Todas las contingencias
(Traducción al español de Esteban Moore)
todas las contingencias
le dije entonces en la cama
después de haber volado
toda esa distancia
hasta allí
le dije después en la cama,
“no hay vuelta atrás,
eso lo sabés, sería
terrible…”
y lo fue
a pesar de ello me quedé 2
o 3 días
y luego ella me llevó
al aeropuerto
el perro estaba en el
asiento trasero
ese perro que había vivido
con nosotros
esos
pocos
años.
me bajé
le dije
“no me acompañes,”
el perro saltaba
sobre el asiento,
comprendió
que me iba,
lo acaricié
con fuerza
me lamió el rostro.
qué mierda.
me agaché para sacar mi bolso
ella me dio un besito
de despedida,
luego me dirigí
hacia el mostrador
de la aerolínea
y entregué mi pasaje
de vuelta.
“¿fumador o
no fumador?
me preguntó
la
empleada.
“bebedores,” le
contesté.
me entregó
mi
pase de abordaje
y caminé
hacia
la puerta correspondiente
sintiéndome muy
mal.
pues todos
aquellos
a quienes conocía
no sabían
ni
llegarían
a
saberlo.
John Dillinger viene marchando
algunas veces escribo acerca de los años 30
pienso que fueron un buen campo de adiestramiento.
la gente aprendía a convivir con la adversidad
como si esta fuera cosa de todos los días.
cuando los problemas golpeaban a la puerta
barajaban de nuevo y hacían su propia jugada.
de no existir posibilidades
muchas veces ellos creaban
una.
la gente que estaba “empleada”
realizaba su trabajo con pericia.
un mecánico podía reparar
tu automóvil.
los médicos visitaban a los enfermos en sus casas.
los chóferes de los taxis
no sólo se preocupaban por conocer cada calle
de la ciudad
también intentaban definir el universo.
los dependientes de farmacia
se acercaban al mostrador
preguntando amablemente, señor ¿qué necesita usted?
los acomodadores de cine
eran más elegantes y buenos mozos
que los galanes de las películas.
todos cosían su ropa
remendaban sus zapatos
casi todo el mundo hacía las cosas bien.
ahora la gente dentro y fuera
de sus profesiones
es totalmente inepta.
a veces realmente
no comprendo cómo hacen
para limpiarse el propio culo.
además cuando la adversidad llega
se desaniman
desisten
se entregan de pies y manos
caen abatidos en la cama.
estos mimados en demasía
se acostumbraron
al triunfo por el camino fácil
ellos no tienen culpas supongo
de no haber vivido la década del 30
pero yo
no los adoro
ni sentiré tentaciones al respecto.
la yegua
“sabés una cosa”
dijo en voz baja
“vos estabas en la barra
y no me podías ver
entre tanta gente
yo bailaba con ese fulano
y bailamos y bailamos
muy juntos
pero no me llevó a su casa
porque sabía
que yo estaba con vos”
“gracias
un montón
de gracias”
murmuré
ella
siempre pensaba
en el sexo
lo arrastraba
de un lado a otro
en una bolsa de papel
como se llevan
las pequeñas cosas
compradas
a último momento
demasiada
energía
observaba
a cada hombre disponible
atentamente
en los cafés
mientras desayunaba
miraba
o al mediodía
por encima de su plato
miraba
o a la noche
saboreando su comida
preferida
carne con ensalada
miraba
“mi modelo y ejemplo
es marilín”
confesó cierta noche
“lo único que hace es
ir de discoteca en discoteca
a bailar con esos forros
que ella adora
no entiendo
cómo la aguantaste
tanto tiempo”
me comentó un amigo
en el hipódromo
desaparecía
y cuando nos encontrábamos
en las ventanillas
me decía tiernamente
“tres hombres
me invitaron
a tomar algo”
en los estacionamientos
yo levantaba la vista
y la podía ver caminando
con un extraño a su lado
“pero si él caminaba
en mi misma dirección
al pasar a mi lado
y continuamos caminando juntos
nada más amor
no deseaba herir sus sentimientos”
razonaba
de día
de noche
en el lugar menos pensado
me recordaba
que yo era un hombre
condenado por sus celos
un
buen día
ella cayó
en la profundidad
de sus órganos sexuales
des va ne cién
do se
un gran
reloj despertador
flotando en el abismo
del gran cañón
yo
escuchaba su eco lejano
sus engranajes
sus campanillas
que no dejaban de sonar
sin embargo
dejé de verlo
de oírlo
ahora
me siento mucho mejor
estoy aprendiendo a bailar
y me he comprado
un sombrero negro
que uso con el ala quebrada
sobre mi ojo izquierdo