Todos somos marginados a la sombra de lo desconocido
Por Elys Regina Zils*
ERZ | Para empezar, recuerdo la afirmación de Gilles Deleuze, en El acto de creación: La obra de arte no es un instrumento de comunicación. La obra de arte no tiene nada que ver con la comunicación. La obra de arte no contiene estrictamente la más mínima información. Por otra parte, existe una afinidad fundamental entre la obra de arte y el acto de resistencia, esto si tiene algo que ver con la información y la comunicación como un acto de resistencia. Como se puede ver en este contexto, escribir poesía hoy en día es un acto de resistencia. Además, ¿crees que el escritor tiene una misión especial? Si es así, ¿cuál sería? ¿Cuáles son las motivaciones, los impulsos que mueven tu literatura?
FM | Deleuze es un tipo curioso, fruto de nuestro tiempo apresurado, un coleccionista de reflexiones ajenas para estudiantes descuidados. Un estímulo voraz para la paramnesia, sus libros son una obra maestra inconmensurable de déjà-vu. El misionero es un predicador, un ordeñador de lo incuestionable. No puede confundirse con el creador –aquí me refiero a la creación artística y no al grabado religioso–, porque nada en su flujo de imágenes es imperativo, dogmático. El artista se expande en dudas y no en vómitos de certezas. Incluso sus intuiciones no son solo axiomas desgastados. No hay mayor acto de resistencia en nuestro tiempo que simplemente respirar. Vivir –satisfacer un mínimo de ración filosófica– requiere una fuente perenne de obstinación, y la creación artística es naturalmente una de esas fuentes. Sin embargo, tales manantiales es bueno tener en cuenta que brotan naturalmente. Nadie decide ser creador. No hay una tienda con mil estanterías donde se puede encontrar el destino que nos parece más fresco. Las motivaciones de una vida son la vida misma, como un árbol cargado de los más variados frutos posibles.
ERZ | ¿Me gustaría saber más sobre tu obra literaria desde su primera publicación, se ha transformado a lo largo de estos años? ¿Cómo definiría tu literatura? ¿En qué medida consideras que tu obra global contribuye a la literatura nacional e internacional, considerando que tienes publicaciones en el extranjero?
FM | Cuando el tema que nos ocupa es la definición de la propia voz, ese espectro que mejor define la presencia inconfundible de un creador, hay autores que la definen desde el primer verso y otros que deambulan obsesivamente por la tierra en busca de una poética única. También están los que la agotan demasiado pronto y empiezan a repetirse como una imitación de sí mismos. Mis primeros libros (todos ellos poemas) son una búsqueda insistente de esa voz propia que solo encontraría cuando me di cuenta de que estaba fuera de la escritura, que me había sustituido por un mero cronista. Fue cuando me encontré con mi abuela materna en su cama postrada en coma, cuando la llevé a la intimidad de un poema, me di cuenta que ahí estaba, en ese acto impulsivo, la posibilidad de conocerme. Solo cuando nos percibimos dentro de lo que creamos podemos, desde dentro de esta comprensión, percibir el mundo que nos rodea. En cuanto a la interferencia, no creo que deba tener un propósito, es algo accidental, y eso ocurre mucho más allá del tiempo de escritura y del idioma original en el que se encuentra la obra, si se trata de literatura, naturalmente en su sentido más amplio, se hace, mejor dicho, se hace público. Las mil y una noches sigue siendo una obra influyente, por ejemplo. El enjambre de novelas y libros de poemas que aparecen cada minuto en inmensos estuches carecen de significado suficiente para despertar el más mínimo estímulo en su lector. En cuanto a las definiciones, lo mejor de ellas es que siempre son inconclusas.
ERZ | Mientras leía Arquitectura del escritor: Enrique Gómez-Correa (1999), autor que sé que usted también admira, me intrigó una pregunta que le hizo Hernán Ortega Parada al poeta chileno y que ahora le vuelvo a preguntar: ¿cómo definir su situación en el universo?
FM | Todos somos marginados a la sombra de lo desconocido. Tan pequeños que la mayoría de ellos ni siquiera entiende la existencia de una situación frente a frente, y mucho menos el universo. Sin embargo, mirando el exceso de bestialidad que llevamos en nosotros, vemos que tal vez sea lo mejor. Jamás llegaremos a contaminar el sistema solar, y nuestra acción destructiva sobre el planeta da rienda suelta a un carácter vulgar en lugar de llegar realmente al clímax de la extinción. La naturaleza aprende del hombre y no al revés, y ciertamente se renovará más rápida que el hombre. El fin de los tiempos o Apocalipsis es barbarie religiosa. La hostia consagrada es el más efectivo de todos los placebos. El hombre es también un marginado en cuanto a las vastas posibilidades de su cerebro, la máquina más fabulosa que conocemos.
ERZ | Eres escritor, poeta, editor, dramaturgo, ensayista, artista visual, traductor, referente como investigador del surrealismo y la poesía hispanoamericana. Ya has producido tanto que pregunto: ¿qué queda por hacer?
