Exodus
(Traducción al español de Zeljka Lovrencic)
CROATIAM AETERNAM
La Virgen con los niños habla en croata
y cierra la puerta del fin de los tiempos.
Quien entra último
se arrimará a un vivo árbol,
con las manos separará el trueno del rayo,
descubrirá los elementos
y entenderá las despedidas humanas.
Ser elegido en la cola del tiempo,
mientras se apagan los pueblos y las estrellas,
es la gracia más grande de los signos previos,
ahora todo indica
el momento decisivo de las desinencias.
¿Quién podía presentir alguna vez
que la Virgen es el tope de nuestro destino?
Nieve indestructible
revelación de las intenciones de la historia.
Reina de las islas y de tierra firme, stella
maris, reluciente sobre las naves lentas.
Oh, corrientes ágiles adriáticas,
méceme, introdúzcanme suavemente,
debajo del ala lunar del olvido.
Recúbranme con besos tímidos
mientras la luz desciende
de las estrellas croatas.
CROATIAM ESSE DELENDAM
Más rara que un unicornio,
como un ángel
entre las estrellas apagadas.
De palmas unidas
en un gemido sin retorno.
Te asedió el silencio,
los pensamientos palidecen
en los márgenes, no escuchas
el movimiento del mar del fondo.
Todo tu ser
vuela alrededor de la estrella negra
y esparces tus intenciones
a los escudos fríos de ella.
El borde marcó la emboscada,
el modesto lecho y la tumba,
el ato de leños secos
y la unza de plomo líquido.
Del mar emerge
la cobra real
con un rubí en el hueso de su frente.
El éter, vacilando el vapor,
dispara oscuros y pequeños soles de amor.
A tu sed, patria,
nadie traería agua.
Mientras el filo de dos cantos,
oscurecido por el veneno,
se apaga en las entrañas de Hefestion.
EL MAR LLEGA A LOS CROATAS
(Dolazak mora k Hrvatima)
Los espíritus del infinito se despegan de la arrugada pizarra,
siete de ellos queman sarmientos y yerbas secas
en el altar del duro mar.
El mundo se termina antes de que llegue el fin, el humo se levanta
hacia la copa de los árboles, el gusano se freza en el centro del corazón.
La víbora dobla su pulso, bífida lengua, antorcha negra.
De dónde son, a dónde van, una lluvia veloz corre hacia ustedes.
Las lanzas y los picos de este mar antiguo son agudos.
El camino es áspero, agujero del ratón, el día de la boda está lleno de polvo,
declina en la bóveda la llama de luz de su ancianidad.
Maleza del destino, los dragones enojados con huesos de peces en las ramas.
El nitrógeno hace ruido, recogen tejedores
Los peces raya, como hojas, están de pastoreo. A ustedes les trajeron el nombre azul
e hicieron azul la sangre y el sarmiento, quitaron la piel con una esponja de vinagre,
pintaron con un nuevo color al monte santo Velebit.*
Sobre el monte dormita una nube negra y alcanza a los dioses salvajes. Horuathos*
es ese nombre, amigos de tez blanca,
el mar es un sueño y un cuadro del águila, hecho voto de bronce dolorosa.
Mar, imploro tu ayuda,
equilibrándome en tu ola;
me crucificas y encabritas,
acercándome a la playa de la patria.
EXODUS
Aquí se encuentran los pulsos del mar y las manos del amor;
temblando el Adriático azul y el ondeante Jónico
se conectan en el nudo de la unión indestructible, bajo la corona
de su herencia desembocan en alta mar. En Otranto los labios
coinciden y el espíritu croata tiende sus velas. Nuestros cuerpos,
entrelazados se abrazan,
dos mares cansados en la abundancia de la sal.
Estrecho del mar de las hadas, paso de salvación,
peces alineados como griegos en Maratón. Labios que
pesan en el grumo del oro azul, sal de coronas que coagula los cercos
alrededor de los corazones de piedra. Nación inmortal, navega,
igual que el pueblo en un Domingo Santo. Amurallado
con islas fantasmas y verdaderas, barandal greco-croata,
concordia de los antiguos y nuevos Argonautas.
Se derrama el único ojo del Cíclope
en la cuna oscilante del mar envejecido. Corona de espinas,
Cetro del Reino. Domingo de Ramos del olivo.
Ciudades que amo, pueblo mío, han dejado entumecer tu sangre.
Le destinan la paz del abismo y la ceniza
azul de los incendios, en la calma robada
de la clara muerte croata.
AWAKE AT SUNRISE,
WITH LIGHT CREEPING THROUGH THE WINDOW
Se prolonga la sombra de mi lugar de entierro
y se hincha la planta “siempre viva mayor”* que arranqué
el pasado verano de la tumba de mi padre.
En la abertura gótica crece como la pasta
cerca de la estufa caliente. Le gusta el clima húmedo.
Se multiplica, vegetativamente, extendiendo pálidas,
tenues glándulas de sexo, y en poco tiempo, un montón de ellas,
existe en mi horizonte. Son afiladas
las verrugas de la palma de remota semana.
Son guardias, ¿pero de la casa de quién, de cuál bóveda?
¿Distinguen la cara de la suerte de la cara del amor?
Se suman a la sombra del blanco lugar de reposo en la ventana
de Hampstead. Invoco al arcángel casero, mientras
vuela del jardín cercano, a la avenida Fitzjohn.
