Indicaciones para el solo
Indicaciones para el solo
Cosa seria
es
no tener una flor
para regalar a una muchacha;
y más serio aún
es
no tener una muchacha
para regalar una flor
Pero
la soledad
rebasa el cuenco de las manos
cuando no hay una muchacha
ni una flor
en muchos sueños a la redonda
En tales circunstancias
se aconseja
atravesar la noche, indiferente,
silbando un aire de Piazzolla
Es
el mejor antídoto
para la dicha ajena
Dolencias, confesiones
A los seis días de mi muerte
padecí las manos de los niños:
me asfixiaba la ternura
Segué por eso un jardín
de heliotropos y sombreros
y bebí con Hans Christian
dos toneles de nubes
Alrededor ardía
la lencería de mi madre
Antes de morir
yo era un hombre normal
Andaba de cabeza
persiguiendo muchachas,
mas pocas escucharon mis palabras
Los pies no eran los pies,
sino los ojos
Caminaba tuerto mirando cada paso
y me equivocaba con pasión desgarradora
Armaba un viejo dolor dentro de mí
que no pudieron callar
galenos enemigos
Al fin fue la causa
de que me envenenara la tristeza
También tuve un amor
Cabía, gorrión, en el cuenco de la mano
y tomaba su arroz
con ferocidad de amigo íntimo
Es bueno y malo recordar un amor
si uno está muerto;
da la impresión de una casa
que surca nacimientos, destrucciones
Más bien yo era alegre
Gustaba desordenar
la música de los relojes
y en varias ocasiones
partí mi corazón
y regalé su almendra
Generoso
– tenía una elevada
opinión de mi persona –
adelanté de noche el epitafio:
Aprendiz, nunca maestro
Aquí yace como muerto importante
Olvidadlo
Es cuanto se puede hacer
por su memoria
Hice canciones, algunos libros
Árboles sembré, no tuve hijos
Por ahí hay quien me cree vivo todavía
Pero soy un buen muerto:
sumo días que caen
como hojas, como rayos
De vez en cuando recibo visitantes,
alegres amigos
que, como yo, a los seis días padecen
las manos cortadas de los niños
En ocasiones, trunco
¡Vaya que uno amanece, en ocasiones, trunco!
Roque Dalton
La noche anterior,
la de los azufres y los óleos,
doblé con amor los pantalones
pero, sin querer,
adentro me dejé las piernas
Ahora no puedo salvarme
de los cuchillos del invierno,
impedido como estoy
de amar la lejanía
Recorro con lentitud las fotos,
los grabados
buenos para ahuyentar
a la simuladora,
mas de regreso
ya no tengo los ojos,
perdidos en venturosos
laberintos,
en detonantes manchas de color
que invitan a saltar
quién sabe a dónde
En esta situación,
¿qué me queda
sino los dedos de golpear,
las cejas inocentes?
Con curioso terror
espero esta mañana a los amigos
Tras los poemas,
los abrazos,
después de inventariar
los odios candorosos
y las claras incitaciones
de la vida,
terminarán así, los distraídos,
echando en su equipaje
mis dos manos
Lo siento, no recuerdo más
El río estaba helado y algo roto
Viajaban troncos
espejos
un radio transistor
Sentí tus manos
acariciando los zapatos
de la víspera
ahora viejos y amargos
Había también
una mariposa gigantesca
que miraba
como enemigo íntimo
Y siempre agua
y siempre fotos veloces
asesinadas con ternura
Un caballo pasó
como si nada
pisoteándome el pecho
Después
se hizo el día
escribí esto deprisa
y no recuerdo más
Comentario del alba
Para Moon
Salir a la desmesura de la luz,
los ojos que se niegan a mirar,
el cuerpo que no quiere
dejarse meter en su mortaja
Reconocer a palmos
el paisaje lunar
de la sábana en desorden,
el sitio donde ha quedado impresa
la sombra de lo que en la noche
parecía una mujer
y nunca se sabrá si tenía la realidad
de la carne o del sueño
Contar y descontar
Nueva muesca en el rostro
Cepillarse los zapatos, la risa
Bracear en el café
Buenos días al día