Harold Alva

La torre de los alucinados

 

 

 

Cailloma 714

 

La rabia se inocula

Como el grito suspendido de una cobra

Lima de noche con mis manos en su espalda

Y un extraño rumor de vidrios

destrozados contra el ojo

Contra mi frente de cíclope extraviado entre los autos Su inconsistencia

Para sostener el incendio de otras cicatrices

En los muros donde gárgolas invaden

El cementerio de mis pájaros

O la hacinada cueva donde habita

el roedor de la nostalgia

Su trompa de metal

Que se abre como la puerta del metropolitano

Cuando cruza Lampa

Voltea por Emancipación

Y la ciudad se eriza

Y la ciudad se levanta

Y Lima tartamudea un himno que la proyecta

Sobre un muro de quejas

Y la rabia crece

Y nadie tiene el poder

Para difuminar la espuma de mi boca

Su antídoto de historia

La frente sin laureles de las estatuas posmodernas

Sé que hay una ventana

Un vitral en el que otros ojos se inyectan

Contra el cielo de otra tribu

De otra civilización que nada tiene que ver

Con las marcas putrefactas de estos muertos

Otra lengua

Otro código que interpreta las flechas de mis manos

Sus líneas como quipus

O la rabia

Su nieve en la cresta de mis puños

Los pilares del tren

La bestia que cruza sus entrañas

Los corredores viales que unifican su tragedia

El color seco de su sangre

Mis brazos clavados como huesos

Agitándose como una bandera

Que nada tiene que ver con la historia de su patria

La voz despedazándose

Y el cráneo sembrado sobre un poste

A la merced de un cóndor

Que sabe que solo habitan tinieblas en mis ojos

Lima es una hiedra

Su trompa se abre como el insomnio de un loco

Que intercede por sus fantasmas

Y no hay lugar

No hay casa

No hay espacio inhabitado

Solo la lluvia

Quebrándome

Luciferina

Vertical

Solitaria.

 

 

 

 

Malecón Harris

 

Detengo los ojos al filo de la niebla

La noche cruza sus animales

Con el estertor del tráfico

Lima tiene esa oscura virtud

Que induce a mis bestias a fracturar el precipicio

La sangre de licanos

Poseídos por la maldición del nosferatu

Yo me quedo quieto en el malecón

Apunto mis flechas hacia La Colmena

Silencio la frase que se clava contra el vidrio

Y la noche cruza sus animales

Sobre el cuerpo de un orate

Lima viene contigo

Sus pájaros advierten la épica del desastre

A veces pienso que la hierba

Se detiene sobre mis manos

Para penetrar en tus poemas

Observo la calle El lagarto que trepa la ciudad

Y el tráfico anuncia la soledad de tus entrañas

Esa nostalgia acróbata que burla

La oquedad de mi estrabismo

Yo supe de ti por ellos

Conocí las marcas de tu sombra

Con la lengua de un pelícano

Que frotaba las bocas de los ahogados

Observo los cordeles de las azoteas

Lima cuelga de ellos

Como una camisa que se agita con violencia

Y no es Lima Soy yo

El cuervo que se rompe los párpados

La voz Su lengua clandestina.

 

 

 

 

Carretera a Manchay

 

