Alejandra del Río

Pasífae

 

 

 

 

 

Pasífae

 

Pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura.
Jorge Luis Borges

 

Era yo la devota esposa del rey Minos

mi vida fue acompañarlo en actos oficiales

y darle numerosos hijos para su orgullo

hasta que llegó el regalo de Poseidón

un hermoso toro blanco nacido de las aguas del mar

que ni bien aparecido trastocó todo valor

 

Era un ser soberbio por sí sólo

ajeno

recortado de los otros en su espectacularidad

obsequio fabuloso de un dios

que no quería bien a este reino ni a su casta

celoso tal vez de su prosperidad

lo puso con sus cuatro patas

a bufar y aplastar la tierra

 

Asustaba al ganado

los bueyes protestaban temerosos y las reces

sacudían sus colas ofreciendo sus ancas

 

Fue cubierto por un manto tejido con hilo de oro y adornado

con plumas de pavo real y perlas de nuestras costas

 

El toro blanco se deshizo de la toca

y corneó no sólo a los heraldos

sino también a los jóvenes

venidos del ancho reino con pretensiones de montarlo

 

Recios cuernos

segura violencia asombró de su persona

y un sexo gallardo

también blanco

apropiadamente enhiesto

que ni el ganado completo a su disposición pudo apaciguar

 

Esos flancos duros por la respiración

turgentes de brío

la singularidad con que su potente hermosura

daba lecciones de poderoso y auténtico orgullo

 

Me enamoré perdidamente del toro blanco

Yo, la devota esposa, perdí la cabeza por su mugido

me deshacía en recriminaciones por mi origen humano

ante sus poderosos cortes hubiera debido ser una vaca

callada vaca entre el pastizal y sus embistes

 

Pero soy una mujer

destinada para siempre al flaco vigor del hombre

a sus palabras de consuelo

al pasatiempo de los hijos

 

Mi deseo era tan intenso

obtusa urdí un plan para saciarlo:

mandé fundir el oro de mis arcas personales

para construir la vaca más seductora del orbe

y así esperarle oculta

acrobáticamente agazapada

hasta que el empuje enceguecido del caudal

se dignara a entregarme su poder

 

Deseaba embelesarme en sus balidos

observar desde mi puesto

la agitación de su lomo reluciente

 

Hija de la carne y esclava de la sangre

me supe destinada a la irracionalidad del amor

 

Sus embistes desgarradores

aguantar el reguero

el desplomarse del animal y su vuelta

a los pastizales y los ríos

 

Cinco horas de inconsciencia en la barriga dorada de la vaca

 

Me recogieron envejecida

albergando ya en el vientre el fruto de una condena

 

Es tan dulce el deseo satisfecho a toda costa

yo no tenía remordimientos

pero la gente huía de mí

como si se me notaran las pezuñas marcadas en los hombros

y ese bulto que me acercaba a la naturaleza

era el silencio comentado de la corte y los criados

 

Minos nada me recriminó

se limitó a encerrarme con el niño en un establo

me dejó paja fresca y agua fría

cuencos repletos de leche y frutas variadas

para que criara a mi engendro

 

Según su voluntad

sostuve la cabeza de becerro del niño y le enseñé

a mamar la leche gruesa de mis ubres

 

Con el tiempo mugiría persiguiendo a las aves

amontonando piedrecitas

sus cuernos eran limados a conciencia

para no delatar la edad que lo convertiría en monstruo

 

Mientras tanto se construía un laberinto

donde encerrarían a mi hijo cumplidos los cinco años

 

Pude protegerlo esos cinco años entre mis brazos

de la soledad de su diferencia

tuve tiempo de enseñarle la palabra de los hombres

la palabra de las estrellas

las palabras que el amor reserva a los seres solitarios

y aprendí yo misma el dictado de la vida material

concentrado en ese cuerpo fabuloso

nacido de la batalla de los contrarios

embellecido en la tragedia

 

Vi cómo crecía de manera sobrehumana

era una hermosa fantasía de madre aguada por los cuernos

 

Pude enseñarle

las respuestas de los hombres a las preguntas fundamentales

si acaso somos sombra o caverna o mano tatuada en la piedra

o la luz y por qué no la luz

 

