“Quisiera que pensaseis conmigo que el misterio, en la vida, es grande y que lo mejor que podemos hacer es estar lo más estrechados posible a los otros, a los que el mismo misterio ahoga y asusta. Y quisiera invitaros al campo”: es una afirmación contenida en la introducción a la antología Primeros poemitas y sintetiza muy bien el sentido mismo de la poesía como la entiende Giovanni Pascoli (1855-1912), el poeta italiano que más radicalmente ha contribuido al rejuvenecimiento de la lírica italiana en el tránsito entre el Ochocientos y el Novecientos.
Pascoli es un poeta italiano que retoma y sintetiza las grandes preguntas de la más inquieta modernidad, aquellas expresadas por ejemplo por la poesía de Leopardi, en su punto más neurálgico, es decir en el enfrentamiento con el misterio doliente de la Naturaleza, para relanzarlas, más allá de su época, con respuestas y propuestas que revelan su esencial contemporaneidad y su correspondencia con nuestra sensibilidad: es esto lo que sustancialmente aparece a través del arco de toda su producción literaria, que constituye un paradigma ejemplar, además de uno de los vértices más originales del Simbolismo europeo. Con Myricae de hecho se da un nuevo sentido alquímico y soñador al porqué de las cosas; con los Poemitas y los Cantos de Castelvecchio aquel misterio se abre en una belleza cristalina; con los Poemas convivales en definitiva se trata de reescribir a lo largo de esos mismos secretos la continuidad entre antiguo y moderno, entre el clasicismo y la modernidad.
Con un punto fijo, expresado en un texto teórico en prosa de gran sugestión titulado El chavalillo, claramente se sintetiza la responsabilidad del poeta: “Poesía es encontrar en las cosas, ¿cómo decirlo?, sus sonrisas y sus lágrimas; y esto se hace con dos ojos infantiles que miran simple y serenamente por detrás del oscuro tumulto de nuestra alma” (cap. VII).