Parte el pecho el tren que pasa
Nunca conoceré los Cayos de la Florida
a Victor Cabrera
y prepárense para lo que pueda ocurrir,
porque vendrá de todos modos,
así sea para velar por la paz de sus almas,
o bien,
para levantarles la tapa de los sesos.
Pavel Oyarzún
Víctor Cabrera tiene una amiga que asegura
que me parezco a Hemingway
yo que nunca salí de caza
que no tengo escopeta
que jamás le dispararía
al animal equivocado
pero insiste
debe ser por los pelos canosos
que hacen centro entre mi camisa
echando pecho y fortuna
no será por el Daiquiri en La Floridita
la tarde que pasé estaba cerrada
y no hice más que volver
una y otra vez por el mojito al bar
del 307 de la calle Empedrado
al margen de toda literatura
no podría ser un anciano en el mar
ni abandonar las armas
ni responder por las campanas que doblan
apenas imaginar los vientos en Cayo Hueso
participar en el concurso de parecidos
añorar la casa que jamás tuve en La Habana
ni siquiera en los días lluviosos
estaría a resguardo de los huracanes
de las inmensas jarras de cerveza
del whisky artero
de la cirrosis
de morir en Madrid
en honor a mi abuelo gallego
que no tuvo
su retorno inmigrante
al margen de toda guerra
no podría satisfacer la semejanza
con que la amiga insiste
yo que no pesco ni cazo
ni junto trofeos ni medallas
que no tengo escopeta
pero soy ese animal preciso
que de un poema certero
espera a que le vuelen la tapa de los sesos.
Parte el pecho el tren que pasa
Algunas veces un tren atraviesa mi cuarto
y debo levantarme a deshoras para dejarlo pasar.
En la última ventanilla está mi madre
y me arroja un ramito de nomeolvides.
Olga Orozco
Se refleja en un instante
el registro distorsionado de la historia
la evolución del paisaje asomado al vidrio
el suceder de los gobiernos
los amores.
Se nace predispuesto al paso de los trenes
aclamando el hierro
la contradicción
su paradoja.
La metáfora del camino.
/el silbato del guarda rompe el ensueño
¿Qué tan próxima estará mi estación
a qué paisaje le daré la respuesta del vértigo
de esta vista veloz parcial subjetiva
qué líneas de acero tendrán las palmas de mis manos?
El niño que va contando las luces
advierte a lo lejos su punto de llegada.
Aún no reclama mejor suerte.
Llover
Parece que repetir la lluvia
fuera pecado
que a nadie le interesa
la religión del agua
se dice llueve
como si fuera sufrir
el cielo no sufre sus pérdidas
acá abajo es donde
la lluvia clama su nombre
y la lluvia sigue repite
verbo impersonal le dicen
como si no fuera naturaleza
humanidad o poema.
El poeta escribe para el hallazgo
para que se sepa
que ilusión lo abandona
a qué defecto le rinde su caos
escribe y se nota su aparición
manía de letra remendada
la prepotencia de su verbo
el fanatismo con el que incita
a todos a que vivan
a que no se dejen atropellar por la noche
el poeta escribe para que descubran
su obsesión
para que limpien la mugre
que deja a los costados
sin más naturaleza
sin otro estorbo que la propia muerte
el poeta escribe de un solo plagio
sobre el papel de corrido
el reflejo de toda su inmundicia.
Pobre y precario
Dicen que había un país
más rico que la Reserva Federal
que cuando brillaba el sol
sobre su oro daba de lleno
pero no de comer
que tenía ríos
montañas deudas
y pronósticos alentadores
que se desperezaba
por las tardes
hacía crujir huesos
y opositores
que blanqueaba capitales
y sepulcros que tenía
su propia biblia escrita sólo
de antiguos testamentos
que llevaba a los niños de la mano
de paseo de merienda
de vacunación y vacaciones
que no le costaba gritar
ni pedir perdón o dinero
que todo lo enterraba
con sus muertos a futuro
dicen que había un país
mordido hasta el hueso
y que sus habitantes
dividían sus osamentas
mientras el mundo reía
o era “el carnaval del mundo”
dicen también que estaba
condenado al éxito
que nadie había que le tire
o desparrame que lo ignore
le dedique epitafios
o reguetones
había sí y estaba
precario y pobre
como una lámpara
de pocas luces
como un anden
sin enamorados
una postal de olvido
encontrada entre los trastos
de quien está a punto
de pedir su último deseo
y jamás permitió
que le revisaran
los bolsillos.
