Efraín Barquero

Antigüedad y otros textos

 

 

 

 

Epifanías

Tema 1

La casa es como un animal de la sombra
humeante pirámide sin huecos
esfinge con mi rostro, corcel con mi silencio
mi propio abismo a medias lleno con un árbol
es un nombre con un pájaro
un canto con un hombre adentro
un lugar despoblado que uno viste con la ropa de los muertos
sus puertas se han abierto con el rumor de los dormidos
sus ventanas se han roto con el silencio de la noche.

Como las rocas, está detrás de sí misma
débilmente alumbrada por las cosas
por la tierra que remueve con sus manos
por la tierra cavada más alta que sus muros
bajo ella está el agua verdadera
el hueso parecido de los frutos.

Todo está a la vez iluminado, todo en tinieblas
todo está ordenado en los armarios
en la memoria de los ausentes
los años vienen a beber en mi boca
yo soy la abeja de este gran silencio, de esta noche inmensa
yo soy el comensal, el que guarda intactos los seres engullidos.

Todo gastó a los moradores
cómo envejecieron de mirar hacia afuera
en qué lecho tan blanco durmieron sin pliegues
sin desordenar el aire de las cosas
cuerpos, cuerpos, manos, rostros
esos dientes de la sombra
a una hora buscamos el sitio más profundo
adentro de otros viviremos, cada vez más adentro
cómo al partir un fruto creo prolongar mi nacimiento.

El fondo de los hombres es un sueño
un sueño confiado a una piedra
antes de estar solos estuvimos reunidos
antes de ser esposos fuimos desposados
nuestros hermanos fueron como viejos conocidos.

Extraña es esta casa cuya sombra nos fecunda
una piedra era al final su rostro
lo exterior del paisaje, su intimidad profunda
la estación transitoria, su más pura experiencia
la inclinación del sol, su más colmado hallazgo.

 

 

 

Epifanías

Tema 8

No tengo cuerpo en la oscuridad
yo mismo me he tragado para sentirme arder
para ser la estatua hueca de mi dios
como si todo lo hubiera engullido con la boca de mi cuerpo
hombres, bestias, en algún lugar están
nunca envejecidos, más nítidos que el alba
un rayo es el esqueleto de la sombra.

Si yo puedo recordar, es que los seres tienen rostro
quedaron para siempre inconclusos en sus caras
a medio parir, a medio vomitar por la serpiente
están vivos en la cicatriz, bella, terrible
la mordedura se hizo boca
el terror, petrificada hondura
cada rostro es una torsión distinta
de este cuerpo que quisiera cubrirnos con sus párpados.

Yo miro alrededor el mundo, sus fauces abiertas
para reconocernos nos masticamos largamente
nos devoramos porque somos nocturnos
quién nos hace despertar sino aquellos que duermen en el fondo.

Cuerpos que seguirán otros abrazando en silencio
éramos iguales a nosotros mismos
estábamos aquí
rodeando cada forma en la luz entreabierta
mi mano era honda en el plumaje, en el pez
mi sabor era el centro de una flor
todo el espacio respiré para crear mi pecho
yo soy mi voz como el vacío es su abeja
yo soy mi voz antes de ser mi madre
en torno a ella como a un hueso fui creciendo
a un hueso inolvidable como el sol.

Si yo estoy en una casa, toda ella es mi copa
si estoy en un punto, todo él es mi mesa
mi tierra extendida, mi cielo central
quiero venir de afuera para llenar mi cuerpo
para que mis ojos se abran, se cierren conmigo
para que mi boca sea mi verdadero sello
mis manos, mis guardianas inmensas.

Un solo, un lento despertar he tenido
el de mi cuerpo que encierra todas las cosas
él como una bestia se ha tragado lo que soy
si yo conozco el remordimiento, él conoce su comida
si yo me oculto de dios, él se entrega desnudo
si me aterroriza la sangre, a él lo hace ondular
me vive sin edad con mis largas quebraduras
como una raíz
a la cual ya no hace daño lo terrestre.

