Textos de sombra*
Algunos textos de sombra**
Es una exhortación a los jóvenes para que
no estén tristes, ya que existen la
naturaleza, la libertad, Goethe, Schiller, Shakespeare,
las flores, los insectos, etc.
FRANZ KAFKA
Un jardín
Pido el silencio.
Mi historia es larga y triste como la cabellera de Ofelia.
Es un jardín dibujado en mi cuaderno. Madrugada. Instante desgarrado en que la luz es tentación y promesa porque algo ha muerto, la noche.
*
– Sólo quería ver el jardín.
– Soy mi propio espectro.
– No hay que jugar al espectro porque se llega a serlo.
– ¿Sos real?
– La imagen de un corazón que encierra la imagen de un jardín por el que voy llorando.
– Ils jouent la pièce en étranger.
– Sinto o mundo chorar como lingua estrangeira.
– Das ganze verkerhrte Wesen fort.
– Another calling: my own words coming back.
*
Solo buscaba un lugar más o menos propicio para vivir, quiero decir: un sitio pequeño donde cantar y poder llorar tranquila a veces. En verdad no quería una casa; Sombra quería un jardín.
– Sólo vine a ver el jardín – dijo.
Pero cada vez que visitaba un jardín comprobaba que no era el que buscaba, el que quería. Era como hablar o escribir. Después de hablar o de escribir siempre tenía que explicar:
– No, no es eso lo que yo quería decir.
Y lo peor es que también el silencio la traicionaba.
– Es porque el silencio no existe – dijo.
El jardín, las voces, la escritura, el silencio.
– No hago otra cosa que buscar y no encontrar. Así pierdo las noches.
Sintió que era culpable de algo grave.
– Yo creo en las noches – dijo.
A lo cual no supo responderse: sintió que le clavaban una flor azul en el pensamiento con el fin de que no siguiera el curso de su discurso hasta el fondo.
– Es porque el fondo no existe – dijo.
La flor azul se abrió en su mente. Vio palabras como pequeñas piedras diseminadas en el espacio negro de la noche. Luego, pasó un cisne con rueditas con un gran moño rojo en el interrogativo cuello. Una niñita que se le parecía montaba el cisne.
– Esa niñita fui yo – dijo Sombra.
Sombra está desconcertada. Se dice que, en verdad, trabaja demasiado desde que murió Sombra. Todo es pretexto para ser un pretexto, pensó Sombra asombrada.
*
PREFACIO DE SOMBRA (I)***
La hija de la voz la poseyó en su estar, en su ser, por la tristeza.
Los pequeños pájaros ponzoñosos que se abrevan en un agua negra donde se refleja la maravilla, son sus animales, son sus emblemas. A un tiempo mismo busca calentar su corazón suplicante.
Los perros nocturnos: otro llamamiento.
¿Quién conoce mi humor hiriente? Desde mi libro aullante “alguien mata algo”.
Nadie me enciende ninguna lámpara, nadie es del color del deseo más profundo.
*
EL ENTENDIMIENTO
Empecemos por decir que Sombra había muerto. ¿Sabía Sombra que Sombra había muerto? Indudablemente. Sombra y ella fueron consocias durante años. Sombra fue su única albacea, su única amiga y la única que vistió luto por Sombra. Sombra no estaba tan terriblemente afligida por el triste suceso y el día del entierro lo solemnizó con un banquete. Sombra no borró el nombre de Sombra. La casa de comercio se conocía bajo la razón social “Sombra y Sombra”. Algunas veces los clientes nuevos llamaban Sombra a Sombra; pero Sombra atendía por ambos nombres, como si ella, Sombra, fuese en efecto Sombra, quien había muerto.
*
ESCRITO CUANDO SOMBRA
– Empecemos por decir que Sombra había muerto.
– Desapareció tras su propia desaparición.
– Estaba trabajando en su despacho. Sin desearlo, escuchaba a la gente que pasaba golpeándose el pecho con las manos y las piedras del pavimento con los pies para entrar en calor.
– Entretanto, la bruma y la oscuridad hiciéronse tan densas que Sombra caminaba por su gabinete alumbrándose con fósforos.
SOMBRA: – ¿Qué hora es?
– La que acaba de pasar. La última.
SOMBRA: – Hay en la escalera un niño. Es verdad que hace tiempo maltraté a un niño. A ése, precisamente.
Sombra conocía al niño abandonado en la escalera. Entonces sollozó.
*
PRESENCIA DE SOMBRA
Alguien habla. Alguien me dice.
Extraordinario silencio el de esta noche.
Alguien proyecta su sombra en la pared de mi cuarto. Alguien me mira con mis ojos que no son los míos.
Ella escribe como una lámpara que se apaga, ella escribe como una lámpara que se enciende. Camina silenciosa. La noche es una mujer vieja con la cabeza llena de flores. La noche no es la hija preferida de la reina loca.
Camina silenciosa hacia la profundidad hija de los reyes.
De demencia la noche, de no tiempo. De memoria la noche, de siempre sombras.
*
SOMBRA: Je régarde ma main déserte.
Ai-je tenu la rose pure?
O ma nuit, nul jour ne la tue.
– K: Sombra lloró y habló más que en toda su existencia junta. Fue
poco antes de caer en el círculo opaco.
– X: Vayamos por las calles ahora que la tarde se cubrió de
pasionarias.
– Una SOMBRA: Le devant est louable (on peut le louer par heure).
Le derrier est lavable (on peut le Labrounir étant donnée qu’ on a
souffert as el desdichado, ô monde, ô langage, ô Isidore!
*
TEXTO DE SOMBRA
Quiero existir más allá de mí misma: con los aparecidos.
Quiero existir como la que soy: una idea fija. Quiero ladrar, no
alabar el silencio del espacio al que se nace.
*
TEXTO DE SOMBRA****
¿Qué máscara usaré cuando emerja de la sombra? Hablo de esa perra que en el silencio teje una trama de falso silencio para que yo me confunda de silencio y cante del modo correcto para dirigirse a los muertos.
Indeciblemente caigo en esto que en mí encuentro más o menos presente cuando alguien formula mi nombre. ¿Por qué mi boca está siempre abierta?
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* Bajo este título Textos de Sombra se incluyen ocho textos hallados en los aparatados INÉDITOS y ACABADOS de una carpeta, en una libreta, y hojitas sueltas bajo Sombra o Textos de Sombra. Estos manuscritos permiten suponer que AP pensaba en un libro único con ese título y un personaje, Sombra. Una nota de 1972 en otra libreta menciona Sombra, Casa de Citas y Sala 18 como textos separados sobre los que trabajaba.
** Este capítulo, la cita y el texto que sigue provienen de una hoja mecanografiada y corregida a mano por AP, en una carpeta con la mención INÉDITOS donde figuran también los demás bajo la denominación Textos de Sombra, en el orden que aquí se presentan. Las frases finales de “Un jardín” pertenecen a Henri Michaux, Cecilia Meireles, B. Brecht y Sydney Keyes.
*** Figura en carpeta con poemas 1970-72, sección “Acabados”.
**** De una pequeña hoja mecanografiada y corregida a mano por AP.