Carlos Edmundo de Ory. Ovario materno

 

Presentamos dos textos del imprescindible poeta español.

 

 

 

 

Carlos Edmundo de Ory

 

 

OVARIO MATERNO

En nuestras manos de hoja de otoño
se sostenía la lámpara
Nuestro diálogo era escuchado por las moscas
que no tienen físico
Comparados con los sabios incendiarios de antaño
nuestra ropa de lepra en Madrid
oyendo misa en las alcantarillas
y todo nuestro altar era un grito miserere
Yo el poeta de ojos sexuales
nihilista nato jefe de la ternura
cuántas veces metí el dedo supersónico
en el cohete de un soneto
Me llamaban “poeta maldito”
los peotas del café Gijón
Nosotros hemos matado al sereno
a ex profeso y vendido a precio bajo
su muleta
Comparado con las hermanas Brontë y con Poe
seres serpientes del Museo del Mal
nuestro empleo de campanario
Oh Cádiz mío calla calla
fumador de mi Cádiz como kif
Apéate del bello tren del bosque
y bésame la boca con tu lengua sin pijama
Amante de diamante mi hija hambrienta
mi asistenta de aspaviento
con tu par de cebollas
araña de mi catre
las manchas de tu cepillo me atrajo
Ahora escucha la canción de mi huerto
donde acuesto guantes de boxeo
con zapatitos de niño
y me acuerdo de la tierra natal
con su cura nadando en la bahía
 

 

 

NO TIENE TÍTULO

Cuando yo era niño un hada me regaló una catedral
Cuando yo era niño el color azul se puso de pie delante de mí
Cuando yo era niño llamaba de usted a los peces
Cuando yo era niño vi la sangre del mármol
y vi la mano de Dios tirada en un baratillo
y vi el arpa de David en el despacho de un banquero
vi también por primera vez la lluvia un lunes
Cuando yo era niño me metieron en una familia
pero en realidad yo era el jefe de los violines
Empecé a mentir empecé a orinar aguardiente
No sabía dónde guardar mis cosas
coleccionaba polvo
Un hombre extraordinario llegó a mi cama
y hablándome al oído me dijo
“Yo soy el marido de la luna”
Siete veces me puse enfermo
Fue siempre a causa de siete sorpresas
No me está permitido enumerarlas salvo dos
La que tuve cuando vi las pestañas de mi ombligo
y la otra que me marcó para toda la vida
Era un tren que llevaba calles a las ciudades
Una vez me dio un beso un lobo
Cuando yo era niño me rompí
Cuando yo era niño mi maestro era un niño
el cual se clavó un clavo en la cabeza
Perdió el habla
De él recibía mensajes por escrito
Todo lo que sé hoy día
se lo debo al niño que me lo enseñó
principalmente el sánscrito
La primera palabra que aprendí a escribir
fue la palabra peine
Nadie sabe que es un verbo
Cuando yo era niño me escapé del colegio
y me fui a China
Hay muchas cosas que no puedo decir a nadie
casi todas se refieren a las matemáticas
Sobre la madera de los pianos no hay nada que yo no sepa
Un sacerdote me dijo lo que significa fumar
Sé que los sepultureros venden bufandas a los muertos
No he visto cosa más bella que la sombra del pavo real
Durante una hora sufrí el peor de los castigos
fue cuando me dieron de baja de niño en un convento
ya que molesté a las monjas con preguntas de teólogo
Siempre me interesaron las rodillas
En el frío del amanecer está la razón de todo
Cuando yo era niño traje una roca a casa
Coleccionaba saliva
Una vez entré con un caballo en una taberna
Me hicieron subdirector de los jugadores de bolindres
Cuando leí que en la Biblia se hablaba de Postismo
lo primero que hice fue comprarme un bañador
El niño que era mi maestro murió en el frente
Coleccionaba termómetros
Se supo en el gobierno que yo mentía
Planché una paloma para saber lo que es el pecado
Y vi bajar de un barco lo que diré
(salvo lo que no me está permitido decir a nadie)
Vi bajar a un abuelo que estornudaba mucho
Vi bajar al inventor de los billares de bolsillo
arruinado llorando
Y vi bajar a un bailarín famoso que se me acercó diciéndome
—Sabes rosa mía que he venido hasta aquí
para tocar el corazón de los limpiabotas