Voces y otros textos
X
Un compuesto que revela la presencia
de elementos de otro modo imperceptibles.
No es un género, no es tela: es disciplina
sólo en el sentido solo y solitario.
Es pasillo; mucho menos es camino.
Galería sólo cuando subterránea.
Gallinero por el techo tan cercano,
para nada por la vista que presenta:
un adentro sobretodo, no un allá,
y si acaso sólo con un telescopio,
periscopio o cualquier otro adminículo
de esos que hacen de tu ojo adelantado
cual la mira de un fusil pero sin balas.
Receptor de vieja radio conectado
a una sola emisora sempiterna
que transmite siempre un único programa
y sin embargo no.
Es mensaje sin fin. Código cero
que es ocho y un millón. Once y catorce.
Menesterosa voz que no se calla
(¡Si no lo sabe hacer!) Magnate y lumpen.
Transmisión que no es. Túnel vacío
y repleto a la vez. Es un zoológico
pagado con la plata de unos ricos
elefantes que viven por ahí.
Motor continuo. Un suspiro mongol.
Las vibraciones
que se sienten o no.
La voz del amo
que ya no existe más, y no por eso
deja de molestar. Voces antiguas
que no pueden hablar, y no se callan.
Polvo y mucho papel, o para nada.
Para todo también.
[Inédito]
AVENTURA
Monías Motorito en una colina verde con forma de teta. La mano del cuchillo cuelga a su izquierda como una cosa muerta. Sonrisa idiota y el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante, como balanceando la brisa débil que le llega de frente. Abajo, el General Hurtado llora. Monías le salta encima y lo golpea repetidamente en la cara, hasta que una corona de estrellitas empieza a girar en torno de la augusta cabeza. Monías las agarra y se las come una por una, mojadas en café con leche. El general se escabulle hacia la cima; Monías, salomónico, se deja robar la beatitud, y se protege con un paraguas de los hilos de baba que caen desde arriba. El general, en su tricornio, es feliz. La justicia de Motorito es, como su peluca, impenetrable.
[Inédito]
VOCES
La versión literaria
del estómago múltiple
de vaca.
Una feliz
como un perro
que se muerde la cola.
Una que grita su autarquía en un acto
que presenta la terrible defensa
de lo lúdico.
Una definición de diccionario
en un poema
como su mingitorio en un museo.
El manual de doma de la palabra,
que debe ser tratada como una bestia
que no merezca la menor misericordia.
La cruel insistente que contagia
una alegría oscura.
La del tenista
entre basquetbolistas,
que dirige
la pelota naranja
a golpes de raqueta.
O la del asador que,
revolviendo
la paella con el pie
va intentando igualmente
no quemar el asado que prepara.
La de la juventud
como un estilo.
La de un acá
que se opone a un allá.
Un Talmud loco,
que guarda sólo
el tono prescriptivo.
https://www.alastorliterario.com/articulo/alejo-steimberg-poesia-argentina/
AFUERA Y CHICOSOMBRA [fragmentos]
III.
Ulula el hurón de Chicosombra. Ulula Solo. Solo el hurón de Chicosombra, trepando al hombro dibujando espiral. De las nueces al hombro el hurón Solo. Su clave con las nueces, la sorpresa del diente aguzagado. No es ardilla el hurón, no es el mochuelo al que robó el sonido. Solo el hurón de Chicosombra.
IV.
Saber que es en burbuja sin ser de la otra parte, mirar con Chicosombra. Ser Chicosombra para mirar sin miedo. Refugiarse en que lo deformado es la burbuja; lo que se vio una vez no debe ser cuchillo. Otra vez esos ojos Chicosombra, la suma redondez al otro lado, esos ojos tan poco Chicosombra. Otra vez eso largo, eso hirsuto y sutil, eso telado. Y otra vez otra vez en el vayviene que se hizo fijar, pero burbuja que esconde Chicosombra no se rompe. No porque Chicosombra, por el Solo hurón que lo acompaña, por la nuez que aparece en el suelo sin nogal: es burbuja hacia adentro la burbuja. [Inédito]
RESTRICCIÓN
Treinta metros el fémur en el que se para firme el Motorito, como un hueso en el hueso. Dale que dale, abajo, el General Hurtado con un hacha, el rostro protegido por una máscara de soldador. Envidiable su ritmo, que se rompe en pedazos como el fémur cuando Monías no se cae y sostiene desde arriba el fragmento que quedó. Furioso pero hábil, el general golpea su cabeza con el canto del hacha, y lanza las estrellitas ninjas que le aparecen girando alrededor. Vuelan los proyectiles, sólo para estrellarse contra el borde del cuadro; el general maldice su desenfocada condición de secundario. Hay estrellas y estrellas; las que él lanza a Monías no se juntan con su igual, y se pierden en las tramposas vueltas de los puntos de vista. El general combate el sepia que lo invade todo con el rojo de su cara; el sepia es un arma mortal, pero Monías lo vence sin pensar a golpes de mal gusto. El general abajo, lejos, llora un poco, mete las puntas del bigote en los restos del café y las chupa; la dignidad, al menos, no les está impuesta a los de su calaña.
[Inédito]
“LA LIBERTAD ES ELEGIR LA PROPIA CÁRCEL”
Me quedaré en la cárcel que yo elijo.
No es presidio que nadie me haya impuesto.
Pude decir “yo quiero aquello”, o “esto”.
Este camino nunca estuvo fijo.
¿Mas libertad total? Nunca la hubo.
Sería mentiroso el que afirmara
que es posible entiznarse con la clara
de un huevo que es cuadrado como un cubo.
Prisión de la pulsión o de la forma:
saber que esa es la opción es una ayuda.
No es audaz sino iluso quien se escuda
en el rechazo neto a toda norma.
Ser esclavo o crear su propia horma:
optar por una u otra es nuestra duda.
[Publicado en el marco del juego poético abierto «Poemas con excusa»,
http://enanosenelefante.blogspot.com/2018/02/del-filme-al-soneto.html?m=0]