Cristina Peri Rossi

La ronda de la vida

 

 

 

 

Quiénes somos

 

Quienes dicen que somos solo humanos

olvidan que todos somos animales.

Quienes dicen que somos solo animales

olvidan que somos un poco plantas.

Quienes dicen que somos un poco plantas

olvidan que somos un poco luz

y un poco oscuridad.

Quienes dicen que somos claroscuro

olvidan que somos un poco música

la música de las aguas del viento de los cielos.

Quienes dicen que somos buenos

olvidan toda la maldad del mundo.

Y quienes dicen que somos malos

olvidan toda la bondad de una mirada compasiva.

Soy la mujer que ayudó a morir a su padre.

Soy el hombre que prostituyó a una mujer

y su cliente.

Soy la planta que nació entre las piedras

y la máquina que la segó.

Soy tu amante celosa

y tu marido infiel.

Aprovecha este corto tiempo que me queda

para gozarme y torturarme.

El resto será mala memoria

y acaso

un tardío perdón

por no morir al mismo tiempo.

 

 

 

 

Fusión

 

No conozco otra manera de superar

el tiempo y sus relojes

los días y sus disgustos

sus migrañas sus cifras de desempleo

sus turbulencias mundiales

sus injusticias

más que esta fusión de cuerpos

de pieles y de sexos

este espacio sin fronteras

este tiempo sin controles

esta libertad en fin de encadenarse

a lo que se ama

no a lo que se obedece

sumisas al amor

y no a los hemisferios

ni a las convenciones

ni a los imperios

ni siquiera a las leyes físicas

que hacen de un encuentro emocional

la fricción de pieles músculos y salivas.

Einstein descubrió que el tiempo y el espacio

son metáforas

aunque yo todavía no sé

metáfora de qué somos tú y yo

quizás de una antigua melodía del universo

antes de su descomposición.

 

 

 

 

El escenario

 

Se nace con las cosas puestas

 

el paisaje

los arces rojizos de Montreal

la Estatua de la Libertad

la Sagrada Familia

el Museo del Prado

o el Río de la Plata.

 

Se nace

y el escenario ya está montado

desde antiguo

otras tragedias otras comedias ocurrieron antes

y todas terminaron igual

en el ataúd o el horno crematorio.

Tengo que aprender el nombre

de los ríos la tabla de multiplicar

y las monedas la geometría y las notas musicales

que ya estaban antes de nacer.

Y aunque el hecho se repita miles de veces

nadie nace sabiendo nada

y tiene que aprender a no sentarse

en un banco de niebla

aunque a muchos les gustaría

efectivamente que un banco fuera de niebla:

el escenario está montado desde antiguo

solo se trata de adaptarse a él

y aprender que dos más dos son cuatro

excepto en medicina

y torpemente aparearse

cientos de veces

y comer y alimentarse

y reconocer las calles

ignorando sin embargo

lo fundamental

lo principal:

¿para qué todo?

Aunque si quisiera

cien religiones sectas

y otras habladurías

sin sentido del humor

(de las religiones la risa está excluida)

expondrían complicadas narraciones

de carácter plurisimbólico

para tener una red de explicaciones

aparentemente opuestas entre sí.

Y sin embargo

en medio del desconcierto

de la Torre Eiffel o de los dragones azulados de Gaudí

escucho el limpio cristalino sonido

de un pífano.

Una sola nota

un pífano

sonando en medio de un banco de niebla.

Y de pronto comprendo todo:

el sonido

siempre el sonido

al principio de todas las cosas

de los pájaros los océanos y las hojas

los autos las taladradoras y el dentista.

El sonido

padre y madre de todas las cosas.

Una nota de un pífano me mece

y ya no pregunto más.

Sentir me basta.

 

 

 

 

Una fotografía antigua

 

A Rosa

 

Ayer entre papeles

encontré una vieja fotografía de tus veinte años.

Supe entonces

que te habría amado antes

mi amor se hizo pasado

y amé tu sonrisa universitaria

tu juventud entusiasta

la transparencia dichosa de tu mirada

tus lánguidos vestidos sobre las piernas

tus ilusiones

tus ganas de cambiar el mundo y los sexos

tus deseos de justicia

tu rebelión de roles

tu goce inacabable de las lenguas

la fuerza de tu furor de género

rebelde y moderna en el sesenta y ocho.

 

Mi amor se hizo pasado

y remontó los días y los años

navegó en arca en bajel

hasta los orígenes del tiempo

donde todo amor es nacimiento.

 

 

 

 

Autobiografía

 

Viví fuera de la tribu

en las márgenes de las manadas

y conocí el repudio de los jefes

el anatema de los sacerdotes

y la persecución de los soldados.

No fui sin embargo una heroína

sino una excéntrica

es decir alguien que huye del círculo

del triángulo y la televisión.

Amé alguna música y la belleza

tan pasajera como un pájaro que huye

y Fausta embelesada

alguna vez quise retener el instante hermoso

que se esfumó como voluta como viento como ola

como gota de agua como recuerdo.

Ni más

ni menos.

 

 

 

 

 

-Cristina Peri Rossi
La ronda de la vida
Colección Visor de Poesía
España, 2023

 

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Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1941). Premio Cervantes 2021, se ha convertido en una poeta imprescindible para cualquier lector de poesía. Tras habe ... LEER MÁS DEL AUTOR