Antes del alfabeto
(Traducción al español de Emilio Coco)
(mudanzas)
ha cambiado de piel para soportarse,
se ha recluido prudente en el fortín
y no abre, acecha por la mirilla
la torcida horrenda faz del mundo
(competición celestial)
siempre vienen a por ti, oh dios sitiado,
los tétricos gladiadores, los fingidores
arrodillados, los portadores de oropeles
lámparas, fuegos, chispas, llamadas…
ellos, los rogadores-saqueadores, actores
de la misma calaña, bajo los reflectores
con las manos en los ojos, con los ojos
que encienden votos en las letrinas de campo
(la enloquecida)
la tarde avanza y de los pozos sube
el silencio ordenador, el primer nacido,
y el cielo que se abre es tachonado
por los ojos fulminados de los niños…
(la vigilia aturdida se estaciona
entre libros y cuadernos deslucidos
y en las zanjas del rostro los destila
hasta que la boca amarga desatina)
(el escriba)
en olor viviendo de demasiada humildad
casi de reticencia, parpadeada mudez,
yo a tientas en mi indefensión
torpe de remordimientos, falto de certezas,
esperando en poco y del resto excluido,
sólo anudando razones no rasgadas
la cabeza girando como en un huso
en busca de papeles no revueltos,
el final de un punto siempre eludido…
para levantarme confío en hondas palancas
a pesar de mi respirar leve…
última voz del año
veía entonces marcados en las paredes
sólo cuadros de la penitencia…
ventanas heridas, claraboyas,
prohibiciones
también detrás de la nuca se agitaba
un invisible imán…
una llamada muda vagaba
por los muros sin salida
recurrente era el sueño del camino
extraviado continuamente
a pesar de que siguiera recto el mío
tenazmente
cuando el día se agrietaba, en el jardín
el asesino de turno acechaba…
se inquietaba el follaje
a su latido ausente
y adelante, más allá de las líneas
de las manos, de los asilos ofrecidos,
florecían pequeños incendios
lejanos
vale ahora, vale todavía más,
mientras el blanco es móvil y escarnecedor
y zigzagueando se deforma el camino
continuamente
y los petardos de fiesta junto a mi casa
hablan solos durante unos instantes
luego en un soplo vagante
los traga el oscuro sumidero
el sendero con la mirada corre
veloz entre el velo humeante…
pero ya está en la cancela el pensamiento
y allí se agarra y se expande
el cáliz que me ofreces
con el vino de la salvación,
el triangular y bendito nombre
en cuyo cuerpo me levantas,
hoy no me consuela…
en la recta que vuela
de la primera letra a la última
sin cuerda ni anillo
te ofrezco la palabra que se basta a sí misma
–hermano–
Paisaje
el descampado es un lugar de móviles pantallas siempre encendidas:
ellas se enfrentan con cualquiera, deslumbrando y ladrando.
Vistas desde lo alto, parecen bocas eternamente abiertas…:
ellas consumen sus propias imágenes, sanguinolentas
o melosas, con igual obtuso griterío… Entre guerras y
mercancías, de vez en cuando un pregonero desaparece, cogido por un
instante de fijeza. No hay tiempo para preguntarnos dónde ha
transmigrado su fingida vida.
Hasta donde llega la mirada, los lugares se cubren de pantallas y
pantallitas que ya no se pueden apagar…
Antes del alfabeto
antes del alfabeto
descubrí la entera letra…
la secreta, el misterio
del mensaje amoroso,
el desconocido cuerpo
de la escrita palabra
por el tiempo indefenso
asedié la fortaleza
de la página, el allá,
el telar suspenso…
antes de la verdad
reconocí la letra
luego se volvió alfabeto
y el alfabeto tiempo
Coro quinto
exulta mi corazón a seguro,
¡mi corazón exulta, confiado!
tú, ¿por qué callas? no exultas, ¿por qué?
¿no reconoces lo que yo me figuro?
¿te parece impuro el rostro hallado?
olvida entonces el paso que a ti
te parece ilusorio y ensoñado…
deja la cuerda que te he regalado
y ¡ve, vete, a tu futuro!…
Tierras de en medio
he pronunciado todas las palabras
desde alma hasta terrón…
quitadas de una historia de sal
y terminadas todas en una burbuja
las he vertido en el agua y las he extendido
al aire libre, de toda casa distante
como si un transeúnte cualquiera
pudiese decirlas suyas
de la angustia coral las he sacado
casi traducidas a la neutral lengua
para que el extraño que las masticara
en la saliva engendrase savia
he creído en el puente de las manos
fielmente marcadas
mapas que alguien observa en el diluvio
gente ahogada
pero yo vago aún por las laderas
del salvador monte
y bebo aún en la palma un agua
que del primer manantial chorrea
en él lloro el desviador mal
escruto en él las futuras raíces…
no encontraré, pues, mi pueblo subiendo,
me ato a vosotros los dispersos del tiempo