Tuve que hablarle de su estirpe

para que aprendiera a andar por el laberinto de su mente

para que supiera que de donde viene es a donde va

 

Debía inculcarle amor por su misterioso cuerpo

por el fuerte cuello y la espalda de coloso

yo pensaba que se debía conocer muy bien

ya que no habrían otros como él donde mirarse

 

Apenas salido de la infancia me lo arrancaron del pecho

todavía henchido por la leche y la succión

ni siquiera supe de antemano

un día cualquiera apareció la guardia

provista de cadenas

las que no sirvieron para nada

pues el niño propinaba sendas coces

desgarradores mugidos que horadaron mi alma

 

Un becerro camino al matadero es triste

pero mucho más triste es un niño en ese camino

 

Por su parte mi esposo

planeaba mi regreso

 

Los más suntuosos aposentos

los más elegantes vestidos

las más altas actividades

todo aguardaba lavado y vuelto a honrar

ahora se inclinaban ante mí y me atendían

 

Asterión fue olvidado en el laberinto durante 30 años

 

Entonces empezó a asolar poblados

mataba personas y robaba los cuerpos

o las raptaba y las conducía vivas a sus rincones

de donde no salían nunca jamás

 

El Rey Minos desolado por las pérdidas

¡el escándalo!

acudió a la Reina Pasífae

tal vez yo podría adivinar lo que ocurría con el monstruo

 

Ese encuentro era lo único que me quedaba de mi propia vida

 

Cuando saltó esa mañana del muro a mis pies

supe que aún podría cantarle al oído

 

Madre

tú me enseñaste a reconocer tus pasos a lo lejos

 

Tomé sus manos

las vi ensangrentadas

 

Caminamos en silencio por estrechos pasadizos

abiertos a una explanada rodeada de muros

al sol yacían algunos cuerpos sin vida

montones de huesos y variedad de recipientes

 

Sobre el muro iluminado por el día

dibujos de Minotauros en diversas actividades

humanas y animales

cazar, comer, dormir, danzar, pastar, recoger leña

actividades hechas en comunión con toros y hombres

vacas y mujeres

 

Autorretratos de sangre sobre el muro

 

Utopía del asesinato

le reproché

 

De qué violencia me hablas

tu esposo construyó mi encierro

una obra maestra

para alejarme del mundo y de los dioses

crecí en la ignorancia

y vivo todavía

gigante en esta tumba

 

¿Por qué habría yo de actuar con mayor cortesía?

 

Mi trabajo precisa de los cuerpos vaciándose

de esa manera llegan drenadas a mi mano

las imágenes en el muro

 

Ellas me acompañan

y me responden

 

Qué podía decirle, si solitario

Asterión encontraba en la sangre su destino

 

Mas por respeto a mí

prometió no volver infierno los alrededores

si lo proveían de cuerpos humanos

vivos o recién muertos

 

Fue el propio rey quien urdió un plan para satisfacer al Minotauro

que calzó con su voluntad de sojuzgar Atenas

 

Aquello del tributo anual de siete jóvenes y siete doncellas

que entrarían al laberinto para no ser vueltos a ver

no fue más que política

 

Pobre hijo mío

su cuerpo perfecto en la aberración

pobres esos trazos deudores del furor paterno

y de la incógnita muda

herencia de la madre y su casta maldita

 

Pobre hijo mío en su esperanza de dominar la ruta

del laberinto y del corazón humano

cómo rogaba se olvidaran de él y lo dejaran solo

con los cuerpos esperándolo en las sombras

y la sangre tiñendo rostros semejantes

 

No duraría mucho su felicidad creativa

muy pronto supieron utilizarlo y demasiado pronto

fue traicionado por su hermana y entregado al filo de asesinos

 

No lloré en público su muerte

nunca fui yo frente a los otros

 

A solas descargué mi rabia

y a solas empecé a sentir el vacío insulso

de la perfecta vida humana.

 

Alejandra del Río (Santiago de Chile, 1972). Destacada poeta chilena. Ha publicado los libros de poesía El Yo Cactus (Santiago, 1994), Escrito e ... LEER MÁS DEL AUTOR