(De Epifanías)

 

 

 

Gong

El tiempo ardía apagando los rostros
se inmovilizaban los años para escuchar el grave sonido
se ordenaban en círculo los animales de piedra
las puertas se abrían con lentitud crepuscular
yo avanzaba guiado por el centro de mí mismo
por el extraño peso de mi alma
se apagaban mis pasos como tragados por las aguas
mi aliento se disolvía velozmente
mis ojos palpaban como manos
mis oídos rechazaban lo exterior
nada me era más ajeno que mis pies
nada me era más distante que mis brazos
resonaban solos los espacios comprendidos
a sí mismos se escuchaban los largos aposentos
los dispuestos utensilios ocupaban otro orden
las aves emblemáticas habían adquirido otro poder
vivían las cosas un interior de frutas solas.

 

 

 

Vive el faisán

En el silencio de sus plumas vive el faisán
ave de los ríos sagrados
de las casas profundas cuyos lechos brillan en la obscuridad
de los frutos perfectos, aquellos que nacen y mueren solos
aquellos nunca recogidos como la miel del abandono.

Príncipe del recuerdo con los radiantes colores de la felicidad
el azafrán, el oro, la gota morada del destino
a dónde vuelas en el sueño opresor de la seda dormida
en la soledad de las cosas ingastables vives
en el árbol del añil, de la púrpura.

Con la tela inmensamente gris
de los que duermen para siempre
haces el agua, el fuego, la granada
haces lo perdurable con suavidad divina
el trueno nace cada vez sin despertarte
nace y muere en los cielos increados
arde en el polvo tu corazón escarlata.

 

 

 

Antigüedad

Amarillo era el caballo
indolente el cielo
los seres trabajaban sin ruido en el perfume
eran viejos como el azafrán, como el sol de los templos
en la madurez vivían como en un fruto que aplastaba el mundo
en la blandura de una madre.
No pude romper el pan ni la madera
ni derramar las cenizas
todo era demasiado humano
corporal como alguien que duerme
había aprendido el polvo a ser polvo
la piedra a ser piedra
los hombres habían aprendido a reposar
a ser carne de sus propios dioses.

Despertad a la sonrisa
al aflojamiento puro
a la cera de la inmensidad
despertad al mediodía en que todo se estira y se prolonga
obscureced al mundo con vuestra plenitud
vivid en la carnalidad doblegada del otoño.

 

 

 

El bocado

Alimento extremadamente humano eso es lo tuyo, hermano
eso es lo que ganaste cuando las garzas ya no fueron perseguidas
porque amas la luna como odias la ciega turbación de los hombres
a la orilla de un río donde el cielo humedece tus acciones
de un río donde no cesan de pasar tus muertos.

Eres de carne y de sangre más que de huesos
eres de dos pedazos de un pan arrebatado
con tus hijos atragantados en tu boca
con tus padres desnudos en la espalda.

Lo que vive de la miel secreta
lo que vive en la blandura de la lengua, en el aceite del reposo
fue turbado antes que comprendieras el pez sangriento de la nieve
tú el más desnudo de los seres de la tierra
el pan sin cáscara, el mendrugo frío
sin buey labraste
sin armas defendiste el corazón del cielo.

Tu fiesta fue sorprender el arroz recién sembrado
tu vino fue callar ante la noche
tu trabajo fue vivir disuelto en lo que hacías
por eso amaste el fondo húmedo del tiempo donde todo se agrupa sin
violencia.

Tú inventaste la tierra
tú que en la arcilla tocaste todo el dolor humano
tú inventaste el pan
tú que apenas nacías eras devorado por las aves
tú inventaste el silencio para poblar el duro corazón de dios.

 

(De El viento de los reinos)

Efraín Barquero (Chile, Piedra Blanca, 1931 - Santiago, 2020). Seudónimo de Sergio Barahona Jofré. Formó parte de la llamada “Generación del 50” jun ... LEER MÁS DEL AUTOR