e.e. cummings

(Estados Unidos, 1894- 1962). Estudió en Harvard y fue a Francia en 1917 a trabajar para la Cruz Roja durante la Primera Gran Guerra. Un error burocrático  le hizo pasar tres meses en un campo de concentración. Esta desdichada experiencia lo selló para siempre y fue el motivo central de su libro El cuarto enorme (1923).

Desde su nombre mismo, con los dos nombres depilas puestos con iniciales y mayúsculas (Edward Estlin) y el apellido también con la inicial en minúscula, se ve su afán de diferenciarse. Cummings surge a la poesía en un tiempo donde refulge el vanguardismo: son los años de Cendrars, Larbaud, Apollinaire y Dada, del creacionismo huidobriano y del ultraísmo español y argentino. En 1922 Vallejo publicará Trilce y en México, en la década de los veinte, surgirá el estridentismo. En amplia medida el espíritu del vanguardismo fue el espíritu de  e. e. cummings.

La poesía del joven cummings abunda en distorsiones o inconexiones tipográficas y sintácticas. Borges, que parecía no apreciarlo mucho (como no apreciaba en general las vanguardias), decía en la Introducción a la literatura norteamericana que “su obra abunda en excentricidades de toda suerte”. Es verdad, pero no podemos ignorar que con esas distorsiones e inconexiones busca calculadamente lo asombroso o lo inesperado, y que, por otra parte, en su lírica abundan instantes llenos de bellezas y ternuras.

Para Donald Barlow Stauffer (A short History of American Poetry), las piezas lírica amorosas son lo mejor de él, “tales como el poema de amor cortés, ‘Toda de verde iba mi amor cabalgando’ (1923), y el tiernísimo poema de amor, “en algún lugar donde nunca he viajado, alegremente y más allá’ (1931). Este es el poema del que damos modestamente nuestra versión.

La obra poética de Cummings abarca treinta libros. Entre ellos se cuentan El enorme cuarto (1923), Tulipanes y chimeneas (1923), XLI poemas (1925), 50 poemas (1940) y 95 poemas (1958).