Noción de arquitectura
La ciudad ideal está armada
con partes de todos los viajes
la escalinata de un templo
el edificio de correos
un banco de plaza
un puente
la luz que cada tanto resucita
en ese bar de buena muerte
las boticas los almacenes
las carnicerías
los colegios
el consultorio del dentista
las dudas las caricias
una boca de tren subterráneo
un ala de avión en el esfuerzo
el casting para una película muda
de bajo presupuesto
las manos nombrarnos hacer fuego
un campanario el cementerio
la casa derrumbada
de un último poeta
las ferias las bocas de tormenta
las maternidades
las fondas los copetines
los ciclos de poesía
las puestas de sol
zancadillas
gritos
terminaciones
besos al aire en los andenes
palmadas en la espalda
todos los vuelos
el deseo colgando de los balcones
la incertidumbre del crepúsculo
no más de tres perros
rascándose las pulgas
como si la vida fuera algo
que sucede a lo lejos.
Como si se tratara del olvido.
Mujeres de pollera
Las veo caminar de medio lado
como si tuvieran el sol
entre su pelo
trenzas atadas al cielo
y esa bronca de andar
mascando rabia y certidumbre
con la paciencia
que ningún dios les dio
les brota la lluvia desde el cuero
calle abajo entre las piedras
sal de acusi y lágrimas
dulce el color de los sombreros
las veo por Oruro
bailando entre comparsas
la verbena las nombra
en el carnaval del pueblo
bajan y suben de las minas
sus pies alcanzan
para tanto altiplano
cubren de ternura la geografía
la altura de la sangre
sus dichas más legítimas
suenan con la música
de cientos de bronces encantados
como ángeles recibidos
en este paraíso
yo las vi parir sus sueños
entre sus ropas de encaje
con sus hijos alzados
bajar del Potosí
con las venas hinchadas
al frío de una tarde
que las acariciaba
luciendo en la sonrisa
el brillo de toda la mañana
las escuché bien decir
en las ferias de El Alto
gritar sus viajes de sembradoras
y allá en las islas de aquel Gran Lago
santificar los astros
armar con juncos su fe a flote
la confianza de sus manos sueltas
ahora que las veo
me desamparo
entre las balas y la guerra
sufre en hilachas su whipala
un arcoíris de dejarlas quietas
sus polleras se expanden
y entre la niebla
la libertad acuna al niño
que duerme a sus espaldas.
Iremos a vivir a Brooklyn
en ese edificio
que tiene un bar en la terraza
vista al puente que cruzaremos
todas las mañanas
entre un café y esa foto
que nos gasta de cansancio
después de todos estos años
ya tendremos visa y aduanas
para radicarnos de sangre
en cualquier mapa
el viento llegará del mar
dibujará en las estatuas una sonrisa
como de feliz cumpleaños
acortará la caída de las lágrimas
la sal en los ojos
todas las piedras de la ciudad
nos quedaremos a vivir
entre los peces de colores
para dibujar con sus fragancias
paisajes que salten desde el agua
como cuadros chorreados
por la mano de un pintor aprendiz
seremos vecinos de nosotros mismos
dos a los que la vejez no los sorprenda
ni el frío les dañe huesos y poesía
nos alcanzará el amor
aunque te quejes de que pida otro whisky mientras te escribo.
Negaremos todas las sombras.
Lejos muy lejos a otra luz.