Gabriela Atencio

Palabra del casuario

 

 

 

 

Palabra del casuario

 

Yo soy aquél cuya vida y alma son tortura
Sayat-Nová

 

Hay quien trabajó para mí         esta niñez ensombrecida

los hermanitos solubles            maldicientes

el patio de recreo fermentándose           jardín

sobre el cadalso

 

Los cuerpos secos anidando entre las ramas      feroces

las yemas afiladas escurriéndose           entre el sexo

líquido de las hormigas             murmurando

 

Aún no eclosionaban nuestros huesos

cuando aprendimos      a caminar         sobre las arcas

del dolor          solfeando         vértebra incipiente

el discurso indigesto del mundo

reducido al cristal de la palabra             o una píldora

 

Pero éramos aún           aves jóvenes

para crear eufemismos de la muerte

o reducir el ser             a un órgano predictivo que contempla

su aniquilación anticipada         en la mirada de otros

 

No es que en todos se fermente el dolor

como un trigo rancio y memorioso        mitosis

de un sol fantasmal       del que ya soy              ombligo de carne

solitario historiador de guerras santas               sin escritura

que ensaye el olvido

 

Hay quien hizo de mí

cuenco nido de mar      silenciado

las sierpes sedientas ordeñándose          la savia hostil

grapándome     sus clavos de sarro

para no torcer las aguas

para no torcer las aguas            que también beberán

crucificados saturnos

 

Yo soy             suburbio de animal       casuario sin mundo

que habita los umbrales del poema        traduciéndose

voz sin órgano             traicionándose

enjaulado en los significantes               de esta prótesis mental

cristal               crisálida          ventana ensombrecida

 

Estoy exhausto de esta muerte con vida humana

el turismo maléfico       de planetas sonrientes

por el jardín natal

los hermanitos ácimos predilectos         escurriéndose

en el sudor de sus sangres         y los atajos del padre

al vacío legal de los sueños

 

Padre  habías estrechado

tu semilla espuria entre las rocas          para cederle

el oro transpirado de tus años

yo soy el hijo bastardo              más extraño

yo soy el hijo extraño               más extranjero

y tus panes amados      pasaron la noche         comiéndose

coléricos          unos a otros

mientras descansabas               complaciente a la dictadura

de tu ensoñación          porque no fuiste tú       sino el amor

de tu simiente               ángel exterminador

quien los llevó al abismo

Hay quien viene torciéndome el camino de la sangre

auscultando      el oleaje           erizado de mi músculo

renovando los contratos            del cristo ambiguo

que comulgo a deshora

 

No es que en todos se fermente la memoria

como el dolor apocalíptico        de un animal desnudo

mordiendo       los párpados cansados              del arca

que se niega     a dejarlo pasar

 

Las sierpes       arrastrándose por los maderos

declamando inocentes              las traducciones de Dios

vocalizando                 el sembrado discurso

de la nueva gravedad

he visto el rasgar de sus lenguas cada vez que extendían sus líneas

mientras una especie intranquila           rondaba los extramuros

 

Yo soy             suburbio de animal                  casuario sin mundo

que aun pudiendo el vuelo        escogería         esta pasión triste

casuario escribe

la palabra         ama      lo que viene prometido a la ruina

 

Porque aún somos        aves jóvenes               para crear

espejismos de Dios       y          camuflar

los bajos síntomas del ser         con estigmas de pureza

 

He visto al animal más pobre

roer los vidrios             sin salvarse      las fieras

lamer el óleo de sus frentes       diciendo adiós

y no había píldora que junte      mis labios de noche

 

No pueden narrar la vida          los que aun viva

la vislumbran muerta

 

Yo estoy cansado de la domesticación

de mi palabra               he sido el hijo más extraño y dócil

sonreía con la espina somnolienta de las pestes

hoy debo renunciar       a esta prótesis mental

 

No puede confiarse       la semblanza de los perseguidos

a la escritura santa de su Inquisición

 

Hay quien trabajó para mí esta pasión triste

los hermanitos radiantes           diligentes                     desangrarse

en los tinteros               nombrándome              verdugo

de su sueño parricida

casuario escribe

un poema es pretexto                para retozar en la orfandad

 

Y escribí          sabiendo el devenir de mis palabras

en píldoras hostiles       que no pueda acumular

ni tensar con ellas         mi garganta iridiscente

y el silencio      un abismo        atribulado        esponjoso

 

Acaríciame      que son arcanos los afectos del tiempo

que ya me ha olvidado              como a un niño

que ya me ha olvidado como a un niño              en los patios

del mundo

Y ya todo es un mundo intranquilo

rasguñando los muestrarios

déjenme ser     contraveneno de los perseguidos

las sierpes solfeando     los nuevos himnos de Dios

los hermanitos ácimos predilectos       digiriéndose

sobre las escaleras

 

Un establecimiento cerrado es un rostro cruel

yo los vi morder           los talones del farmaceuta

fingiendo una tos arcaica

he visto el torcer de sus sangres

para adormecer sus torres

yo dejé de medicar el tiempo

 

Hay quien trabajó para mí         riendo

este cristal ensombrecido

los hermanitos nublados           feroces

girando            como un espiral de hormigas    hasta la insolación

casuario ríe

quien sobreviva al fin del mundo deberá escribirlo

            mi venganza será el amor

Gabriela Atencio (Lima-Perú, 1994). Poeta. Egresada de la Facultad de Ciencias y Filosofía de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (Perú). Actualmente ... LEER MÁS DEL AUTOR