Demetrio Herrera Sevillano

El poema de la arteria principal

 

 

 

 

De KODAK
(1937)

 

“Por qué cantáis la rosa ¡oh poetas!
hacedla florecer en el poema.

……..

El poeta es un pequeño dios.”
Vicente Huidobro

 

 

 

ENTRENAMIENTO

 

El mar –boxeador rápido–

tiene de pun

chin

ball

a los barquillos inquietos.

 

Con la toalla del viento,

la tarde frota el cuerpo

sudoroso del bóxer.

 

Los edificios

–fanáticos del ring–

contemplan apiñados

el gran entrenamiento.

 

(El muelle cuchichea

con un vapor que fuma)…

 

Y un aplauso de ola,

hace empinar la torre

con el reloj en mano

para llevar el tiempo.

 

Chiquillos vagabundos,

los pájaros marinos

se cuelan por el techo.

 

 

 

 

EL POEMA DE LA ARTERIA PRINCIPAL

 

He aquí

mi retrato

a esta loca Avenida.

 

Empujones,

Codazos.

 

La gente que entra y sale de las tiendas

como  niños felices que juegan a “La Pega”.

 

Los artistas asaltan al vestíbulo

a la calle

nos lanzan

sus aceras.

 

Las casas se han cubierto

el metatrasto de números

y el policía del tránsito

abofetea el ambiente.

 

Despedazando el sol de la vitrina,

pasan los automóviles.

 

Ave.

¡Oh Avenida multánime,

encendida de ruidos

y de trajes!

 

Tus grupos…

y tus cables.

 

Los anuncios que gritan.

Los postes –indiscretos-

que atisban las alcobas.

 

Tus heridas gemelas,

abiertas dejan los tranvías.

 

 

 

 

NUBES

 

Por la plaza del espacio,

pensando vienen

y van.

 

¿Procesión de dirigibles

en un vuelo sin parada

por el mundo sideral?….

 

¡Míralas!

Están cansadas

y doloridas de andar.

 

¡Oh, las nubes!

¡Pobrecitas!

 

¡En qué conflicto estarán!

 

 

 

 

CIUDAD

 

Ahora voy

trazando

una línea de construcción

con los lápices de mis piernas.

 

Los automóviles

abren los ojos.

La gente sube a las casas

por acordeones en desperezo.

 

En este pasadizo

la oscuridad,

me ha extraído

las pupilas.

 

Anuncios trepadores

contemplan sonreídos

la ciudad

 

De las habitaciones

salen a tomar aire

los reflejos.

 

Así cruzo las calles indefensas

que el paso hiere sin piedad.

 

Y mis recuerdos

son

también

motivo

de mi entretenimiento.

 

Suave los llevo

de una mano

a otra

cual blonda colección de figuritas

de estrellas,

del cinema.

 

 

 

 

NOCHEBUENA

 

¡Nochebuena!  ¡Nochebuena!

Halagadora y risueña

noche del Niño-Jesús.

Fúlgida boche que alumbra

la más lejana penumbra

con su sonrisa de luz.

 

Noche de fiesta y cariño,

en la que al dormirse el niño,

aparece Santa Claus.

Santa Claus que astuto pone,

los pitos y cañones

en nombre del Niño-Dios.

 

Noche en la que yo solía

soñar con la fantasía

de un ejército francés.

¡Ah! ¿qué dulce Nochebuena!

Noche graciosa y amena

sólo para la niñez.

 

Noche que al infante besa;

noche que en mí es aspereza

desde que mi infancia murió.

Que hoy, en vez de batallones,

de pitos y de cañones,

sólo angusias

tengo yo.

 

¡Nochebuena!  ¡Nochebuena!

Halagadora y serena

noche del Niño-Jesús.

Mágica noche que alumbra,

La más lejana penumbra

con su sonrisa de luz.

 

Ríe… Ríe, Nochebuena,

mientras retoza risueña

en tus brazos, la niñez

y

mientras yo, en mi martirio,

quisiera volverme niño

para gozarte otra vez.

 

 

 

 

NOCTURNO EN LAS CALLES

 

En la rodilla de un poste

–rubí que luce la noche–

el foco sobresaltado

de una cajilla de alarma.

 

Los faroles eléctricos

–candelabros ante el muerto

de la calle–

echan sus brazos de luz

en las espaldas sedosas,

del silencio.

 

Están las casas pensando.

Y el cielo –mesa de Dios–

viste su carpeta bruma.

 

Traigo la mirada: grave

me va observando la sombra.

Entre la sombra hay un bulto:

algún fantasma en la sombra.

 

Abro el compás de mis piernas

y marco un punto

2

3…

y marco miles de puntos.

 

La soledad ha dormido

a la ciudad en sus brazos.

 

Sólo mi existencia sigue:

la lleva el sueño a empellones

hacia sus paredes 4.

 

 

 

 

CON MI KODAK

 

De la tienda de un asiático,

sale una niña que lleva

cristal humeante

en la mano.

 

(Yo tengo la esquina presa

con mi inclemente calzado.)

 

Súbito…¡Zas!…

Es el viento

que,

al huir

de un automóvil,

me ha echado encima su cuerpo.

 

Los trabajadores pasan

con el cansancio en los hombros.

 

Un chico cruza corriendo.

Y,

el sol

-que se va cayendo-

se agarra de un edificio.

 

Mi estómago refunfuña.

Y por un inerte brazo

de la calle

parto aprisa.

En el camino me hallo,

con la gente…

y con la brisa.

 

 

 

 

DOMINGO

 

Las fachadas,

curiosas,

agrúpanse en las aceras

para mirar al que pasa.

 

La tarde pasea en autobús.

 

El sol tiene una mano

metida en la cantina

y hay un danzón travieso

que me está haciendo cosquillas.

 

Niños.

Corrillo sin brújula.

 

Un auto duerme la siesta,

y desde los balcones

saludan las banderas.

 

En la esquina,

un poste se entretiene

viendo en ropa interior,…

a unas naranjas.

 

Demetrio Herrera Sevillano Poeta panameño, nacido el 27 de noviembre de 1902. Sólo hizo estudios primarios y su formación literaria se debe a las lecturas y al trat ... LEER MÁS DEL AUTOR