Mañana y otros textos
(Traducción al español de Xavier Farré)
MAÑANA
Bella es la tierra
bellas son las nubes
bello es el día
y muy intenso es el amanecer
así cantaba un hombre mirando hacia abajo, a la ciudad,
donde humeaba una batería de cien chimeneas.
Y el pan en la mesa era un secreto,
al verlo palpitaba la frente
el hombre levantó alto el brazo
y entre risas bailaba alrededor en camiseta.
El sabor del pan recuerda la luz del sol
al comerlo, el pan puede proyectar rayos
al ir al trabajo el hombre sintió el amor
y habló de él a las piedras de la calle.
Amo la materia que sólo es un espejo que gira.
Amo el movimiento de mi sangre, única razón del mundo.
Creo en la destructibilidad de todo lo que existe.
Para no perderme, tengo en la mano un lívido mapa de venas.
DISCO
Sobre el río de agua amarilla está la ciudad, su respirar profundo
lo bombean cada día las fábricas hacia las rígidas nubes cobrizas,
un grito de gente, el bramido de pancartas, el silbido de metales quemados
avanza ampliamente sin cesar por las vibraciones de una ola de aire.
Pasan tropas de policías. Las armas golpean en los cascos,
alguien escribe en las paredes consignas revolucionarias,
los profesores cada mañana hablan del honor de la patria y de la independencia,
pero en casa por la tarde gimen en los bares, pensando en la amargura de su pequeñez,
un aviador, increíble símbolo, vuela con un ángulo de 45º con respecto a la ciudad,
le alegra el ruido del aeroplano, aunque él tampoco sea libre.
Miro, escucho, paso por las calles,
miro, escucho, por las calles pasan tanques con los colores nacionales,
tal vez dentro de unos años un gas verde manchará los campos,
tal vez dentro de unos años arderán las ciudades desde el Rin hasta el Volga.
Miro, escucho.
Para encontrar la forma digna del tiempo de mis hijos,
para pesar en la mano el disco brillante de los más bellos himnos y arrojarlo…
a los campos de niebla, al estruendo de las cascadas del futuro.
PROEMIO
Tú, a quien no pude salvar.
Escúchame.
Comprende este habla simple, porque me avergüenzo de otras.
Lo prometo, no hay en mí la magia de las palabras.
Te hablo callando, como la nube o el árbol.
Lo que a mí me fortalecía, para ti era mortal.
El adiós a una época, tú lo tomaste como el inicio de una nueva,
La inspiración del odio, como la belleza lírica,
La fuerza ciega, como una forma completa.
He aquí el valle de los someros ríos polacos. Y un enorme puente
Que va hacia la blanca neblina. He aquí la ciudad destruida
Y el viento arroja a tu tumba chillidos de gaviotas
Mientras hablo contigo.
¿Qué es la poesía que no salva
Naciones ni personas?
Una participación de mentiras oficiales,
Una canción de borrachos antes de ser degollados,
Una lectura en la habitación de una señorita.
El hecho de querer escribir buena poesía sin ser capaz,
El hecho de comprender tarde su fin redentor,
Esto y solo esto es la salvación.
Lanzaron a las tumbas mijo o semillas de adormidera
Para alimentar a los muertos-pájaros que bajaban volando.
Pongo aquí este libro para ti, oh lejano,
Porque a partir de ahora dejes de visitarnos.
Varsovia, 1945.
EN VARSOVIA
Poeta, ¿qué haces en las ruinas
De la catedral de San Juan,
En este cálido día de primavera?
¿Qué piensas aquí, donde el viento
Del Vístula al soplar esparce
Un polvo rojo de los escombros?
Prometiste que nunca serías
Una plañidera.
Prometiste que nunca tocarías
Las grandes heridas de tu nación
Para transformarlas en santidad,
Una maldita santidad que te persigue
A los descendientes muchos siglos.
Pero este llanto de Antígona
Que busca a su hermano
Es realmente imposible
De resistir. Y el corazón
Es una piedra, y como un insecto
Está encerrado el oscuro amor
Por la más desgraciada de las tierras.
No quería amar así,
No era éste mi objetivo.
No quería lamentarme así,
No era éste mi objetivo.
Mi pluma es más ligera
Que la pluma de un colibrí. Este lastre
No es para mis fuerzas.
¿Cómo tengo que vivir en este país
Donde el pie tropieza con huesos
De allegados no enterrados?
Oigo voces, veo sonrisas. No puedo
No escribir, porque cinco manos
Cogen mi pluma
Y me obligan a escribir su historia,
La historia de su vida y su muerte.
¿Para esto he sido creado,
Para convertirme en una plañidera?
Yo quiero cantar en los festines,
Los alegres boscajes por los que
Me conducía Shakespeare. Dejad
A los poetas un instante de alegría,
O desaparecerá vuestro mundo.
Es una locura vivir así, sin alegría,
Y repetir dos palabras
Dirigidas a vosotros, muertos,
A vosotros, cuyo destino
Debía ser la alegría
De los actos, del pensamiento y el cuerpo,
De canciones, de banquetes.
Dos palabras salvadas:
Verdad y justicia.
Cracovia, 1945
A FINALES DEL SIGLO VEINTE
A finales del siglo veinte, nacido en su inicio,
tras escribir libros, buenos o malos, pero laboriosos
tras conseguir, perder y recuperar,
estoy aquí con la esperanza de que se puede recomenzar
y curar la propia vida pensando con fuerza en las cosas conocidas,
con tanta fuerza que el tiempo no arrancará a la gente ni a los sitios
y todo durará de manera más verdadera de lo que fue.
Sin comprender de dónde vienen los años de éxtasis
y de tormentos, aceptando el destino e implorando otro,
no he sido indulgente, he sellado los labios.
Orgulloso de una sola virtud que yo conocía:
fustigarme con una disciplina de múltiples brazos.
Siempre empiezo de nuevo porque lo que pongo en un relato
pasa a ser una ficción que otros pueden leer, pero no yo,
y me embrolla, me cubre,
y no soy honrado con el deseo de la verdad.
Entonces pienso en las reglas de un estilo elevado
y en la gente que nunca las necesitó.
Y también en que la esperanza me ha confundido toda la vida.
1980
–Czeslaw Milosz
Tierra Inalcanzable
Antología Poética
Galaxia Gutenberg