Te imagino en los riscos

Abajo la carretera contrasta con el ojo de un cíclope

Y nada te detiene

Ni siquiera él y la lentitud de sus gestos

O la tarde que cae por el despeñadero

Como el tronco de un pino derrotado por la niebla

El duelo es contigo

El paisaje sangriento de aquel valle

Sobre el pájaro que inventas

La oscuridad de la bestia que galopa con saña

Y huye del cuerpo que te espera

Permaneces intacta

Capturas el aire de la cordillera

Observas el perfil de un Apu

Que roza la espalda singular de este poema

Y continúas allí

Estática en los riscos

Arriba el cielo se abre y anochece

Escucha

Ese rumor es la lengua de otra civilización

De otra tribu que ahora nos acecha

Te imagino con el cuervo de tu cabellera

Absorta como un demonio

Como un fantasma que pena en los escombros

Sobre los vestigios de esta ciudad

Sobre sus ruinas

Y tus ojos no se conmueven

Tus manos aún presionan

La boca con la que capturas el desastre

El humo de los edificios

La Javier Prado preñada de accidentes

El malecón Cisneros desprendiéndose

Como una maqueta de cartón sobre el Pacífico

Mientras el Rímac inunda La Colmena

Y yo te proyecto de pie

sobre los riscos

Poseída por el hambre de una visión

Inquieta con las flechas que cruzan

la sábana siniestra

Mira cómo se abren tus manos

Mira cómo un halcón anida en tu cabeza

Y regreso a mi trágica leyenda

A los húmeros que recojo como quien dice basta

Y regresa puntual a su osamenta

 

 

 

 

La torre de los alucinados

 

Este poema pretende desollar un cuerpo

Alejarse del ruido que se clava en sus letras

Como una espada de sangre

Como una lanza oxidada

Clavada en un corazón petrificado

En una arteria

idéntica a una calle inhabitada

Este poema tiene el sabor

De los picos de los cuervos

(Admiro la soledad

de los cuervos)

Sus plumas intensas

El resplandor de sus alas

Como el pelo

De una mujer imaginaria

Las piruetas que en el horizonte

Escriben la tragedia

de estas insólitas regiones)

Intento refugiarme

con el dolor de las cordilleras

Con este frío semejante a una bofetada

Que se instala con remordimiento

Te observo

No encuentro siquiera

Un vestigio que me permita

mantenerte intacta

A esas secuencias que desfilan en la memoria

Como si mis ojos

Fuesen el público

De un cine antiguo

 

Este poema se sienta

Sobre una de las butacas

Y trata de capturar

Una escena memorable

Un algo

Voltea a su derecha

Y le contesta otra butaca

Que nada se encuentra en los cines

Que somos las marionetas que levantan el pulgar

Para no escapar a la estadística

Ya no busco tu aliento

Atrás de las persianas

Dejémoslo aquí

Este poema

Huye como un cuervo hacia tu lengua

 

 

 

 

Malecón Cisneros

 

Salir para detenerte frente al mismo acantilado

Lima a tus espaldas

Su niebla carcomiéndote los ojos

El gesto que de pronto se convierte

En el gesto que espera tu asesino

Esa mirada que sabes deberías guardar para la noche

No para esta noche sino para esa noche

En la que alguien

Al fin

Ha dejado de esperarte

 

Me pregunto

Qué pueden expresar

Aquellos que no conviven

Con la locura de alimentar sus propios monstruos

Sus propias demoliciones

El mínimo absurdo de sacar el rostro

Para escupirle a la arrogancia

De unos versos

A ese animal que pese al frío

Todavía te calienta con el pellejo de sus alas

O ingresar por la misma puerta

Para otra vez

Reflejarte en el espejo

Reconocer tus manos

Y en las palmas

Los ojos que dejaron de observarte

La ciudad del espanto

 

Su tragedia

Como única excusa

Para proclamar que tienes sangre

Que aún regresan a casa

Los mismos pájaros

La misma acera

Detenida como un cuchillo clavado en la memoria

 

 

 

Lima

 

