Y el réferi se instala con asombro
En mis decisiones
En mi poema
En mi oscuridad
En mi boca que se abre
Cada vez que tú retornas con un verso
Y Lima entera se detiene
Y Lima entera se inclina frente a tus pasos
Y Lima entera se conmueve con el filo de tu lengua
Que parte en tres la dicción del aire
El rumor de los malecones
Mi grito que trepa los edificios
Y escribe tu nombre en las ventanas
Y escribe mi nombre en tu ventana
Y nadie puede leerlo porque carecen del espanto
Y la capacidad de nuestras visiones
Del alfabeto que aprendimos a tararear
Cuando los dedos se formaron
Como las columnas de un ejército
Que partió a colonizar la piel
Con las membranas de los otros
Y los otros se quedaron allí
Solitarios en sus cuerpos
Mientras la vida se esfumaba en otra parte
Y nosotros asimilamos la tensión de los accidentes
Y así nos reconocimos
Y así incendiamos estas calles
Y así le dibujamos pájaros a esta noche
Pájaros a las bancas del Kennedy
Pájaros a nuestras palabras
Pájaros a los ojos de las paredes
Pájaros a la soledad
Pájaros a la lengua que ahora nos eclipsa
Jorge Chávez 685
Los pájaros que pernoctan en los cables
Son testigos de esta historia
Ellos han visto
Cómo he roto con la prudencia
Saben de esto
Conocen a la esfinge
Y escriben conmigo sobre el aire
Tu voz de cebra
Tu lengua de fábula
Que se agita en mi poema
Y duplica el filo de los sables
Y duplica
La potencia de los estertores
Que se agitan con la niebla
Yo me detengo allí
Busco una señal
Con el humo de las chimeneas
Algún pretexto
Para demostrarle al horizonte
Que tú eres la fiera
Que me arroja a la demencia
El animal de fuego
Con el que consumo el vértigo de las azoteas
Y regreso los ojos
Hacia los pájaros que pernoctan en los cables
Y pregunto sobre el nivel de resistencia
Al que debo exponer
A los reptiles de mi calle
O le exijo al viento un espejismo
Para perderme
Con la sombra de otras aves
Lima mientras tanto queda muda
Y Lima no me sirve muda
Lima tiene tu marca en todos los lugares
Tu lengua que incendia
Las esquinas de mi parque
Tu pelo
Tu olor de fruta
Tu oscuridad
Tus ojos
En los pájaros que pernoctan en los cables
Transfiguración
Una mujer cierra los ojos,
Toca sus hombros,
Lo mira desde adentro
Y reconoce que ella
Es ella
Cuando apaga el cielo para verlo.
Una mujer desnuda
Frente a un hombre,
Ya no se interroga
Si la noche
Es la tarde que cae
Sobre su miedo:
Lo toca con su boca
Y permanece inclinada
Como quien sostiene
La calle con su sombra.