Araceli Lacore

Nadie está lúcido a esta hora de la noche

 

 

 

NUEVAS VOCES DE LA ARGENTINA

Por Luis Benítez

 

Distingue a la poética de la argentina Araceli Lacore una crispación de la conciencia, en abierto conflicto entre la realidad interna y la externa. La poeta resuelve esta pugna (o intenta hacerlo) plasmándola en sus textos, donde conjuga las apelaciones al lenguaje coloquial típicamente rioplatense con una marcada síntesis de su pensamiento y sus emociones, sin que ningún desborde de estas últimas empañe la claridad del primero. Acerca de sus preferencias en el género declaró en su momento (1): “Más allá de todos los cuestionamientos, creo que a Neruda es indispensable leerlo. Y en la otra punta, Nicanor Parra, dos poetas chilenos completamente diferentes. Idea Vilariño, Blanca Varela. Como soy profesora de inglés, leo mucha poesía en ese idioma y me gusta mucho Sharon Olds. Anne Sexton. También te podría nombrar contemporáneas mías que merecen ser leídas, por ejemplo, Marinés Scelta, poeta mendocina talentosísima”.

Luis Benítez

(1) Ver entrevista completa en: https://www.agenciapacourondo.com.ar/fractura/araceli-lacore-la-poesia-es-ver-belleza-en-el-caos-y-tambien-ver-el-caos

 

 

 

 

POEMAS DE ARACELI LACORE

 

 

Prohibido olvidar

 

Este diciembre gris,

mentiroso,

agarrado de los pelos,

atravesado por los hidrantes

en el Puente Pueyrredón.

Este diciembre

es como todos los diciembres de mi patria

y no hay suficientes globos

para ocultar el duelo.

 

 

 

 

Lo que duele

 

Lo que duele es la soledad.

El ruido a nada,

el serpenteo fatídico de mis ideas de muerte.

La lluvia no es lo mismo.

La idea del cuerpo sin otro cuerpo

la mesa servida sin otro plato

las mitades que anuncian; serán completas,

mienten.

Estamos solos,

y así nos vamos.

 

 

 

 

En esta casa no aclara

 

La sombra opaca, sublime.

Alguien golpea la puerta de mi corazón. No atiendo.

Nadie está lúcido a esta hora de la noche.

Abrí las ventanas, las cortinas, las alacenas

me abrí la panza

allí hubo fruto

me lo he comido

mi niño un día

perdió los pies.

Ahí detrás

yace un hombre

¿Nutrirse de los muertos a esta hora?

El que todo lo puede observa desde el techo, ¿Ves?

en esta casa

no aclara

 

 

 

 

Intrusos

 

Ahora es cuando la noche se vuelve oscura

Los intrusos por fin han sido descubiertos

duermen en las camas que un día fueron nuestras

el olor del colchón los agota

los deja sequitos de cuerpo y alma

 

En La Pampa los cuervos vigilan las tranqueras

ven más allá de lo que el monte les permite

se excitan si presagian

que una madre levanta vuelo

 

El campo raso

los intrusos duermen

despiden sudor rancio

se chupan

comen de las ollas mugrientas

 

¿Padre quiénes somos?

No corre una gota de lluvia sobre el vientre

Y por fin los vientos entraron en combate

podemos oler de lejos, se acerca la primavera

Padre:

acá todo sigue igual

sin cambios aparentes

nada más una lápida

en un cementerio florido

lleva tu nombre.

Un psicópata es presidente.

El gladiolo

los mosaicos

las cortinas

las chapas en el techo del galpón

saben cuándo el viento te acerca

infalible y celeste.

Nosotras: viviendo

a paso firme y tropezones.

Yo anduve perdiendo amores

y sé que no te sorprende.

No tengo casa,

habito un hogar inmenso,

y en la desdicha ni me acuerdo

que estás debajo de las flores.

Cuando suena un tango

o Penny Lane

quiero contarte…

No mucho ha cambiado

nada más: no verte.

Comemos carne bajo el limonero

nos sentamos al sol

sin rastro de tu sombra.

 

Las pisadas torpes

sobre los adoquines

en las calles grises del barrio

la gente invisible

derretida

por la rabia de ese otoño

el reloj marcó la hora

del fuego y el fracaso

como un témpano la sombra cayó sobre nosotros.

 

 

 

 

Medidas

 

Kafka escribió a su padre:

Tú eras para mí

la medida de todas las cosas.

Qué medimos entonces

los mortales

cuando vemos

los brazos

las manos de los otros

sus saberes

sus morales

más o menos aprendidas

a regañadientes,

qué certeza nos devuelven los espejos

si el que mira no es uno.

Quien te trajo a la vida

te regaló también

el don de encontrar la muerte.

Medimos para medirnos

la ropa

la cantidad de ingredientes

que lleva la comida

el tamaño del arroyo

las compuertas que lo contienen.

 

Y quién te contiene a vos

niña en el aire

subida a la piedra

más alta del muelle

con la caña de pescar en las manos

y él

lo suficientemente lejos.

 

 

 

 

Golpear o morir

 

A Jacobo Fijman y las locas del hogar

 

El pecho cardenal que arde

el fusil que carga en el fémur

tiene nombre de perro

los locos tienen claras muchas cosas

(el páramo donde se hunde tiene agua dulce)

bebe

los locos no esconden la tristeza

pintan pajaritos victorianos

de cabeza grande y poderosa

pintan pintan pintan

los locos tienen claras muchas cosas

el sol pasea el rayo por la oreja

y sigue hacia el contorno

de su propio corazón

se hunde entre la sangre

copula en las arterias

los locos hacen pan en la tormenta

 

 

 

 

¿Ves allá a lo lejos?

El lobo no aúlla

canta

 

Las cenizas del ayer

corren por su lengua

 

El alerce

sus frutos amplios

 

La pira

quemó tu descendencia

 

El que todo lo ve

se fue de tu lado

 

Dime;

Tigre o cordero

¿Quién mató a tu padre?

 

 

 

 

Dos caras

 

Uno sabe, sucedió

pero esconde el suceso

como el roedor al alimento

es inútil el balance entre las caras

de una misma moneda

ha muerto quien dio vida

 

Araceli Lacore Nació en Azul, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1985. Ha publicado hasta la fecha los poemarios El viaje (Peces de Ciudad ... LEER MÁS DEL AUTOR