La física de tus manos contradice mis leyes naturales

La devoción por conservar el aliento

En una gruta donde nadie

Ejecuta oraciones como cábalas

Versos como ráfagas que atentan contra mis hábitos

Animales de azufre

Demonios que salen a la caza de un orate

Que se oculta noche a noche en los hostales de Lima

En sus intestinos de asfalto que esperan impacientes

El último estertor

Mi atípica presencia de fantasma

Y tú

Dulce animal

Escala de grises sobre la orfandad de mi cuaderno

Brillas como el anillo del sol

En esta época de catástrofes apocalípticas

Tú mi violenta partitura

Mi fiera urbana de certeros zarpazos

Mi bestia incólume con quien apelo al adjetivo

A su virtud de ventana desde donde grito este poema

Con la ilusión de un cadáver

Que intuye que su muerte no es definitiva

Que intuye que tu muerte no es definitiva

Que se arranca el cráneo

Y lo cuelga en los cordeles del horizonte

Con la misma prepotencia de un sismo

Que sepulta los puentes y las casas

Ternura hereje entre mis manos

Miedo que me asalta durante la mañana

Te enfrentas a la física

Y apareces en mi fortaleza imaginaria

Te detienes al centro con la precisión de una pantera

Y yo me quedo quieto

Sé que la luna es insuficiente cuando leo tus palabras

La noche también es insuficiente

La noche y su gran ojo

Que da vueltas con la velocidad de un paso

Que en vano pretende conquistarte

Cuando apenas ha sonado el silbato

Y el réferi se instala con asombro

En mis decisiones

En mi poema

En mi oscuridad

En mi boca que se abre

Cada vez que tú retornas con un verso

Y Lima entera se detiene

Y Lima entera se inclina frente a tus pasos

Y Lima entera se conmueve con el filo de tu lengua

Que parte en tres la dicción del aire

El rumor de los malecones

Mi grito que trepa los edificios

Y escribe tu nombre en las ventanas

Y escribe mi nombre en tu ventana

Y nadie puede leerlo porque carecen del espanto

Y la capacidad de nuestras visiones

Del alfabeto que aprendimos a tararear

Cuando los dedos se formaron

Como las columnas de un ejército

Que partió a colonizar la piel

Con las membranas de los otros

Y los otros se quedaron allí

Solitarios en sus cuerpos

Mientras la vida se esfumaba en otra parte

Y nosotros asimilamos la tensión de los accidentes

Y así nos reconocimos

Y así incendiamos estas calles

Y así le dibujamos pájaros a esta noche

Pájaros a las bancas del Kennedy

Pájaros a nuestras palabras

Pájaros a los ojos de las paredes

Pájaros a la soledad

Pájaros a la lengua que ahora nos eclipsa

 

 

 

 

Jorge Chávez 685

 

Los pájaros que pernoctan en los cables

Son testigos de esta historia

Ellos han visto

Cómo he roto con la prudencia

Saben de esto

Conocen a la esfinge

Y escriben conmigo sobre el aire

Tu voz de cebra

Tu lengua de fábula

Que se agita en mi poema

Y duplica el filo de los sables

Y duplica

La potencia de los estertores

Que se agitan con la niebla

 

Yo me detengo allí

 

Busco una señal

Con el humo de las chimeneas

Algún pretexto

Para demostrarle al horizonte

Que tú eres la fiera

Que me arroja a la demencia

El animal de fuego

Con el que consumo el vértigo de las azoteas

Y regreso los ojos

Hacia los pájaros que pernoctan en los cables

Y pregunto sobre el nivel de resistencia

Al que debo exponer

A los reptiles de mi calle

O le exijo al viento un espejismo

Para perderme

Con la sombra de otras aves

 

Lima mientras tanto queda muda

Y Lima no me sirve muda

Lima tiene tu marca en todos los lugares

Tu lengua que incendia

Las esquinas de mi parque

Tu pelo

Tu olor de fruta

Tu oscuridad

Tus ojos

En los pájaros que pernoctan en los cables

 

 

 

 

Transfiguración

 

Una mujer cierra los ojos,

Toca sus hombros,

Lo mira desde adentro

Y reconoce que ella

Es ella

Cuando apaga el cielo para verlo.

 

Una mujer desnuda

Frente a un hombre,

Ya no se interroga

Si la noche

Es la tarde que cae

Sobre su miedo:

Lo toca con su boca

Y permanece inclinada

Como quien sostiene

La calle con su sombra.

 

Harold Alva El Alto (Talara, Piura, Perú) Abril de 1978. Escritor, editor y analista político. Dirige el Festival Internacional Primavera Poética (FI ... LEER MÁS DEL AUTOR