Gerardo Miranda

La hiperbólica caída del insólito niño Webber

 

 

 

PRELUDIO

El embrión diminuto del silencio gestado a escondidas con un simple murmullo hace de un hombre dos mitades.

Y las dos partes por separado se funden sobre el mundo que existe y no se ha vivido, sin serles necesario traspasar una ventana, ni estirar las arterias; básteles un sólo dedo entre los labios. Y aunque apenas perceptible, de entre esas dos voces que contrastan emerge un extraño sonido comparable únicamente al llanto de un pequeño:

El llanto entrecortado del insólito niño WEBBER

 

 

III

Vertebrado/invertebrado, el niño camina siempre sin romperse el hueso, corre sin quebrarse nunca el cuerpo ni las ideas, sin perder la cabeza ni el sentido de la ubicación que siempre lo acompaña.

El insólito es un niño de ojos hundidos, pelo blondo y manos suaves. Diríase un ángel, de no ser por la piel estriada y la carencia de alas suficientes.

 

 

IV

Más allá de un alarido intenso y de la disculpa o la apología de un cuerpecito hueco que no fue antes de su molde, ni lo fue después de la materia. Antes o después de la manera y la petulante escusa de la forma que mueve los sentidos y los retrae hacia sí mismos si no fueran desde siempre dos excusas para saberse importante por encima de un vistazo a lo palpable.

Esa carita risueña con sonrisa de petróleo, desde el tercer piso, sino fuera desde siempre un estado intermedio, esa carita soñada como fondo de pantalla donde la mitología sobrepuesta a un simple destello de perfiles dan forma a un modelo apreciado por el mass media y su hambre enferma de coleccionismo abstracto. La visión infantil de un diosecillo agujerado se recrea y se construye con cada instante y cada paso de un niño sin contorno.

 

 

VI

El niño WEBBER a pesar de constituirse en un 100% de plástico, no es un objeto en el vacío, es la posibilidad de algo, y tal como posibilidad su estructura no es del todo firme y definida, aunque la mentira colectiva irradie cada uno de sus poros, la materia no se crea ni se destruye, tampoco se transforma, la materia se hace plástica como plástica es la lengua de la noche. Y en la medida que la configuración plástica de un hombre sea comprendida, la representación exacta se acercará cada vez un poco a su objetivo. Cualquier parecido con la realidad, no será una simple coincidencia, sino muy por el contrario, un hueco donde se asome la carne hecha de plástico, y la lumbre sea el principio básico de todo cuerpo definido.

 

 

VIII

Se cree que la esencia precede a la existencia, que la cabeza antecede al cuerpo, y que el plástico precede al hombre, pero nadie afirma, que del fuego las cenizas forman cuerpos separados.

Toda materia es plástica y la supervivencia de cualquier visión estrecha depende del fin de una apuesta bien planteada.

Si cada partícula de hule penetrara por cada uno de los poros de una piel viva y rosada ¿qué posibilidad habría de ver transformado a WEBBER en un hombre de hueso y carne?

 

 

IX

El niño diluido al contacto con el fuego sin propiedades de resistencia a esfuerzos mecánicos, fácil de trabajar y de moldear a un bajo costo de producción (aunque el mercado insista en hacerlo único).

Su cuerpo contiene pequeñas partes que no son recomendables para un niño menor de tres años debido a la alta concentración de partículas de carne y grasa.

Por debajo de la noche, el niño que se droga mira atento las ventanas que le cuelgan de las manos, olfatea el silencio de rodillas en el centro de un infinito desnudo, cuando la constelación de virgo abre sus piernas para fecundar la  ruta más incierta.

Las miradas que se perciben ajenas son la continuación de una ruta no trazada, máquina, lujuria, ozono y la carne que se quiebra:

Acúsome padre de ser de plástico
y tener un miembro de hule espuma
mi piel es el conjunto todo de mi centro
y por ese centro ciertas partículas se vuelven maleables
acúsome padre de ser de plástico
y arrojar restos de resina cada vez que escupo
acúsome padre de ser de plástico
codearme con gente de plástico
en una ciudad de plástico
con autos de plástico
con sangre de plástico
y lumbre con azufre
acúsome padre de ser de plástico
con esa desmesurada condición de hombre
retrato
palo o maniquí
que de soslayo me invade y me pierde la cabeza
colgado de un muro o retablo
donde nadie dirige oraciones favores ni deseos
perros bravos sin hocico ni ojos visibles
por debajo de la noche donde el niño que se droga
mira atento las ventanas que le cuelgan de sus manos
y olfatea el silencio de rodillas en el centro del infinito desnudo

 

 

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VIDEO
Gerardo Miranda
La hiperbólica caída del insólito niño Webber
Edición de José Manuel Vacah

https://www.youtube.com/watch?v=ylsUyuoC9E0

 

Gerardo Miranda (Estado de México, 1984). Poeta, ensayista, artista multidisciplinario y promotor cultural. Licenciado en Ciencias Humanas con diplomado en ... LEER MÁS DEL AUTOR