FM | No creo que esto deba ser una preocupación. Creamos por impulso, muchas veces ni nos damos cuenta de las repeticiones y manierismos. El trabajo de un editor es interminable, porque siempre habrá algo que descubrir o recuperar. Incluso en el caso del Surrealismo, sobre el que escribí una gran trilogía, el otro día me encontré pensando en aspectos que se me habían escapado y que podrían valer un cuarto libro. Hay particularidades que me gustaría ver, como la puesta en escena de algunas de mis obras. El otro día Berta Lucía Estrada, una colombiana con la que escribí tres obras de teatro, me dijo que se las había presentado a un director de teatro de su país. También me gustaría montar una exposición fotográfica, para la que incluso desarrollé una maqueta. También existe otro trabajo interminable que es el de traductor. Lo que quiere decir que podría pasar unas cuantas eternidades atendiendo a ese rebaño. Sin embargo, la vida tiene un secreto muy bien guardado, que es la duración de sus estímulos.
ERZ | El lanzamiento de la colección Abraxas reúne su inmensa obra –con poemas, obras de teatro, ensayos– de diferentes épocas y con varias colaboraciones. ¿Qué es esta unión ahora en una colección? ¿Cuál es el sentimiento que despierta en su creador al ver esta vasta producción?
FM | Ha habido muchos cambios en la relación entre autores y editores en Brasil, casi todos por el desprestigio de una categoría que, en rigor, siempre ha tenido un mínimo sentido de comprensión de la realidad editorial. Además, la irrupción de Internet y la progresión infinita de sus perspectivas de actuación, han puesto en jaque a muchas actividades profesionales. Desde mi adolescencia he trabajado como editor de revistas y con los años he adquirido cierta experiencia como editor de libros. Entonces veo naturalmente que Agulha Revista de Cultura ahora cubre esta sección, en este caso la colección Abraxas. También tiene la ventaja de que los libros se pueden presentar en otros idiomas, según lo permita la organicidad de Amazon, que aparentemente los hace circular por todo el mundo. Los escritores rara vez son buenos comercializadores, por lo que mi principal táctica es concentrar buena parte de la producción más reciente, de los últimos 15 años, en un sello que pueda lograr una buena circulación. El resto queda en manos de D. Diablo y su compañía. Mi vida siempre ha tenido un fuerte énfasis en el alcance y la alteridad, gracias a mi voluptuosidad existencial que me hizo sentir mucha curiosidad por probarlo todo. Me da un inmenso placer crear, mi alma –hasta donde existe– está profundamente inquieta, y la soledad del acto creativo siempre me ha sido poco atractiva, recuerdo que en mi adolescencia conviví con actores y músicos, por lo que terminó buscando esas otras conexiones o prismas de creación, lo que resultó en poemas colectivos y, sobre todo, en la escritura de varias obras de teatro con otros dramaturgos, como dice uno de ellos, Zuca Sardan. Es bueno llenar la casa de gente, amigos de la creación, personajes, temas de estudio, una casa llena nos trae vida desde todos los ángulos
ERZ | En conversaciones informales, ya me has demostrado que aprecias la música en tu día a día. Como la poesía y la música van de la mano, ni siquiera te voy a preguntar si existe esa relación en tu producción, pero me gustaría saber hasta dónde llega esta influencia de la música en tu poesía. ¿Hay poesía sin música?
FM | Evidentemente no. La creación artística en su conjunto está profundamente guiada por la atención al ritmo. Pausas, silencios, puentes, todo esto lo aprendí de la música, que quedó inmensamente subrayado gracias a la lectura de los ensayos de Milan Kundera sobre música y romance. Nuestra respiración es puro ritmo. La forma en que nos vemos y jugamos, ídem. Los seis sentidos son una sinfonía perenne que nos permite recorrer toda una existencia. En casa, en la infancia, la música y el romance estaban presentes de forma múltiple, diría incluso desconectada, y me tocaba a mí identificar los puntos de conexión entre toda esa avalancha. Del mismo modo, el descubrimiento del teatro, las lecciones de la alteridad cuando tenemos que salir de nosotros mismos y dar paso a la entrada en escena de varios personajes. Como en la música, el poema requiere un buen conocimiento del ritmo para luego navegar por el abismo de la improvisación. Del mismo modo, el autoconocimiento y la cosmovisión son las puertas que nos permitirán comprender otras naturalezas, otros seres, esos personajes que parecen haber nacido fruto de la magia.
ERZ | Junto a esta talentosa producción artística, otra faceta importante es la de editor de Agulha Revista de Cultura, proyecto que creaste en 1999. La revista dedicada a la difusión de estudios críticos sobre el arte y la cultura es una de las pioneras en el mundo virtual, con circulación en varios países. Habiendo dicho eso, ¿cómo evalúas la historia de Agulha, también porque proviene de un país que parece apoyar tan pocos vehículos culturales como este? ¿Cuáles son tus mayores alegrías con la revista? ¿Y la perspectiva de futuro?
