El poema de la arteria principal
De KODAK
(1937)
“Por qué cantáis la rosa ¡oh poetas!
hacedla florecer en el poema.
……..
El poeta es un pequeño dios.”
Vicente Huidobro
ENTRENAMIENTO
El mar –boxeador rápido–
tiene de pun
chin
ball
a los barquillos inquietos.
Con la toalla del viento,
la tarde frota el cuerpo
sudoroso del bóxer.
Los edificios
–fanáticos del ring–
contemplan apiñados
el gran entrenamiento.
(El muelle cuchichea
con un vapor que fuma)…
Y un aplauso de ola,
hace empinar la torre
con el reloj en mano
para llevar el tiempo.
Chiquillos vagabundos,
los pájaros marinos
se cuelan por el techo.
EL POEMA DE LA ARTERIA PRINCIPAL
He aquí
mi retrato
a esta loca Avenida.
Empujones,
Codazos.
La gente que entra y sale de las tiendas
como niños felices que juegan a “La Pega”.
Los artistas asaltan al vestíbulo
a la calle
nos lanzan
sus aceras.
Las casas se han cubierto
el metatrasto de números
y el policía del tránsito
abofetea el ambiente.
Despedazando el sol de la vitrina,
pasan los automóviles.
Ave.
¡Oh Avenida multánime,
encendida de ruidos
y de trajes!
Tus grupos…
y tus cables.
Los anuncios que gritan.
Los postes –indiscretos-
que atisban las alcobas.
Tus heridas gemelas,
abiertas dejan los tranvías.
NUBES
Por la plaza del espacio,
pensando vienen
y van.
¿Procesión de dirigibles
en un vuelo sin parada
por el mundo sideral?….
¡Míralas!
Están cansadas
y doloridas de andar.
¡Oh, las nubes!
¡Pobrecitas!
¡En qué conflicto estarán!
CIUDAD
Ahora voy
trazando
una línea de construcción
con los lápices de mis piernas.
Los automóviles
abren los ojos.
La gente sube a las casas
por acordeones en desperezo.
En este pasadizo
la oscuridad,
me ha extraído
las pupilas.
Anuncios trepadores
contemplan sonreídos
la ciudad
De las habitaciones
salen a tomar aire
los reflejos.
Así cruzo las calles indefensas
que el paso hiere sin piedad.
Y mis recuerdos
son
también
motivo
de mi entretenimiento.
Suave los llevo
de una mano
a otra
cual blonda colección de figuritas
de estrellas,
del cinema.
NOCHEBUENA
¡Nochebuena! ¡Nochebuena!
Halagadora y risueña
noche del Niño-Jesús.
Fúlgida boche que alumbra
la más lejana penumbra
con su sonrisa de luz.
Noche de fiesta y cariño,
en la que al dormirse el niño,
aparece Santa Claus.
Santa Claus que astuto pone,
los pitos y cañones
en nombre del Niño-Dios.
Noche en la que yo solía
soñar con la fantasía
de un ejército francés.
¡Ah! ¿qué dulce Nochebuena!
Noche graciosa y amena
sólo para la niñez.
Noche que al infante besa;
noche que en mí es aspereza
desde que mi infancia murió.
Que hoy, en vez de batallones,
de pitos y de cañones,
sólo angusias
tengo yo.
¡Nochebuena! ¡Nochebuena!
Halagadora y serena
noche del Niño-Jesús.
Mágica noche que alumbra,
La más lejana penumbra
con su sonrisa de luz.
Ríe… Ríe, Nochebuena,
mientras retoza risueña
en tus brazos, la niñez
y
mientras yo, en mi martirio,
quisiera volverme niño
para gozarte otra vez.
NOCTURNO EN LAS CALLES
En la rodilla de un poste
–rubí que luce la noche–
el foco sobresaltado
de una cajilla de alarma.
Los faroles eléctricos
–candelabros ante el muerto
de la calle–
echan sus brazos de luz
en las espaldas sedosas,
del silencio.
Están las casas pensando.
Y el cielo –mesa de Dios–
viste su carpeta bruma.
Traigo la mirada: grave
me va observando la sombra.
Entre la sombra hay un bulto:
algún fantasma en la sombra.
Abro el compás de mis piernas
y marco un punto
2
3…
y marco miles de puntos.
La soledad ha dormido
a la ciudad en sus brazos.
Sólo mi existencia sigue:
la lleva el sueño a empellones
hacia sus paredes 4.
CON MI KODAK
De la tienda de un asiático,
sale una niña que lleva
cristal humeante
en la mano.
(Yo tengo la esquina presa
con mi inclemente calzado.)
Súbito…¡Zas!…
Es el viento
que,
al huir
de un automóvil,
me ha echado encima su cuerpo.
Los trabajadores pasan
con el cansancio en los hombros.
Un chico cruza corriendo.
Y,
el sol
-que se va cayendo-
se agarra de un edificio.
Mi estómago refunfuña.
Y por un inerte brazo
de la calle
parto aprisa.
En el camino me hallo,
con la gente…
y con la brisa.
DOMINGO
Las fachadas,
curiosas,
agrúpanse en las aceras
para mirar al que pasa.
La tarde pasea en autobús.
El sol tiene una mano
metida en la cantina
y hay un danzón travieso
que me está haciendo cosquillas.
Niños.
Corrillo sin brújula.
Un auto duerme la siesta,
y desde los balcones
saludan las banderas.
En la esquina,
un poste se entretiene
viendo en ropa interior,…
a unas naranjas.