Eduardo Casar

Pasodoble y otros textos

 

 

 

 

DARLE A LA SANGRE

 

Darle a la sangre un ritmo.

Darle a la sangre voz y viento.

Darle a la sangre el golpe cierto de la sombra.

(Cuando juegues a estar solo

nadie saldrá a decirte

no lo estás,

estoy contigo,

aquí estamos sobre el pasto

mirando la luz herida

los dos)

Darle a la sangre voz y viento,

intemperie y sótano al mismo tiempo.

Darle a la sangre el ritmo de la plata derretida,

intervalos de gota y catarata

entre las venas y los huesos blancos.

Darle a la sangre paciencia

hasta hacer de la piel

una sombra que brille.

 

 

 

 

ALLÁ EL MAR

 

Allá el mar,

superficie que oscila

como un seno suavemente acariciado.

 

Acá los árboles

o su esquema desnudo

por el peso del pulso del otoño.

 

Allá el contorno azul,

la larga franja de la certidumbre,

su modo horizontal de subrayar profundidades.

 

Acá los árboles,

mástiles enhiestos

esperando que la brisa marina hinche sus velas

y que la tierra toda comience a desplazarse

lentamente.

 

 

 

 

PASODOBLE

 

La vida es un pasillo estrecho

donde nos encontramos frente a frente.

 

Tu vientre contra el mío.

 

Yo trato de llegar

al sitio desde el que tú partiste.

Tú tratas de pasar,

para encontrar mi punto de partida.

Mis brazos cómo quieren ayudarte:

te empujan como el mar hacia mi espalda.

Tus brazos tratan de ganar orillas

cada uno por un lado de mi cuerpo.

Me agrando como el mar: tú te le opones

y la humedad te multiplica bosque

que sólo se atraviesa como incendio.

 

No cabemos los dos en este mundo

y nos vamos a otro largamente.

 

 

 

  

ESCRIBIENDO EN GERUNDIO

 

Entre otras cosas

para enriquecerse con los otros, juntos,

al juntar las palabras y formar escaleras y puentes levadizos

que unan habitaciones desconocidas antes.

 

Para transitar por todas las resonancias posibles

y estropear los usos automáticos, buenos, del lenguaje.

 

Para ponerse sombras, y sobras, y redobles

debajo de las tapas craneana y torácica,

encenderse los centros y los flancos.

 

Para que la relatividad deje de ser teoría

y se aparezca Hegel en las noches.

 

Para perderle el miedo a los disfraces y a las voces distintas.

 

Al escribir el mundo se incorpora

y lo que parecía inorgánico se organiza y se tensa,

y los sentidos intensifican los radios de sus arcos perceptivos.

 

Escribir es también revolverse, entrecruzarse con los aspavientos

y abrir encrucijadas donde estaba el silencio enterradito y quieto.

 

Defenderse de lo definitivo, embriagarse, ver las fotos de lado.

 

Es cobrar importancia y malgastarla.

 

 

 

 

BARCO, NAVEGACIÓN, FARO, MIRADA

 

Barco, navegación, faro, mirada,

arribo a tu mirada sin preguntas,

de dónde voy, de dónde este naufragio,

esta necesidad de oxígeno

que me vuelve arco el cuerpo,

mástil el cuello,

velamen tu cintura,

enorme mar el agua de tu cuerpo

 

…de dónde voy, de dónde este naufragio.

 

Toma en cuenta mi cuerpo entre tus labios.

 

Si tocaras el centro de la noche

cuánta noche podría volverse día.

de qué será el silencio si tu boca

basta para sellar mis labios.

 

De qué serán tus labios.

 

Tus labios, mi garganta,

tu nombre, la marea.

 

Si la marea no fuera tu cintura.

 

Si dejaras por fin tu ropa,

si la hicieras caer

yo te acompañaría.

Como mis manos van mi boca y mi saliva,

como para nacer o entrar al mar.

 

Y si yo fuera el mar,

y si afuera del mar no hubiera más arena

que la extendida playa de tu cuerpo.

 

Nado, atravieso, surjo, me sumerjo

…de dónde voy, de dónde este naufragio.

 

Se trata de mi piel tratando de encontrarse.

Encontrar a la tuya. La roca que define

su peso entre la espuma.

Este peso, esta sangre, esta temperatura

se encarama a la tuya y le mira los ojos.

 

Si tu piel encadena su cimiento

adentro de mi piel y la traspasa.

Si tú lates deprisa y me apresuro

otra marea levanta las preguntas.

Si en la penumbra duro lo que duras

porque dices también te necesito.

 

…de dónde voy, de dónde este naufragio.

 

Si tú fueras mi punto de partida

aunque hubiera llegado partiría.

Eduardo Casar Nació en el Distrito Federal de México en 1952. Doctor en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesor de tiempo c ... LEER MÁS DEL AUTOR