Ana Merino

Salvamento de hormigas

 

 

 

 

 

Retrato del dibujante

 

Dile a ese niño

que se asoma al abismo del tiempo

y dibuja las risas desde el horizonte sigiloso

de los mapas,

a ese pequeño inventor

de los trazos y sus gestas,

que señala las ciudades

con alfileres y chinchetas;

dile que su vida será como imagina

y que hará de su anhelo

un universo propio.

 

Dile que tendrá el don de los espejos

y que podrá atravesarlos

sin temor a esas sombras

con colmillos que borran sus reflejos.

 

Dile que será libre,

que podrá bucear

el fondo de los mares

y escuchar los latidos

de las grandes ballenas.

 

Dile a ese niño

que aquellos ejércitos de hormigas

que peleaban delante de sus ojos

llegaron a un acuerdo

y firmaron la paz,

y están tranquilas.

 

Ya crecieron los árboles

de su primer bosque,

ya despertaron

los personajes que lo habitaban,

ya se encontró a sí mismo sin saberlo,

ya se acercó a observarse,

ya creyó que ese viejo gigante barbudo

era el dios de las montañas,

el gran rey de las rocas de su infancia

donde sus ojos esculpieron las formas

y se volvieron dibujos.

 

 

 

 

El despertar de Han Solo

 

Desdibujas las rutas

obligadas de los mapas

y te inventas atajos

en un laberinto

de dientes afilados

y de bocas inmensas

con piel de meteorito.

 

El tiempo en una nave

se transforma en kilómetros

y la vejez no existe,

solo el trazo impreciso

de la vida

recorriendo galaxias.

 

Han puesto precio a tu cabeza

pero a ti no te importa,

los besos de princesa

te sacarán del fondo venenoso

de un mal sueño.

 

El espacio vestido de abandono

se parece al desierto

de una orfandad amarga

que siempre has masticado.

 

Cada lugar que habitas

se llena de promesas

y el Halcón Milenario

es una alfombra mágica

que busca en el ocaso

los surcos que dejaron

las risas de los niños

que juegan a imitarte.

 

Despertarás, Han Solo,

convertido en un hombre diminuto

en un mundo de gigantes,

sin un mar ni una balsa

donde poder ser náufrago mil veces.

 

Despertarás envuelto

en un plástico duro

como el caparazón de los insectos

y sentirás unas manos inmensas

moviéndote los brazos y las piernas.

 

Los besos de princesa

son saliva de niño

escupiendo disparos

de tu pistola láser.

 

Contrabandista

de granos de arroz y de lentejas,

despertarás con ganas

de quedarte dormido para siempre

pero tendrás que conformarte

con el abismo de las noches

enterrado debajo de una almohada.

 

 

 

 

Perdedores

 

Perdedores, este desierto es un espejismo

por donde la luz de los sueños

va filtrando extrañas sensaciones,

soplos de viento que a veces se confunden

con la vida anhelada de los vaqueros solitarios.

 

Este lugar es el que eligieron los legendarios pioneros

que creían en Dios a su manera, por eso forjaron el oeste

con lentos carromatos y familias resignadas,

caminos llenos de piedras, rutas que luego se abrirían

a las veloces diligencias y a los trenes de vapor.

 

Horizonte de aves carroñeras y graznidos,

remolino de polvo, ladridos que hacen eco,

cansancio que relincha y se siente desgraciado

y se moja los labios en el abrevadero

y nota las espuelas clavarse en el costado.

 

Perdedores que compartís la derrota,

esa señal de vuestra estirpe que siempre os encarcela,

ese abismo de ingenuidad malvada, de celos acuchillados

y ataques grises de ira sin sentido que os convierten

en serpiente de cascabel temblando sobre la tierra.

 

Vuestras armas se encasquillan, vuestros planes se desbaratan;

el infinito es polvo seco de fracaso,

la vida un desaliento rabioso parecido a las pataletas infantiles,

que a veces explosionan con gritos y llantinas

cuando ya está todo perdido.

 

La escenografía desgraciada de los niños que quieren

complacer a su madre, demostrar que son hombres

con alma de bandidos;

demostrar que podrían llevarse todo el oro de los bancos,

para luego esconderlo en un lugar secreto.

 

Decorados de cartón piedra

para los hermanos malos que son crédulos

y quieren ser invencibles gigantes

y creen en los poderes de la magia invisible

que habita en un simple sombrero.

 

Hermanos fracasados que mastican derrotas

pero no se arrepienten ni se cansan,

y están siempre tramando ese golpe maestro,

impregnado en un sueño con pésimas ideas

y errores repetidos como una melodía de días circulares.

 

 

 

 

Despedida

 

Decirle adiós a la oficina

sobre la niebla densa

de las montañas.

A las horas que inventaron

la dicha de ser

una apasionada de la literatura,

del fútbol, de las colecciones

de secretos y cosas diminutas.

A la estela de los grandes trofeos,

las cajetillas de fósforos, los bastones,

las perchas, los abanicos y las peinetas.

 

Decirle adiós al recorrido

de la bicicleta eléctrica

que simula el pedaleo

en los tramos en cuesta.

Al susurro vertical

del asfalto húmedo

en los deshielos matutinos.

 

A los cuadros, a las esculturas,

a la invención de las teorías y los tratados

que explican

la naturaleza creativa

del gesto misericordioso

del académico

que promete cuidar

el pulso de los libros

y acaricia sus lomos

con ternura y nostalgia.

 

Decirle adiós a la rutina

de los compromisos banales,

a la gestión desbordada

que germina en encuentros

y ratos luminosos.

A la vida que evoca las metáforas,

y se mira en el espejo de los siglos,

y encuentra su lugar

en el reflejo de todo lo que ama.

 

 

 

 

Diario de navegación

 

Quedaban muy pocos árboles vivos

en algunas zonas montañosas

donde el musgo

todavía les daba aliento,

era la energía del verdor

de los líquenes antiguos

que respiraban humedad y deseo.

 

Todo era ya escaso

en el árido paisaje

que heredamos de los hombres.

Fue el extraño regalo

de un planeta oscuro,

lleno de huesos

y ruinas carcomidas

por la lluvia ácida.

 

Dicen que fueron

nuestros antepasados,

que compartimos un tiempo

intergaláctico.

 

El lenguaje de las cosas

se parecía al zumbido

de aquellas viejas máquinas

que se posaron en nuestro planeta.

Buscaban el oxígeno perdido,

la luz cálida sobre el agua

que alimenta a la vida más simple,

al núcleo de las células

que se rompen en dos y luego crecen,

evolucionan y se transforman

en organismos complejos.

 

 

 

 

-Ana Merino
Salvamento de hormigas
Colección Visor de Poesía
España, 2022

 

CUB. LA CANCIO?N DEL AOUTSIDER

Ana Merino (Madrid, 1971).  Es catedrática en la Universidad de Iowa donde fundó el MFA de escritura creativa en español. Ha sido galardonada con l ... LEER MÁS DEL AUTOR