Abigael Bohórquez

Cuerpo del deleite

 

 

 

 

Exordio

 

POESÍA, desembárcame,

échame a tierra y léñame;

como a candil de sangre, enciéndeme,

que se sepa Tu Voz.

 

POESÍA, horádame,

ancla en mí, balsamízame,

sumérgeme en la luz líquida y lenta

de este trago de vino;

rescátame, tremólame,

tengo hambre de tu lanza en mi costado.

 

La Transfiguración, POESÍA.

 

Inúndame,

haz de mis huesos el temblor;

no tardes, tempestad,

golpea,

abre compuertas sin descanso al vértigo,

amor de mi niñez, POESÍA,

pertúrbame, combáteme,

mira mi corazón, préndele fuego,

deste derrumbe amante amasa el trino,

no hay tiempo que perder,

el sitio es éste, el corazón, oh, sed;

desuéllame, POESÍA,

asesta el golpe de debe abrir el surtidor,

quebrántame;

y en esta carne admonitoria,

carne de dar, devuélveme el niño aquel,

el niño aquel escarnecido y dulce

que lamía tus manos.

Oh, POESÍA, condúceme,

desgástame, desquíciame,

procede,

de donde estés, ordena,

y ponme a caminar.

 

 

 

Aprehensión

 

es preciso volvernos a tiempo

hacia los que no nos ignoran;

ser prudentes, pacientes, cristianamente

alcohólicos, acostólicos y remonos.

los enemigos no tienen conducta

ni sentido;

se hacen ver donde menos

se les quisiera ver.

pero todo fue algo más:

yo acerqué mis labios a tu frente,

a tus mejillas redentoras

a tus labios, no sé;

y la beata, el adúltero, el sacrílego,

el cura, el homicida, el drogadicto,

la incestuosa y el sátiro,

el centurión,

la distinguida cogelona,

la sociedad de padres de familia

y adoradores del santísimo,

los fetógrafos,

los puros elegidos,

no sé qué hacían

emboscados,

ahí,

en el monte de los olivos.

 

 

 

Envío

 

RENÁN:

la vida siga así, sencillamente;

tenerse amor, sembrar, transparentarse

en tierra y a sudor y perpetuarse

agua encendida y cálida simiente;

 

dejar que el sol encumbre lentamente

sus oficios de octubre; comprobarse

que se es de verdad y continuarse

de sí mismo a sí mismo, ardientemente.

 

Dejar que mis palabras, rezumando

la voz gozosa, la acuciante estrella,

queden en estos versos, cintilando;

 

que aspa de luz, ilimitada y bella.

honda y florida miel, dulcemanando,

va LA POESÍA en prenda. Y voy por ella.

 

 

 

Cuerpo del deleite

 

si de nuevo pudiera

como si nada o nada hubiese de amar más;

se me fuera otorgado un solo instante,

ahora que no estás, sino un espacio helado;

si se me concediera:

yo volvería a ti, sí, volvería,

suplicando,

tus dedos finos

como el primer día de las espigas,

rogándote beber

tu dulce y dura flor,

pidiéndote

aquel que fue contigo tu soldado de plomo,

tu primera mujer,

tu barco de papel,

la chava,

ah, sí que volvería a tus jugos profundos

que fueron en mis labios la canción;

a tu alegría ociosa

de la que todavía haces ausencia;

a tu esbelta hermosura

que no me pertenece sino la cruz sin nadie;

a tus ojos navales

donde partí y no estoy;

yo volvería a ti,

junto a tu sombra,

sombra de ti, perdido.

 

pero no tengo, no, ya nunca,

tus palabras de mocedad,

tu breve piel trigueña

donde me puse a arar y me sembré

como una almendra atroz,

puesta en ti,

condenada a nacer y manar de tu costado;

pero no tengo, no, ya nunca,

riesgo mío,

la turbadora cercanía de tu mirada,

no tengo ya tu cuerpo, su labranza,

su cuenco de rocío, se quejumbre,

su equilibrado ruiseñor, su oleaje,

su tersura de orquídea entre mis labios,

no, ya nunca, nunca más.

yo llevé a tu cintura la turbia compañía,

yo acerqué a tu cadera

un acedo calor de lenocinio;

yo puse mis colmillos de solapado roedor

a morder tu amistad;

yo fui el mono borracho, tu asesino,

el corsario de tu pureza,

tu verdugo, todo, todo,

 

y volvería a hacerlo,

sólo

por volver

a mirarte.

 

 

Abigael Bohórquez (México, 1936 – 1995). Poeta sonorense. Estudió teatro y composición dramática en la Escuela de Arte Teatral del INBA. Entre sus libro ... LEER MÁS DEL AUTOR