Bitácora y otros textos
CÁLICE
Yo estoy en donde estuve:
entre los muros indecisos
del mismo patio de palabras
Octavio Paz
Mi memoria
Contaminada de espinas y de árboles lejanos.
La casa que nunca fue
La redondez de la fruta más triste
Iluminada por el misterioso
Corazón de la luna
Mi memoria galopante
Como una anunciación intraducible
Todavía despierta húmeda
En las neblinas de la albahaca.
SEIS DE LA TARDE
En la terraza inicio otro descenso
al infierno, al invierno.
Sangran en mí las hojas de los árboles.
Eugenio Montejo
Pesan todas las sombras.
Afuera la bruma invade
la ciudad
y las violetas del corazón.
Un vaho triste
que llega del crepúsculo
se funde con mi miedo
y hay taquicardia en los relojes,
desolación en los andenes húmedos.
Va a anochecer.
Comienza
la opresión victoriosa
de los violentos soles apagándose.
TATUAJE
A mi hija, razón de vivir mi vida
Acudiremos a cada anunciación.
Al dictamen de las brújulas.
Al temblor de la herida
que todavía enseña
desdichas y rostros despojados.
Acudiremos a todas estas muertes equívocas.
Nacer será después
en otras derrotas
en otros desencuentros.
INVERNAL
A Chali
Oscurecía en los ojos de los árboles.
Yo aspiré entre su aroma
los llantos ocultos
de la última tempestad.
Y nada pude hacer contra ese invierno
que me azotaba el rostro
No hay lucidez para el olvido.
Tampoco hay esperanza.
FLOR HÚMEDA
Reza de noche para que no despiertes,
de repente, famoso.
Ana Ajmátova
El verano todavía está lejos
y en las aceras como en las arterias
pervive intacta
la flor de la llovizna.
Háblame de los desposeídos y
de los invisibles.
Quiero cifrar mi fe en el eco
de tu melancolía.
ONÍRICA
Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura,
y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
RAYUELA (1963-2013)
Julio Cortázar
En el sueño ondulaban aguas oscuras y profundas.
No supe
dónde estaba mi corazón en ti. Caía
el crepúsculo más dulce de los años.
En los reflejos de alguna premonición fuimos
islas perdidas juntándose
alejándose
Fuimos
y al despertar
no había nada,
sólo un cuerpo inventado
y una nueva vigilia
que imaginaba un rostro.
CARDUMEN
Subí la ola
Todos sus pliegues me acogieron.
Oí gritos de náufragos
Y despedidas de los barcos tristes.
Todavía los oigo.
Tiemblan en mi vigilia
Las plegarias inútiles
De los desamparados
BITÁCORA
Un sol de exilio alumbra estas pisadas.
Vengo de un país de llovizna permanente
y estoy triste
al mirar estas hojas
de un verano que nunca será mío.
Evoco risas,
bellas palabras
que alzaron catedrales de ternura,
canciones que mecieron mis ojos
bajo los puentes del amor
algunas cartas
y una paloma siempre ensangrentada
del otro lado del río.