Que entregue mi ruego no truncado, y que no derrame mis
lágrimas en vano. Él fue el guardián
de los castaños gigantes. A él alejado, ya no lo alimento más ni con el cobre,
ni con los besos. Son vacías mis manos en los abrazos de todas
las semanas. Flotan en el aire tardías lechuzas sobre el vivero de peces.
PIETAS
Que no nos olviden, a nosotras,
almas frágiles entre los asfódelos.*
(Seferis, Mythistoria)
Te tuve en los brazos
lloré calladamente en tu tumba,
sabía que cada beso se llevó
una parte viva de nuestros corazones.
Te tuve en mis brazos
borrando de la frente las arrugas ansiosas
pero, en vano – se multiplicaban
como la mala yerba salvaje del verano.
Te tuve entre mis brazos
con convulsiones escribiendo letras mortales,
tu cuerpo estaba muerto
sí, sabía que besaba cadáver.
Te tuve en mis brazos
como ella tuvo a Cristo muerto,
vi el fin y la paz
detrás de desnudas montañas, azules.
Te tuve entre mis brazos
pensando que la lluvia debía caer
pronto del cielo negro
y desparramar las últimas rosas.
Te tuve en mis brazos
desde siempre estábamos muertos,
lloré frías lágrimas
que mojaban tu frente.
BANCOS DE MADERA DE VIA MORGAGNI
(Drvene klupe iz Via Morgagni*)
La sombra de los pinos se arrastra en el hueso,
vuela alrededor de los oídos y se posa
en la manzanilla.
El azul sigue la orilla del sendero,
me toca por el lado con libros en los brazos.
Distinguí títulos italianos,
lo que alcancé era el nombre de Cromwell*
y el brillo de la juventud floreciente.
Ay, qué pronto destrozarán los años inmisericordes
las coronas de flores perfumadas.
La calle de anatomistas embellece
la historia de la ciencia médica.
Aquí mis antiguos venían,
sedientos de mundo y de verdades dudosas.
Quizá la tez de los jóvenes
al frente de Instituto Embriológico
agita sangre croata,
de algún maestro de ojos azules
al otro lado de Adriático.
O querido mar, hermoso
como el joven que lee a Cromwell.
VÍCTIMA EN EL CAMINO A CANTERBURY
(Žrtva na putu za Canterbury)
A la memoria de Thomas Becket
Train should be changed at Ashford…*
Antes de salir, date vuelta,
acaricia con la mirada la fila de cipreses,
después concéntrate, y firmemente,
sin volver atrás, entra en otro tren.
Cuando te sientes, cierra los ojos,
espera un instante, ábrelos de nuevo
y acaricia la misma alameda.
Ahora el viento mece los árboles,
los toca con dedos destrozados.
Estrecha tu corazón, desabrocha la camisa,
amado; hunde la nave de la mirada
temblorosa. La fila de las espadas envainadas
apunta a tu coronilla en el tribunal de Canterbury.
1918
Los barcos que navegan lejos
llevan a nuestros amados,
a los países lejanos y ajenos
los barcos que navegan lejos.
Llevan nuestras vidas
en los cajones con harina blanca
y en los barriles de aceite dorado
a los países ávidos, ajenos.
Los barcos que navegan lejos
con la proa parten los corazones,
qué haremos con sus mitades
en un país lejano, ajeno.
ARRIVANO I CROATI SUI CAVALLI NERI
Vienen los croatas en sus caballos salvajes
y las colinas de los corazones se nivelan velozmente,
en los caballos moros echando la espuma,
de las estepas lejanas, tras las montañas desnudas,
se acercan los croatas, mansos y rubios
al mar de sus sueños.
PIRÓMANO DE LOS INCENDIOS CELESTES
¿Me reconoces, mientras pintajarreo con los dedos mojados
por tu frente, el sonoro dolor que calmo?
Como el borde del vidrio roto, agudo,
como el fuego croata, ágil. Soy la criatura
que se acurruca detrás de la cantera de San
Nicolás, entre las peñas, espesuras de encinas
y enebro, se oculta en el ápside
de la húmeda iglesia antigua.
Vibro con el olor de la lavándula y revoloteo
en el crepúsculo, solo con murciélagos. Solamente los niños
y los jóvenes me distinguen en la bruma.
Ángel de la primera oscuridad, espíritu de las tinieblas y despedidas,
Hijo del limbo y de la gracia sin destino,
así me llaman los isleños. En alas traigo el polen
de la somnolencia y el polvo de las estrellas tempranas.
El pensamiento
arrancado, la yema de la tuberosa blanca en el encanto del palacio
de los Stambuk. Ligero movimiento del viento del oeste
con el montón de nubes redondas en el cordel, florecida
ramita de almendro en el empedrado ennegrecido sobre la hojarasca.
Grito de lechuza en Palazzo y la chimenea gastada y desnuda.
Si me llamas, estando en desgracia, enseguida me desplegaré
encima de la herida pétrea, aterrizaré como un soldado
enamorado. Con mis ojos expulsaré la caza,
y con alas silenciosas echaré a las aves de rapiña.
Dame el nombre que quieres, soy el pensamiento
de la jaula bastante grande, el canto desde el corazón más cercano.
Soy la sombra de tu sombra, raíces transformadas
en cabellos, el peso del tronco, toda hecha para volar y para trineos.
Con adjetivos como un plumaje, empapelado con gracia,
con la diversidad multiplico la fuerza para el empuje, para el salto
los encuentros y la cercanía del fuego. Te amaba desde siempre
y tengo que estar sentado, callado, en el hogar acuático de Euménides.