Furias y otros textos
(Traducción al español de Zhivka Baltadzhieva)
FURIAS
¿Podrías detener el viento que de los montes acomete,
los desfiladeros barre, arriba nubes por las eras,
arrebata los aleros, los tejados de las casas, y las lonas de los carros,
tumba pórticos y vallas y voltea a los niños por las plazas y las calles
en mi ciudad natal?
¿Podrías detener el río Bístritsa, que fiero viene con la primavera,
el hielo rompe y quebranta los pilares de los puentes,
y se sale de su lecho, y sus aguas arrastran, turbias, perniciosas,
las casetas, los huertos y el ganado de la gente
en mi ciudad natal?
¿Podrías detener el vino? si ya bulle en los toneles,
abrazados por letreros que rubrican en cirílico ora “ negro” ora ” blanco”;
en los toneles inmensos empotrados en los muros, que exhalan humedad,
en las pétreas bodegas, que los ancestros nos legaron,
en mi ciudad natal?
¿A mí tú cómo detendrás? A mí – la libre, la indómita, y la nómada. A mí,
la hermana de los vientos y del agua, del vino,
la tentada por lo vasto, lo inalcanzable, lo quimérico,
la soñadora de caminos vírgenes, inalcanzados.
¿Cómo a mí me detendrás?
PENÉLOPE DEL SIGLO XX
Estamos amasados de pasado.
Inadvertidamente por los siglos agolpado.
De rojo, de azul nuestra sangre tiñe,
y el alma compone de oscuros y claros.
¿Hay acaso un único hueso en el cráneo tan complejo,
una única onda en mi propio cuerpo, una única uña,
un vuelo del alma, un sólo latido de mi corazón,
que algún ancestro lejano no haya vivido?
¡Pasado! ¡Bendición o mal inapelable,
opaca carga, luminoso don,
avaro, que conserva montes de basura y oro en mezclas sin par,
archivador insomne de todo y de todos,
persistes en nosotros sin tener en cuenta nuestra voluntad,
apilas inventarios de todos los pasados en el corazón
y los balances de victorias y de derrotas,
y los catálogos de odios y de amor!
Nosotros, ávidos artífices de libertad,
marionetas sólo pobres en tus manos
gesticulamos, caminamos y gritamos,
luchamos y caemos y nos levantamos…
¡Oh, esos hilos, tremebundos, invisibles,
que tú aflojas o anudas sin jamás romper,
oh, esos hilos que dirigen el destino
y unen el presente al antaño y al nieto todavía por nacer!
Desearía arrojarme al sinfín,
romper los nudos, ver yo sola, libre,
verme a mí, mi rostro
sin pasado, sin ancestros, sin edad, ni nombre.
- INMENSOS TELESCOPIOS auscultan al Universo:
catástrofes universales,
soles apagados,
planetas neonatos,
cometas vagabundos,
encuentros, desencuentros,
lunas llenas, eclipses.
meteoro
en llamas,
consumido,
hecho cenizas,
desvanecido…
Sismógrafos sensibles auscultan
la tierra:
señalan,
tiemblan,
miden terremotos,
cercanos y lejanos…
La aguja salta,
se quebranta.
¡Qué siniestro!
Desaparecen ciudades,
brotan islas nuevas,
los lagos se vacían,
el iceberg se derrita,
el mar se va en retirada,
las montañas se hunden,
en un desierto de agua….
1.TÚ VES EL HOMBRE –
a tu lado camina habla, trabaja,
viste bien, pasea, viaja, lee,
impenetrable, ilegible.
¿Con qué auscultar su alma?
¿Con qué tecnología penetrar
el cielo de sus sueños?
¿Cómo leerás
los meteoros de su pensamiento?
¿Cómo calcular
el amanecer de su ilusión,
la Luna llena de su pasión,
o el eclipse provocado por su pena,
la profundidad de su decepción?
¿Cómo medirás
el desastroso flujo de desesperanza
que derriba las pálidas orillas del aguante,
desgarra el cableado de los nervios, despavorido,
y en su propia sangre ahoga
el pobre corazón
humano?
III. NOCHE,
CIUDAD –
eléctrica, de cemento,
milenaria.
Luces, carteles, simulacros, publicidad, publicidad, publicidad…
Muchedumbre,
ruido prehistórico,
sirenas, silbatos, tintineos, gritos, tañidos.
Los vendedores de periódicos vociferan:
¡Guerra!
¡Fraude!
¡Operaciones bursátiles!
¡Pánico mundial!
Avalanchas de coches,
ríos de cuerpos,
ojos, dientes…
Sobre el negro cielo
con letras luminosas
se anuncia una película:
¡INFIERNO! ¡INFIERNO! ¡INFIERNO!