Romance en la noche
(Traducción al español de José Luis Reina Palazón)
LOS CUERVOS
Sobre el ángulo negro se van precipitando
Al mediodía los cuervos con duro graznido.
Sus sombras a la cierva rozan de seguido
y a veces huraños se les ve descansando.
Oh, cómo la parda calma van rompiendo
en que una haza se siente embelesada,
tal hembra en grave presentir cautivada
y a veces se les puede oír gruñendo
sobre una carroña que husmean por doquier,
y el vuelo de pronto dirigen al norte
y desaparecen tal fúnebre corte
en aires que se estremecen de placer.
ROMANCE EN LA NOCHE
Solo bajo el firmamento
y a medianoche saliente
va el niño del sueño ausente
su gris rostro en luna yerto.
Llora la loca, libre el pelo,
en la reja que mira fija.
Por el lago en dulce gira
Amantes en lírico paseo.
Sonríe el criminal al vino en palor.
La muerte enfermos angustia.
La monja herida y desnuda
ora ante la cruz del Salvador.
La madre canturrea dormida-
Mira en la noche el niño en paz
los ojos llenos de verdad.
Risas en la mancebía.
En el sótano a luz de bujía
blanca mano, pinta el muerto
en muro en burlón silencio.
El durmiente murmura todavía.
EN EL ROJO FOLLAJE DE GUITARRAS SONORO…
En el rojo follaje de guitarras sonoro
de muchachas ondean los cabellos dorados
en el seto donde están girasoles posados.
Por entre las nubes corre un carro de oro.
En la calma de la sombra enmudecidos
estúpidamente se abrazan los mayores.
Huérfanos de vísperas son dulces cantores.
Zumban las moscas en amarillos vahídos.
En el arroyo lavan mujeres todavía,
ondea en el aire la ropa colgada.
La pequeña que a mí tanto me agrada
viene cuando se va la luz del día.
Gorriones se lanzan del cielo tibio
a putrefactos verdes agujeros.
Un olor de pan y de acre romero
se le figura al hambriento un alivio.
RONDEL
Ya se ha ido el oro de los días,
de la tarde el pardo y el azul color:
murieron las flautas dulces del pastor.
De la tarde azul y el pardo color
ya se ha ido el oro de los días.
BENDITA MUJER
Entre tus damas rodeada te acercas
y hay veces que sonríes compungida:
fue de inseguros días la venida.
Blanca es la amapola ya en la cerca.
Cm tu cuerpo henchido y alindado
madura dorada la vid en la colina.
Lejos el espejo del estanque fulmina
y la guadaña cimbrea en el sembrado.
Rueda el rocío en el matorral,
roja es de las hojas la caída.
Para saludar a su mujer querida
llega a ti un moro moreno y brutal.
AL MUCHACHO ELIS
Elis, cuando el mirlo en el negro bosque llama,
es tu declinar.
Tus labios beben el frescor de la fuente azul de las rocas.
Deja si tu frente sangra suave
antiguas leyendas
y el oscuro sentido del vuelo de las aves.
Pero tú entras con tiernos pasos en la noche
que cuelga cargada de uvas purpúreas,
y más bellos mueves los brazos en el azul.
Un espino suena,
donde están tus ojos lunares.
Oh, hace tanto tiempo, Elis, que has muerto.
Tu cuerpo es un Jacinto
en el que un monje hunde los céreos dedos.
Una negra gruta es nuestro silencio,
de la que sale a veces un manso animal
y deja caer lentos los pesados párpados.
Sobre tus sienes gotea negro rocío,
el último oro de estrellas declinantes.
CANCIÓN ESPIRITUAL
Signos, como un raro recamado
dibuja un arriate que flamea.
El aliento de Dios que azul orea
en la sala del jardín ha entrado,
alegre ha entrado.
En la vid silvestre madero en cruz alzado.
Oye cómo en la aldea se han alegrado,
un jardinero al muro forrajea,
un órgano suavemente teclea,
mezcla sonido y fulgor dorado,
sonido dorado.
Amor pan y vino ha consagrado.
Muchachas también han entrado
y el gallo por último gorjea.
Una mohosa reja se entornea
y en rosario de rosas trenzado,
rosas en trenzado,
Maria blanca y fina ha reposado.
El mendigo junto a un canto rodado
la oración como muerto balbucea,
tranquilo un pastor la colina rodea
y canta un ángel en el arbolado,
cerca en el arbolado
a niños que en el sueño han entrado.