FM | Haber creado Agulha Revista de Cultura fue una especie de configuración plena de un deseo que se había cumplido de manera incompleta durante mucho tiempo. Ser pionero en cualquier campo es como abrazar una quimera o bailar en el vacío. La revista no tenía referentes en el mundo en el que aparecía, la plataforma virtual. Y desde el principio quiso mucho, la movió una inmensa dosis de atrevimiento. Aprender a utilizar los mecanismos de diseño y difusión que facilitó Internet fue la primera decisión. Naturalmente, los primeros números todavía buscaban adaptarse a esta nueva relación técnica. El siguiente paso fue ampliar, siempre ampliar, los contactos, la variedad de temas tratados, las tácticas de difusión, la búsqueda de cómplices. Y desde un principio, la revista había definido que no se institucionalizaría bajo ningún pretexto, incluso que nunca aceptaría aportes económicos de ningún tipo. Había que hacer vibrar la llave de una obstinada independencia. Llevamos ya 22 años de actividad editorial ininterrumpida, hemos creado alianzas con revistas de otros países, ampliado nuestras opciones de contenidos con la producción de proyectos paralelos, como el “Atlas Lírico de Hispanoamérica” –diseñado especialmente para la revista Acrobata–, y la colección Abraxas, a la que ya nos hemos referido. En todos estos años he contado con la participación muy especial de tres personas: Soares Feitosa –director del Jornal de Poesia, en cuyo proveedor se ancló nuestra revista en sus primeros años–, Claudio Willer y Márcio Simões –ambos fueron coeditores, cada uno durante un período cercano a una década. La sociedad con Márcio Simões fue aún más amplia, permitiendo la publicación de algunos libros de Sol Negro Edições, que él fundó y dirige hasta hoy. Y ahora cuento con tu presencia, en mayor medida, ya que estarás sola al frente de la revista. Las alegrías son desbordantes: viajes, alianzas, proyectos paralelos, prestigio internacional, todo eso brindado por la revista. Tal vez debería decir que extraño a Brasil, que teníamos poco reconocimiento en el país etc., pero no, conozco nuestra realidad y sé que su esencia la tenemos en Brasil. Los mejores están con nosotros. Siempre lo estarán.
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*ELYS REGINA ZILS (Brasil, 1986). Poeta, traductora, docente, artista visual. Máster en Estudios de Traducción por PGET / Universidad Federal de Santa Catarina. Licenciada en Lengua y Literatura Española y Lengua Portuguesa en la Universidad Federal de Santa Catarina / Florianópolis, Brasil. Inédita en libro. Ha traducido al español la trilogía del surrealismo, de Floriano Martins. Para Sol Negro Edições (Brasil) prepara la traducción de libros de Eunice Odio, Olga Orozco y Marosa di Giorgio. Actualmente es la editora de Agulha Revista de Cultura.
TRES POEMAS DE FLORIANO MARTINS
LA AMANTE DADÁ
La noche abrió un cráter.
Tu camisa blanca en el tendedero.
El sol haciendo danzar la sombra de tu mano sobre mi vientre mientras me afeitas.
Me río cuando me dices es de noche y veo el sol de reojo, o cuando mi piel tiembla de frío
e insistes en que nuestro invitado llegue pronto.
Los puentes escribieron un libro de vicios: quien me cruza quien me cruza quien me.
Yo estaba realmente interesada en cruzar tu nombre.
Llegues o no, nunca sabré con quién cenar.
Vamos, lo que estamos haciendo es unir dos mundos.
Quiero sensibilizar a los hombres.
BUSCANDO POR SI MISMA
Sospecho que somos llevadas a la devoción
a través del abismo entre el labio y su sombra.
Eres el espectro entrelazado en mí,
lo que soy antes de que el acertijo se anime
o resalte la lujuria de mis labios
por la herencia hermética de tu desnudez.
Bajo el asalto de tus demoníacas figuras
leo la pintura teatral de cuánto te abres a mí.
No viene nadie más, solo quería
que me tocaras aquí mismo, ya sabes.
Ni siquiera me represento a mí misma,
por mucho que me encanta lo mucho que me amas.
Un día dije yo soy tu chica
y desde entonces no sabes vivir sin eso.
EN MI SOLEDAD
Pasé una noche dentro de otra.
Como una fábula que no se puede reconocer excepto en la magia de otro argumento.
Garabateé tu nombre en mi piel como si el mar pudiera borrarlo en cualquier momento.
No quiero un solo beso tuyo que no me sea dado aquí, donde me tienes toda desnuda
sin saber quién soy.
Yo tampoco sé sobre mí, y descubrirlo puede costar más que un beso.
No me dejes vagando en el columpio de una baraja imaginaria, sin contener la expansión
de la angustia.
Una noche solloza en mi hombro.
Otra gime, cómplice desde las piernas.
Me toco por completo buscando el refugio de tus manos.
Disfrázame de todo menos de mí misma, porque no quiero volver aquí cuando te hayas ido.