Alex Fleites

Indicaciones para el solo

 

 

 

Indicaciones para el solo

Cosa seria
es
no tener una flor
para regalar a una muchacha;
y más serio aún
es
no tener una muchacha
para regalar una flor

Pero
la soledad
rebasa el cuenco de las manos
cuando no hay una muchacha
ni una flor
en muchos sueños a la redonda

En tales circunstancias
se aconseja
atravesar la noche, indiferente,
silbando un aire de Piazzolla

Es
el mejor antídoto
para la dicha ajena

 

 

Dolencias, confesiones

A los seis días de mi muerte
padecí las manos de los niños:
me asfixiaba la ternura
Segué por eso un jardín
de heliotropos y sombreros
y bebí con Hans Christian
dos toneles de nubes

Alrededor ardía
la lencería de mi madre

Antes de morir
yo era un hombre normal
Andaba de cabeza
persiguiendo muchachas,
mas pocas escucharon mis palabras
Los pies no eran los pies,
sino los ojos
Caminaba tuerto mirando cada paso
y me equivocaba con pasión desgarradora

Armaba un viejo dolor dentro de mí
que no pudieron callar
galenos enemigos
Al fin fue la causa
de que me envenenara la tristeza
También tuve un amor
Cabía, gorrión, en el cuenco de la mano
y tomaba su arroz
con ferocidad de amigo íntimo

Es bueno y malo recordar un amor
si uno está muerto;
da la impresión de una casa
que surca nacimientos, destrucciones

Más bien yo era alegre
Gustaba desordenar
la música de los relojes
y en varias ocasiones
partí mi corazón
y regalé su almendra

Generoso
– tenía una elevada
opinión de mi persona –
adelanté de noche el epitafio:

Aprendiz, nunca maestro
Aquí yace como muerto importante
Olvidadlo
Es cuanto se puede hacer
por su memoria
Hice canciones, algunos libros
Árboles sembré, no tuve hijos

Por ahí hay quien me cree vivo todavía
Pero soy un buen muerto:
sumo días que caen
como hojas, como rayos
De vez en cuando recibo visitantes,
alegres amigos
que, como yo, a los seis días padecen
las manos cortadas de los niños

 

 

En ocasiones, trunco

¡Vaya que uno amanece, en ocasiones, trunco!
Roque Dalton

La noche anterior,
la de los azufres y los óleos,
doblé con amor los pantalones
pero, sin querer,
adentro me dejé las piernas
Ahora no puedo salvarme
de los cuchillos del invierno,
impedido como estoy
de amar la lejanía

Recorro con lentitud las fotos,
los grabados
buenos para ahuyentar
a la simuladora,
mas de regreso
ya no tengo los ojos,
perdidos en venturosos
laberintos,
en detonantes manchas de color
que invitan a saltar
quién sabe a dónde

En esta situación,
¿qué me queda
sino los dedos de golpear,
las cejas inocentes?

Con curioso terror
espero esta mañana a los amigos
Tras los poemas,
los abrazos,
después de inventariar
los odios candorosos
y las claras incitaciones
de la vida,
terminarán así, los distraídos,
echando en su equipaje
mis dos manos

 

 

Lo siento, no recuerdo más

El río estaba helado y algo roto
Viajaban troncos
espejos
un radio transistor

Sentí tus manos
acariciando los zapatos
de la víspera
ahora viejos y amargos

Había también
una mariposa gigantesca
que miraba
como enemigo íntimo

Y siempre agua
y siempre fotos veloces
asesinadas con ternura

Un caballo pasó
como si nada
pisoteándome el pecho

Después
se hizo el día
escribí esto deprisa
y no recuerdo más

 

 

Comentario del alba

Para Moon

Salir a la desmesura de la luz,
los ojos que se niegan a mirar,
el cuerpo que no quiere
dejarse meter en su mortaja

Reconocer a palmos
el paisaje lunar
de la sábana en desorden,
el sitio donde ha quedado impresa
la sombra de lo que en la noche
parecía una mujer
y nunca se sabrá si tenía la realidad
de la carne o del sueño

Contar y descontar
Nueva muesca en el rostro
Cepillarse los zapatos, la risa
Bracear en el café

Buenos días al día

Alex Fleites (Caracas, Venezuela, 1954). Licenciado en Filología Española por la Universidad de La Habana. Entre sus poemarios más conocidos se cuenta ... LEER MÁS DEL AUTOR