Oscar Hahn. Reencarnación de los carniceros (Visiones de la Era Nuclear). Presentamos algunos textos de este notable libro que acaba de ser publicado en Estados Unidos por la editorial Dos Madres Press.
“Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: “Ven y mira esto”. Y salió otro caballo, rojo, y al que estaba sentado sobre este, le fue dado quitar de la tierra la paz y hacer que los hombres se matasen unos a otros”.
San Juan, Apocalipsis
REENCARNACIÓN DE LOS CARNICEROS
Y vi que los carniceros al tercer día
al tercer día de la tercera noche
comenzaban a florecer en los cementerios
como brumosos lirios o como líquenes
Y vi que los carniceros al tercer día
llenos de tordos que eran ellos mismos
volaban persiguiéndose persiguiéndose
constelados de azufres fosforescentes
Y vi que los carniceros al tercer día
rojos como una sangre avergonzada
jugaban con siete dados hechos de fuego
pétreos como los dientes del silencio
Y vi que los perdedores al tercer día
se reencarnaban en toros cerdos o carneros
y vegetaban como animales en la tierra
para ser carne de las carnicerías
Y vi que los carniceros al tercer día
se están matando entre ellos perpetuamente
Tened cuidado señores los carniceros
con los terceros días de las terceras noche
CIUDAD EN LLAMAS
Entrando en la ciudad por alta mar
la grande bestia vi: su rojo ser
Entré por alta luz por alto amor
entréme y encontréme padecer
Un sol al rojo blanco en mi interior
crecía y no crecía sin cesar
y el alma con las hordas del calor
templóse y contemplóse crepitar
Ardiendo el más secreto alrededor
mi cuerpo en llamas vivas vi flotar
y en medio del silencio y del dolor
hundióse y confundióse con la sal:
entrando en la ciudad por alto amor
entrando en la ciudad por alta mar
EL MUERTO EN NAGASAKI
Entramos en un bosque furiosamente quemado
violentamente abrasado
Extraños árboles de pie nos ofrecieron frutos
llamados ascuas flores llamadas brasas
De estos árboles o frutos o flores
la quemadura es la sustancia el ojo en llamas:
ascuas florales quemaduras arbóreas
brasas frutales son
Y había flamencos de carbón que cantaban pavesas
Sólo al muerto en incendio
le es dado ver esas canciones
HOMBRE CON QUITASOL
Ese hombre con un quitasol
petrificado en una calle de Hiroshima
¿de qué quería protegerse?
¿del resplandor de los mil soles
o de la lluvia radiactiva que caía sobre su cabeza?
Ahora no es más que un puñado de polvo
en el museo de Hiroshima
sólo leyenda en la memoria del mundo
Y nosotros
somos aún menos que eso:
estatuas de ceniza en las calles de Hiroshima
Sin quitasol
sin leyenda
sin Hiroshima
LOS JINETES DEL APOCALIPSIS
A las doce vendrán llenos de espuma
ante ti dejarán coronas de humo
bajo el sol calaveras de caballos
con jinetes vestidos de esqueletos
contra ti lanzarán sus improperios
de siete en siete en formación marcial
desde Berlín Moscú Washington Siria
en carrozas con swásticas y estrellas
entre animales con cabezas de hombres
hacia el mismo confín del orbe en llamas
hasta las catacumbas del infierno
para escarnio del ojo no vidente
por un río de sangre radiactiva
según ordenan las corporaciones
sin compasión sin compasión avanzan
so riesgo de vaciar el firmamento
sobre los inocentes escondidos
tras murallas de paja y de cartón